Tohá: ¿qué ideas? ¿cuál unidad?
A pesar de que la exministra del Interior de Boric logró poner una cuota de madurez en un Gobierno que se desfondaba producto de sus propios errores, no termina de convencer a propios y ajenos

Las decisiones de Michelle Bachelet y Carolina Tohá despejaron en parte el panorama presidencial oficialista. Al menos, ahora hay una candidata clara, por más que el Partido Socialista siga buscando alguien entre sus filas, y la existencia de las alternativas más estratégicas que reales de Vlado Mirosevic o Jaime Mulet. Para evaluar el potencial del proyecto de Tohá, deberá enfrentar preguntas clave para el futuro de su sector.
Ese era, de hecho, el gran riesgo que representaba para la izquierda una tercera aventura bacheletista: adormecer buena parte de las interrogantes que dejó su segundo mandato y que se proyectaron a la actual Administración Boric. Aunque las circunstancias son distintas, la relación entre ambos gobiernos es cercana. La lista de desaciertos e incapacidades es suficientemente larga como para examinar con más detalle qué pasó ahí, qué tesis erraron, qué ideas no coincidían con las expectativas de los chilenos que los eligieron.
Por eso, Carolina Tohá tiene sobre sus hombros una tarea más grande que la de empujar una candidatura presidencial cuesta arriba con algún éxito (aunque con posibilidades más sólidas que las de hace seis meses). El éxito de la candidatura de Tohá estará sobre todo en si es capaz de reconocer los defectos, grietas, malas decisiones, que evidenció la aparición de la izquierda frenteamplista. ¿Será capaz de lograr que sus aliados de coalición reconozcan, como ella, que la Convención Constitucional fue un bochorno? ¿Fue esta última un mero error táctico, un exceso de performance, o hubo errores graves de contenido? ¿Qué explica el cambio de opinión, pasando de un proyecto que tenía “el corazón bien puesto” a considerarlo como una vergüenza? Pero, más aún, ¿podrá tomar distancia del error de diagnóstico y los caprichos que poblaron sobre todo el primer año del mandato de Gabriel Boric? ¿Qué haría distinto?
Las preguntas no solo son relevantes en sede académica. Tienen consecuencias al momento de formar una coalición. La tesis de Bachelet y de Boric de apuntar a la más amplia unidad posible de las izquierdas suena bien en abstracto, pero se volvió un obstáculo cuando cada conglomerado rema en su propia dirección. Con un Partido Comunista, por ejemplo, dispuesto a atornillar al revés cuantas veces fuera necesario en temas sensibles para el Gobierno, es difícil articular una coalición estable. Pero, al mismo tiempo, nadie —y Tohá no parece ser la excepción— está dispuesto a poner coto a esas aventuras.
Más todavía, cuando, en su carta de renuncia apunta (correctamente) a un crear una alternativa de Gobierno que rehúya de los caprichos ideológicos. Enhorabuena, pero ¿qué fueron las visitas de Izkia Siches a Temucuicui, los indultos, el gas a precio justo, el Gobierno abrazando casi sin pudor el Apruebo? ¿Será Tohá —o alguien— capaz de domar a un conjunto de partidos con una vocación marcada hacia los caprichos, el ademán y las salidas de libreto?
Las dudas respecto a qué tipo de coalición piensa levantar se amplifican si pensamos cuál sería el contenido ideológico de su Gobierno. Es claro que Carolina Tohá no es la misma de hace cinco o 10 años, que es algo distinto a la heredera del laguismo, si acaso eso existió. A estas alturas, no basta con solo reivindicar a la Concertación, como si fuera posible revivir lo que ya no existe. El país ha cambiado demasiado desde aquel entonces.
El Frente Amplio no ofrece un programa claro de Gobierno, más allá de apelaciones genéricas a “detener al coro ultraderechista” y “profundizar el proceso de cambios”, para “salir del orden neoliberal”. Tohá enfrentará un delicado desafío: distanciarse del desgaste gubernamental para atraer votantes moderados, sin alienar a sus seguidores más fieles que podrían buscar opciones más auténticas. Fernando Atria, protagonista en el “bochornoso” fracaso constitucional, se lo recordó en Tele13 Radio: “No está en la misma posición que Bachelet para poder ser asumida por todos como propia”. No parece haber apertura a la moderación ni aprendizaje sobre los errores recientes.
A pesar de que Tohá logró poner una cuota de madurez en un Gobierno que se desfondaba producto de sus propios errores, no termina de convencer a propios y ajenos. La duda es hasta dónde estará dispuesta a ceder a esas voces, con tal de asegurar su apoyo en la campaña. En este punto, tendrá que abordar inevitablemente las mismas pregunta que planteó Bachelet recientemente en El País: ¿con qué ideas? ¿cuál unidad?
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