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PARTIDOS POLÍTICOS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El partido único del Socialismo Democrático: un caso imposible

Si entre los tres partidos no existen diferencias doctrinarias o ideológicas, entonces solo queda una alternativa orgánica. Abrir las puertas del PS para que radicales y pepedés ingresen a la casa de Allende

Socialismo Democrático
Líderes de los partidos que conforman la coalición 'Socialismo Democrático" durante un encuentro en Santiago, en abril de 2024.Partido Socialista de Chile

Desde hace a lo menos 35 años, una parte de la discusión política de izquierdas ha girado en torno a la idea de converger en un solo partido. Mirando las cosas con más de tres décadas de distancia, no existen muchas razones de fondo, hoy por hoy, para que socialistas, radicales y militantes del Partido por la Democracia (PPD) no converjan en un solo partido. En ausencia de pugnas entre proyectos políticos e históricos antagónicos (que no existen), converger no solo es lógico, es racional.

Pues bien, esta convergencia no ocurrirá.

Las razones son varias: la identidad socialista es extraordinariamente fuerte, con sus propios rituales y mártires. El socialismo chileno es lo más parecido a una sub-cultura que se encuentra inserta en la sociedad: no hay rincón de Chile en donde no se encuentre un socialista, generalmente una familia socialista. Esto que suena muy bonito y que, a los socialistas los conmueve, no tiene asidero electoral. Se trata de un partido que se ha gravemente debilitado en los últimos diez años, escondiendo las razones de fondo de su estancamiento en maniobras negociadoras que le entregan al Partido Socialista (PS) una alta electividad. En la última elección de alcaldes, el PS pasó de gobernar de 22 a 33 comunas, sin mencionar ni menos explicar que perdió más de dos puntos a nivel de concejales (que es la variable que captura la potencia nacional del partido en elecciones locales), y que los municipios que lidera son de tamaño mediano a pequeño, no pocos en el mundo rural, muy alejados de los grandes centros urbanos.

Mientras este modo de vida cómodo y minimalista continúe, no habrá ninguna posibilidad de convergencia en una nueva fuerza, sea esta una federación o un partido único.

Son varias las preguntas que se formulan en el perímetro del estancamiento socialista. ¿Por qué el PS se está empequeñeciendo? ¿Existe una política de difusión y penetración territorial en grandes ciudades, especialmente en la Región de Concepción en donde el PS ha prácticamente desaparecido? Es cierto que en el mundo universitario ha habido un proceso de recuperación de fuerzas, lo que augura —si es que existe algún tipo de pensamiento estratégico entre los socialistas— un interesante recambio generacional: habría que decir, eso sí, que esa alza socialista en las universidades se ha producido en un sistema de educación superior cuyos estudiantes se han despolitizado enormemente, sin alcanzar en varias universidades umbrales mínimos de participación, incluso con el uso de sistemas de votación remota. El hecho es que el PS apenas supera el 6% de los votos, y se empeña en ocultar las razones electorales de su debilidad en elecciones de autoridades que no reflejan potencia electoral. Mientras se siga desfigurando la realidad y privilegiando la electividad, nada cambiará. Lo que falta es ambición colectiva, pensamiento estratégico y una adaptación del proyecto histórico socialista a los nuevos tiempos: a eso quiso contribuir el Manifiesto del socialismo democrático que fue publicado en 2024, el que no tuvo ningún efecto político, ni menos práctico.

Nada bueno prefigura este inventario de razones.

Hay algo que aprender de la vida que antecedió a la creación del partido único del Frente Amplio. Antes de ser partido único, fue una federación, en donde la marca Frente Amplio fue política y socialmente muy exitosa, la que nunca impidió seguir cultivando una rica vida interna de tres partidos, Convergencia, Revolución Democrática y Comunes. Por decisión propia, estos tres partidos iniciaron un exitoso proceso de fusión en un solo partido, lo que les ha permitido potenciar relativamente la marca en la última elección municipal (el nuevo Frente Amplio es electoralmente más poderoso que el PS y dirige municipios de gran envergadura, como Valparaíso y Viña del Mar).

En cuanto a los radicales y los pepedés, recordemos que los primeros sobreviven —en medio de uno que otro sobresalto— con una fuerza electoral cercana a la de los socialistas, mientras que el Partido por la Democracia decrece lentamente.

Si entre estos tres partidos del Socialismo Democrático (una marca que busca evocar la naturaleza socialdemócrata de cada fuerza) no existen diferencias doctrinarias o ideológicas, entonces solo queda una alternativa orgánica. Abrir las puertas del Partido Socialista para que radicales y pepedés ingresen a la casa de Allende, la que se transformará lentamente en la casa de Pedro Aguirre Cerda, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. Esta apertura del socialismo chileno debe ser genuina y generosa: se le debe permitir, a quienes ingresen, cultivar su propia fuerza orgánica, elaborar sus propios referentes doctrinarios, generando espacios deliberativos en un PS que no solo absorbe nuevas fuerzas, sino que las acoge no para que se mimeticen con los socialistas de siempre, sino para los socialistas se vean expuestos a otras culturas y experiencias.

Son muchos los casos europeos en donde los Partidos Socialistas se abrieron —generalmente en el marco de congresos— a otras fuerzas: aun tengo en la retina el congreso del Partido Socialista francés de 1971, el que concluyó con el ingreso pocos años más tarde del antiguo Partido Socialista Unificado bajo el liderazgo de Michel Rocard.

Sin ir más lejos, el Frente Amplio uruguayo es una magnífica expresión federativa de partidos y movimientos sociales, con una vibrante vida interna que sí trae réditos electorales para una sociedad que prospera.

Temo que ninguna de estas razones hará sentido real en el socialismo chileno, y tal vez tampoco en sus posibles socios: un caso imposible.

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