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FMI
Tribuna
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En busca del tiempo perdido

El reciente informe del FMI sobre Chile se suma a las voces que aseguran que el país ya entera una década perdida en su anhelo de acortar la brecha con las economías de mayor desarrollo

Mercado Central Chile
Trabajadores del mercado central en Santiago, Chile, el 2 de enero de 2024.Cristobal Olivares (Bloomberg)

El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de divulgar la declaración final con las principales reflexiones y recomendaciones que su equipo técnico estableció tras terminar su visita periódica anual a Chile. Se trata de un documento que es bienvenido porque aporta, como su nombre lo indica, una mirada objetiva y externa de la coyuntura económica, y lo hace en un tono y lenguaje bastante libre de las pulsiones que suelen tironear el debate doméstico.

Esta declaración 2024 del organismo multilateral hizo un diagnóstico sin eufemismo del estado de cosas en el país, donde junto con reconocer que si bien se aprecia una resolución parcial de desequilibrios, persisten riesgos y asuntos no resueltos que amagan el futuro de nuestra economía.

Después de una enumeración neutra de datos y proyecciones (crecimiento de 2,3% para este año y de entre 2 y 2,5% en 2025 e inflaciones previsiblemente sobre la meta hasta 2026), el FMI entra de lleno en reflexiones que difícilmente pueden dejar tranquilo al lector. Tanto es así, que el primer titular de la declaración releva una cuestión que, aunque muy diagnosticada, no deja de ser prioritaria: “Se necesita urgentemente un impulso al crecimiento potencial de Chile”, dice, haciéndose eco de algo que prácticamente todos los economistas locales han alertado, a saber, que el país ya suma una década perdida en su anhelo de acortar la brecha con las economías de mayor desarrollo.

Y si bien se mencionan en condicional algunas posibles explicaciones de esta incapacidad de avanzar al ritmo requerido, sí se enumera los riesgos y amenazas contingentes que están acechando por este motivo. Presiones sociales y fiscales insatisfechas y poca capacidad de abordar los retos del envejecimiento poblacional y el cambio climático, son algunos de los peligros que se menciona a modo general, aunque al poner la pelota en el suelo el FMI destaca que es urgente mejorar la posición y sostenibilidad fiscal, resolver la reforma de pensiones, reconquistar inflaciones anuales del 3%, reconstruir los colchones de reservas internacionales y seguir reforzando la resiliencia del sector financiero.

Un común denominador para casi todas estas dimensiones de riesgo mencionadas, es que se estima que en todas ellas ha faltado sentido de urgencia y consistencia en su resolución. Por ejemplo, en materia de crecimiento el diagnóstico habla de ‘permisología’, de impulso a la I+D, de mayor tracción a la inversión, del potencial de la Inteligencia Artificial, etcétera, aunque en cada uno de ellos se intuye demasiada lentitud.

Se suele decir que en política quemar energía en proyectos o reformas que no reditúen rápido es un mal negocio electoral, ya que se puede estar consumiendo capital político sin producir cambios de corto plazo que puedan capitalizarse. Suele darse como ejemplo de esto el de las reformas profundas en materia de educación, porque aquí las mejoras en resultados académico, por ejemplo, son de largo plazo (versus ajustes a corto plazo como condonaciones, gratuidad, selección).

Probablemente, esta visión se excede en el nivel de desconfianza hacia la clase política (que las encuestas en todo caso confirman existe), pero tiene el valor de generar discusión sobre por qué se ha avanzado tan lentamente en la resolución de muchas de las amenazas que consigna la declaración del FMI, sobre todo porque expresamente el informe señala que hay varias medidas que son de rápida implementación y de efectos virtualmente instantáneos en la performance económica.

Así las cosas, cuesta entender que se siga perdiendo tiempo en discusiones del tipo “(en Chile hay) pesimismo ideológico de los grandes empresarios”, que lo único que logran es provocar la inmediata respuesta que acusa que lo que realmente habría en el país es una ‘desconfianza ideológica hacia la empresa’, brindando un espectáculo improductivo y que ralentiza el avance en asuntos que no se pueden seguir postergando.

“La estrategia de crecimiento del gobierno tiene aspectos importantes que pueden generar dividendos de crecimiento significativos si se implementan de manera rápida y consistente”, dice el FMI, una afirmación evidente que aplica a muchas otras áreas donde hay diagnósticos de sobra y de larga data, sin que se logren avances. Pensiones, balance fiscal, eficiencia del sector público, digitalización, son algunos de ellos, en los que bien vendría dejar de perder tiempo, máxime ahora en que los propios creadores del alto impuesto corporativo del 27% se han terminado de dar cuenta de que esa medida de hace una década debe ser revertida, para como mínimo dejar la tasa en 25%.

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