Juegos Olímpicos y paridad de género
Las mujeres tienen el mismo derecho a participar y destacar en el deporte, especialmente cuando por tanto tiempo han sido relegadas a un segundo plano
“Uno de los momentos más importantes en la historia de la mujer en los Juegos Olímpicos y en el deporte en general” dijo Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, para referirse al hito que ha dado la vuelta al mundo estas últimas semanas, pues por primera vez en los JJOO se alcanzará la paridad total: 5.250 mujeres, 5.250 hombres.
Esta noticia, por supuesto, me emocionó profundamente. Y la palabra ‘paridad’ me dejó un sabor a euforia en la boca, mientras añadía el calendario olímpico a mi calendario de Google para no perderme el primer partido de voleibol femenino a finales de este mes (Italia vs República Dominicana, como siempre, imperdible). Sin embargo, para mi NO gran sorpresa, me di cuenta de que en redes sociales hay más de unos cuántos individuos que ponen en duda el valor de la paridad. Se habla de ‘paridad forzada’, sumado a ‘estas nuevas ideologías de género traídas por las feministas’, entre otras curiosas ensaladas de conceptos mal utilizados.
Esto, me da la oportunidad perfecta para desglosar estos comentarios y, desde mi punto de vista, remarcar el valor intrínseco de la paridad y por qué esto no equivale a que ‘te regalen los espacios’.
Partamos por lo básico. La paridad de género no es una concesión, sino una cuestión de justicia. Las mujeres tienen el mismo derecho a participar y destacar en el deporte, especialmente cuando por tanto tiempo han sido relegadas a un segundo plano, y pierden sponsors cuando manifiestan el deseo de ser madres, no cuentan con las mismas herramientas o equipo deportivo que su contraparte masculina, entre otros desafíos que han enfrentado desde 1900 en París. “Es que tampoco es como que se consuma deporte femenino”... Pero, ¿cómo vamos a apoyar a las deportistas, disfrutar de sus hazañas cuando no están en los medios? Según un estudio de la UNESCO, las mujeres representan el 40% de todos los participantes en el deporte a nivel mundial, pero solo reciben el 4% de la cobertura mediática deportiva.
Este año, la cosa es distinta. Las pruebas masculinas y femeninas tendrán la misma cobertura televisiva en los horarios de máxima audiencia. Esto no es concesión, es justicia.
Ahora hablemos de esfuerzo, de talento, de mérito. ¿Se está forzando la paridad sin que las mujeres luchen por sus espacios? En los Juegos Olímpicos de Río 2016, las mujeres ganaron el 45% de las medallas totales, múltiples atletas haciendo un llamado a los medios a reconocer sus esfuerzos, a darles no sólo más atención al deporte femenino, sino también financiamiento para mejorar el rendimiento y performance de las atletas del mañana. La paridad no significa dar todo por sentado, que te regalen los espacios, sino de crear un entorno justo donde tanto hombres como mujeres pueden competir en igualdad de condiciones. “Otra iniciativa de género en los juegos de París 2024 incluyen un número más equilibrado de medallas, con 152 pruebas femeninas, 157 masculinas y 20 mixtas” plantea al respecto Rolling Stone en Español. La inclusión y visibilización de más mujeres en el mundo del deporte competitivo no disminuye la calidad de la competencia; al contrario, la enriquece y la hace más representativa del talento global.
El género queda en segundo plano cuando se trata de cariño, de pasión, de darlo todo en competencia, al deporte al que le has dedicado la vida entera.
Esto, lector, me lleva al último punto que quería abordar en esta columna: lo que significa para las jóvenes y niñas verse representadas en los Juegos Olímpicos.
Un estudio llevado a cabo por la Women’s Sports Foundation encontró que las niñas tienen el doble de probabilidades que los niños de abandonar el deporte al llegar a la adolescencia, principalmente debido a problemas de autoestima y falta de confianza en sus habilidades deportivas. Por otro lado, un informe de Ernst & Young y espnW encontró que el 54% de las niñas abandonan el deporte a los 17 años, y una de las razones citadas es la falta de modelos a seguir femeninos en el deporte.
Muchas de nuestras abuelas y madres no crecieron viendo mujeres en el deporte, modelos a seguir que les hicieran pensar ‘sí, ella lo logró, tal vez yo también pueda’. Muchas veces se romantiza ser ‘la primera en lograrlo’, pero hoy, en pleno siglo XXI, debemos ir más allá.
Los tiempos están cambiando, y hay que seguir presionando para lograr que ninguna niña, joven y mujer, abandone su amor por el deporte por un techo de cristal que le impide seguir avanzando.
Para que más niñas sueñen con tener un movimiento con su nombre como Simone Biles, la puntuación perfecta de Nadia Comăneci, dominar las olas como Sol Aguirre, el Uppercut de Laura Fuertes, la puntería de Francisca Crovetto, la constancia de Tania Zeng.
Un estudio del Instituto Aspen expresó que en los años posteriores a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, que tuvieron una notable representación femenina, hubo un aumento significativo en la participación de niñas en deportes en el Reino Unido.
La paridad funciona, la representatividad es necesaria. No es concesión, no es inclusión forzada.
Es y siempre será, justicia.
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