Participación en el plebiscito de Chile: a quién ayuda la mayor concurrencia de votantes
Mientras más votos válidos y menos votos nulos y blancos, más estrechos serían los resultados del referéndum por una nueva Constitución de este domingo 17
A tres días de que los electores chilenos concurran a las urnas en el plebiscito de este domingo por una nueva Constitución, las proyecciones de los expertos indican que se mantendría la alta participación, empujada por el sistema de voto obligatorio que se repuso en las anteriores dos elecciones: el plebiscito de salida del pri...
A tres días de que los electores chilenos concurran a las urnas en el plebiscito de este domingo por una nueva Constitución, las proyecciones de los expertos indican que se mantendría la alta participación, empujada por el sistema de voto obligatorio que se repuso en las anteriores dos elecciones: el plebiscito de salida del primer proceso, de septiembre de 2022, y la elección de Consejo Constitucional, en mayo pasado. En ambos casos, con un padrón de 15,1 millones, la participación alcanzó en torno 85%, cifras históricas para un país que tenía un sistema de inscripción voluntaria en los registros electorales y voto voluntario, donde la participación electoral cayó en picada desde el retorno de la democracia en 1990. En las presidenciales de 2017, por ejemplo, no superó el 50%.
Para el plebiscito de este domingo 17 de diciembre, el segundo intento de los últimos cuatro años por cambiar la Carta Magna, el padrón electoral ha crecido levemente, hasta los 15,4 millones. Al igual que en las dos elecciones anteriores –las únicas que se han realizado desde que se repuso el voto obligatorio– habrá sanciones a los electores que no ejerzan este derecho sin justificación alguna. Analistas políticos consultados por EL PAÍS, como Pepe Auth y Mauricio Morales, vaticinan que la participación no se alejará sustancialmente de la que se alcanzó en los eventos de 2022 y mayo pasado.
La duda apunta, más bien, a la cantidad de electores que estarían por votar en blanco o anular, debido al bajo interés mostrado consecutivamente en los sondeos respecto del plebiscito.
Auth, por ejemplo, estima que este domingo se podrían emitir 12,5 millones de votos –por sobre el 80% de participación– y anticipa que, de ellos, un millón podrían ser nulos o blancos. Si su pronóstico resultara acertado, los sufragios válidos sufrirían una caída cercana a 1,3 millones en comparación con el plebiscito de 2022, cuando fue rechazado ampliamente el texto propuesto por convencionales mayoritariamente de izquierda; pero subiría más de 2 millones válidos en relación con la elección de los consejeros constitucionales, efectuada hace siete meses. En mayo pasado, hubo una altísima cifra de nulos y blancos: el 21,53% de los votos emitidos, un récord en la historia electoral de Chile.
Los sondeos de opinión revelan una disminución del interés de los chilenos sobre este segundo proceso constitucional respecto al primero de 2021-2022, lo que va acompañado de un elevado porcentaje de indecisos. La encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), realizada entre el 24 de septiembre y el 2 de noviembre de 2023, indicaba que un 9% que no sabía o no respondía y un 53% que todavía no decidía su voto. La encuestadora Cadem, en el último sondeo sobre el plebiscito antes del inicio de la prohibición de informar –que rige 15 días antes del evento electoral– indicaba a fines de noviembre que el 16% aún no sabía qué votar.
Marcela Ríos, académica visitante de la Universidad de Oxford, dice que, ante la proporción relevante de indecisos o personas que no quieren manifestar su voto reflejado en las consultas de opinión, se hace difícil prever qué opción ganaría en este plebiscito. Los analistas concuerdan en que se trata de un referéndum de resultado incierto.
¿Más participación, ayuda al A favor?
Sobre la posición del electorado que se moviliza por la obligatoriedad del voto, Ríos indica que es “impredecible” descifrarla. “Si está instalada la sensación de que ganará la opción En contra, puede ser que esos indecisos tengan una preferencia en ese sentido, lo que ocurre en otras partes del mundo al tenderse a respaldar la alternativa que se cree triunfadora. Pero es difícil de saber, porque el voto en un plebiscito es muy distinto a las preferencias que se muestran por los partidos tradicionales en una elección dicotómica”, explica.
Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca, destaca que las izquierdas han sufrido derrotas en las dos elecciones organizadas en Chile con voto obligatorio, el plebiscito de septiembre de 2022 y la elección del Consejo Constitucional de mayo pasado. “Esto no significa, necesariamente, que el resultado le sea desfavorable este domingo. Pero parece ser que la izquierda chilena obtiene mejores resultados con voto voluntario”, señala.
Auth en cambio dice que mientras más votos válidos haya, el resultado será más estrecho. “Porque en el votante habitual, el voto En Contra supera largarmente el voto A Favor, mientras que en los votantes obligados la situación es equilibrada, con leve ventaja para el voto favorable a la propuesta de Republicanos y Chile Vamos”, dice el analista.
Cansancio del electorado
Morales opina que hay un “hartazgo” de la discusión constitucional, a lo que se añadiría un “estrés electoral” en los chilenos debido a la decena de comicios realizados en el país desde 2020. Por ello, la alta participación que se vería este domingo obedecería más a evitar sanciones derivadas de la obligatoriedad del voto que a un interés en el proceso.
Para Ríos, el bajo interés en el proceso podría derivar en una menor concurrencia a las urnas en tres días más. “Esta es una elección con bajo interés, lo que puede redundar en menores niveles de participación. Las campañas no han logrado penetrar en la sociedad y conectarse con los intereses de la ciudadanía en esta ocasión”, comenta la académica.
La campaña, que ha durado 37 días, concluye este jueves y, a diferencia del primer referendo de salida, ninguno de los comandos políticos prevé grandes eventos. El plebiscito se ha convertido en una contienda entre dos constituciones: la vigente, escrita en la dictadura militar de Augusto Pinochet y reformada unas 70 veces desde 1989 –lleva la firma de Ricardo Lagos por las transformaciones de 2005– y la propuesta del Consejo Constitucional dominado por las derechas.
“Eso le resta dramatismo y épica. Sólo para los políticos tiene algún dramatismo, para la gente carece de ello”, dice Auth.
Considerando que el Gobierno de Gabriel Boric dijo que no impulsaría un tercer proceso para buscar una nueva Constitución, el analista asegura que, en la práctica, se está frente a “dos maneras” de cerrar el ciclo constituyente: votando en contra o favor del texto propuesto.