El capellán de La Moneda: “El proyecto constitucional tiene sintonía con la doctrina social de la Iglesia”
El sacerdote del palacio presidencial chileno, Nicolás Viel, cree el borrador de la nueva Carta Magna, que incluye el derecho al aborto, pone “dura la pista” a los católicos que aprobaron cambiar el texto
Para el sacerdote Nicolás Viel (Santiago, 40 años) la fe es política. Sin embargo, jamás imaginó que acabaría trabajando en La Moneda, la sede del Gobierno chileno. El abogado de profesión que cofundó durante la campaña presidencial el movimiento “Católicos por Boric” ha sido recientemente nombrado capellán de su religión en el palacio. Esta histórica figura asesora a las autoridades en cuestiones de fe y ofrece servicios pastorales a los funcionarios. Desde el 2000 se ha incluido a un capellán evangélico y uno judío. “Pese a todos los fantasmas que había de que este Gobierno no iba a tener tanta sensibilidad religiosa, se nos han dado todas las posibilidades para participar en varios equipos de trabajo”, apunta este viernes, horas antes de oficiar su segunda misa en la capilla de La Moneda.
Viel, de la Congregación de los Sagrados Corazones, afirma que se enamoró de la iglesia de Mariano Puga, un cura que se destacó en la dictadura de Pinochet por su lucha a favor de los derechos humanos. “Esa iglesia cambió mucho”, plantea, hasta quedar “muy relegada del espacio público, con una voz muy irrelevante’'. Los casos de abusos sexuales, la desconexión con el pueblo, los nombramientos de sacerdotes más conservadores en las cúpulas de poder son algunas de las razones que le achaca al replegamiento.
“La crisis de la Iglesia me duele, soy parte de ella”, sostiene. Pero apunta que pertenece a una nueva generación que quiere darle un rostro “más acogedor que castigador, y mucho más comprometido con el mundo de los pobres que preocupado de temas morales que no le importan a nadie”. Aclara que el aborto no es uno de ellos.
En el recorrido por los pasillos de La Moneda, Viel se encuentra con Matías Meza-Lopehandía, jefe de Gabinete de Boric, quien fue su compañero en Derecho en la Universidad de Chile, la misma casa estudio del mandatario. A varias de las autoridades las conoce de antes de asumir como capellán. El nombre de quien ejerce el cargo debe ser propuesto por la Secretaría General de la Presidencia y aprobado por el Arzobispado.
Un carabinero que vigila la circulación dentro del palacio le pregunta apenas lo ve si se dirige a la capilla. El cura, siempre amable, asiente. En el interior del oratorio, las banquetas están colocadas de manera diferente a lo usual; en vez de una tras de otra, forman un círculo. “Lo hicimos para favorecer el diálogo”, afirma Viel, que quiere abrir las puertas del recinto a otras ramas del cristianismo y a la sociedad. En las próximas semanas colgarán temporalmente telares con nombres de víctimas de feminicidios y, en septiembre, arpilleras con nombres de presos políticos de la dictadura.
En el plebiscito por una nueva Constitución, Viel votó apruebo. Ahora dice estar a la espera del texto final para decidir su voto el 4 de septiembre, cuando la población chilena decidirá el futuro de la Carta Magna. “Si uno mira el proyecto constitucional en su conjunto es un texto que en muchos aspectos defiende la vida, reconoce la dignidad, la diferencia, genera más condiciones de justicia social. En ese sentido, yo soy más tendiente a aprobar”. Sobre si el escrito está alineado a los valores cristianos, responde que “no en su totalidad”, pero afirma que “tiene bastante sintonía con la doctrina social de la Iglesia” que plantea el Papa Francisco, como las críticas al modelo económico o la sensibilidad con los temas ecológicos y migratorios.
Consciente de que la propuesta de Constitución consagra los derechos reproductivos y sexuales, dentro del cual está el derecho al aborto -que sería regulado posteriormente en un proyecto de ley-, el cura reconoce que “está dura la pista para los católicos del apruebo”.
En una semana normal, el sacerdote acude dos veces a La Moneda, trabaja en el colegio de los Sagrados Corazones de Viña del Mar, y los fines de semana comparte con los pobladores de Reñaca Alto, a unos 150 kilómetros al norte de la capital. “Estoy en un lugar donde puedo mirar y escuchar distintas sensibilidades de la sociedad. Si estuviera solo en uno me quedaría corto”, apunta. “Estamos en un tiempo que no es fácil, de mucha incertidumbre, de precariedad social y emocional, pero yo creo que el país ha hecho un buen camino. Lograr encauzar institucionalmente un proceso de fractura como fue el estallido me parece notable”, reflexiona, y agrega que ve a la gente esperanzada, pero consciente de que se ha iniciado un camino de transformación que será largo.
Seguidor de la teología de la liberación, la que busca la justicia social teniendo como punto de partida la perspectiva de los pobres, Viel dice que aprendió a ser cura en Merlo, un pueblo de la periferia de Buenos Aires en el que vivió cinco años. “Fue un periodo de mucho trabajo conjunto y de un modo de vivir la fe donde lo social y lo político eran muy importantes”, señala. “Me siento orgulloso de ser parte de la Iglesia latinoamericana, con su historia llena de martirio. Puede ser interesante que este espacio de La Moneda tenga un rostro más latinoamericano”. Otra bandera en la que coincide con el actual Gobierno, el que no descarta que reflexione sobre las figuras de los capellanes y los amplíe a otras religiones.
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