Laia Aguilar: “No nos educan emocionalmente para nada”

La escritora bucea en las grietas de las contradicciones humanas en 'Pluja d'estels', la novela con la que debuta en la narrativa para adultos y gana el 52º premio Josep Pla

La escritora Laia Aguilar, ganadora del premio Pla.Massimiliano Minocri

De todo aquello que nunca nadie cuelga en su cuenta de Facebook sobre sí mismo (miedo, dolor, fracasos, culpa…) es del material psicológico del que están moldeados aunque lo oculten los amigos cuarentones que, cinco años después de un trágico incidente, se reencuentran en Portlligat. En un solo día, al igual que atardece, cambia el interior de los personajes y todos “acaban huyendo de sí mismos, de sus emociones: creen que no hablando de lo que ocurrió o solo poniendo una cara alegre lo superarán todo”, les define su demiurgo, la guionista y escritora de narrativa juvenil Laia Aguilar. Los ha ...

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De todo aquello que nunca nadie cuelga en su cuenta de Facebook sobre sí mismo (miedo, dolor, fracasos, culpa…) es del material psicológico del que están moldeados aunque lo oculten los amigos cuarentones que, cinco años después de un trágico incidente, se reencuentran en Portlligat. En un solo día, al igual que atardece, cambia el interior de los personajes y todos “acaban huyendo de sí mismos, de sus emociones: creen que no hablando de lo que ocurrió o solo poniendo una cara alegre lo superarán todo”, les define su demiurgo, la guionista y escritora de narrativa juvenil Laia Aguilar. Los ha convocado en Pluja d’estels, su primera novela para adultos, que le ha proporcionado los 6.000 euros del 52º premio Pla, promovido por Destino y fallado la noche del lunes en Barcelona.

“Somos una sociedad que da la espalda al dolor, a la enfermedad y a todo tipo de problemas; vivimos en la tiranía de la felicidad; creo que no nos educan emocionalmente para nada”, sostiene Aguilar (Barcelona, 1976), que ya ha demostrado cierta predilección en presentar personajes complejos o hasta antiheroicos, como en sus celebrados Wolfgang (premio Carlemany, 2016) o Juno. “Me gusta trabajarlos desde la vulnerabilidad; no aprecio los personajes que están tan cargados de virtudes, prefiero ir a las contradicciones humanas, a sus grietas, aunque aquí no son seres tan extremos como en mis otros libros; tampoco es un retrato generacional: su actitud es socialmente generalizada”, matiza.

"Somos una sociedad que da la espalda al dolor, a la enfermedad y a todo tipo de problemas; vivimos en la tiranía de la felicidad

La necesidad de ver el lado oscuro es quizá una influencia del maniqueísmo al que suele forzar el relato audiovisual, que Aguilar admite que tuvo su influjo, y cita las películas Los amigos de Peter o Pequeñas mentiras sin importancia. Que la historia no fuera un guion de los que suele realizar para series de TV3, como El cor de la ciutat, Infidels o Merlí, responde a que “la novela te permite entrar mucho mejor en los personajes, facilita construir su monólogo interior y bucear en sus resquicios”, insiste, algo más complejo de lograr en un texto para audiovisual, donde “se acota al máximo todo, desde la mirada a la sonrisa”.

El premio a Aguilar parece ratificar un momento especialmente dulce para las letras catalanes escritas por mujeres, si bien la ganadora lamenta que ello “no se traduce en premios ni reconocimientos”. Admite que no sabe las causas y que prefiere pensar que “lo de la escritura femenina ya está superado, la literatura no tiene sexo”, mientras recita una lista de autoras a caballo entre las que admira y lee y se siente en algún aspecto cercana: Marta Orriols, Tina Vallès, Muriel Villanueva, Eva Baltasar

"La literatura puede y debería alimentarse de recursos narrativos del cine o de la televisión, como el ritmo o la visualización de escenas
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Si los referentes se amplían al extranjero, afloran los nombres de James Salter, Raymond Carver y Alice Munro, que son los que mayormente disecciona en las clases de escritura que imparte en el Ateneu Barcelonès. “El background vital no se puede enseñar, cierto que en una novela es más importante que tenga alma que el personaje esté mejor o peor perfilado, pero la técnica puede ayudar mucho y debe conocerse, ni que sea para después podértela saltar”, dice. Habla por experiencia: “Escribí de Pluja d’estels una primera versión dejándome llevar completamente, y luego, al acabar, miré qué había hecho, la estructura y fui reescribiendo o añadiendo, huyendo de esas leyes de la estructura escena por escena o esas fórmulas casi matemáticas que fijan cada cuántas páginas ha de llegar un giro de trama”.

No rehúsa Aguilar, que verá editada su novela el 5 de febrero, la incómoda polémica de si la escritura audiovisual en auge por las series televisivas está contaminando la escritura más literaria. “Es cierto que buscar una voz propia y tener un especial cuidado por el lenguaje no está tan valorado en el mundo del guion, pero la literatura puede y debería alimentarse de recursos narrativos del cine o de la televisión, como el ritmo, la visualización de escenas… Hay casos, como Breaking Bad o Mad Men, que son modélicos; cargarse, como se hace, el mundo audiovisual desde la literatura, me parece absurdo”. Y visto su caso, quizá equivocado.

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