Barcelona reducirá el tráfico cerca de las escuelas contra la contaminación

El Consistorio quiere sacar los coches de los alrededores de algunos colegios

Instalación de señales indicadoras de la Zona de Bajas Emisiones en la salida 14 de la Ronda de Dalts (B-20).ALBERT GARCÍA

La Zona de Bajas Emisiones (ZBE) ha sido el primer gran asalto de Barcelona y el Área Metropolitana contra la contaminación. Pero tras prohibir la circulación a los vehículos más contaminantes, los que no tienen etiqueta ambiental de la DGT, los gobiernos de la capital catalana y su entorno preparan o estudian nuevas restricciones de tráfico o medidas para mejorar la calidad del aire. Uno de los proyectos estrella que ultiman varias áreas del Ayuntamiento es reducir los coches en los entornos de algunas e...

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La Zona de Bajas Emisiones (ZBE) ha sido el primer gran asalto de Barcelona y el Área Metropolitana contra la contaminación. Pero tras prohibir la circulación a los vehículos más contaminantes, los que no tienen etiqueta ambiental de la DGT, los gobiernos de la capital catalana y su entorno preparan o estudian nuevas restricciones de tráfico o medidas para mejorar la calidad del aire. Uno de los proyectos estrella que ultiman varias áreas del Ayuntamiento es reducir los coches en los entornos de algunas escuelas de la ciudad para luchar contra la contaminación y mejorar su entorno y la seguridad viaria.

Aparcar en la calle será caro

Una de las medidas para atacar la contaminación es la llamada fiscalidad: gravar con impuestos o precios públicos a los vehículos en función de lo que contaminen. Una forma indirecta de acotar su presencia. El Gobierno de la alcaldesa Ada Colau pretendía incluir en las ordenanzas fiscales que se votaron en diciembre pasado una subida notable del precio de aparcar en la calle para los turismos que más contaminan. Además, pretendía recuperar el pago de un euro a la semana para los residentes que aparcan en la calle. Finalmente, la votación se aplazó hasta evaluar los primeros resultados de la ZBE.

La pacificación de entornos escolares es un proyecto en el que trabajan varias áreas (urbanismo, movilidad, Guardia Urbana y distritos) y que en el Ayuntamiento aseguran que está “muy maduro”. De hecho, va con retraso. Fue una promesa electoral de Barcelona en Comú y una de las medidas que el Gobierno de la alcaldesa Ada Colau anunció el julio pasado en el marco de la primera reunión de la mesa que prepara la Declaración de Emergencia Climática, que se presentará a mediados de este mes (también va con retraso, tenía que ser esta semana). La alcaldesa Colau se comprometió a realizar acciones concretas antes de finalizar el año y entre ellas el ejecutivo citó la mejora del aire del entorno de 85 centros escolares por distintas vías y en nueve casos “actuaciones para reducir la velocidad y/o capacidad de tráfico”.

Preguntado por la cuestión hace dos semanas, el concejal de Emergencia Climática, Eloi Badia, explicó a este diario que el gobierno quiere hacer de las escuelas “uno de los elementos singulares” de la declaración. “Es uno de los espacios donde actuar cuando pensamos adónde va la ciudad”, manifestó. La materialización de las medidas es una cuestión técnica, pero también de presupuesto, apuntó. “Estamos acabando de estudiar cuáles serán, qué presupuesto y cuántas podemos hacer”, afirmó. Habrá que ver también hasta qué punto se interviene: con medidas puntuales, a según qué horas, o estructurales.

Durante la precampaña de las últimas elecciones municipales, en un acto de Barcelona en Comú la entonces alcaldesa y candidata pronunció la conferencia Barcelona futura, del gris al verde, en la que prometió una “revolución verde”, con menos coches y más vegetación en las calles. Colau propuso tres medidas: reducir el tráfico motorizado en el entorno de 100 escuelas, culminar la pacificación de Ciutat Vella y hacer que una de cada tres calles de L'Eixample sea un eje verde que prime la movilidad a pie.

Ya de nuevo en la alcaldía y en vísperas a la entrada en vigor de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), los responsables municipales repiten desde hace meses que la restricción de vehículos contaminantes “no será suficiente” para reducir la contaminación y que es “una de las muchas medidas” a poner en marcha.

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Ampliar la ZBE, el peaje o las etiquetas amarillas, en estudio

Más allá de intervenir en el tráfico del entorno de escuelas, sobre la mesa de los técnicos del gobierno municipal y del Área Metropolitana de Barcelona están, en distintas fases de estudio, estas otras medidas para sacar coches de la ciudad.

Ampliar la ZBE. Extender la restricción de circular a los vehículos más antiguos a más municipios del Área Metropolitana de Barcelona es una posibilidad que no se descarta, explicó el pasado jueves el Director de Movilidad del ente, Joan Maria Bigas. El actual área de restricción comprende solo tres municipios enteros y partes de otros dos, pero el AMB suma 36 poblaciones.

Prohibir etiquetas amarillas. Si se ha prohibido circular a los vehículos que no tienen etiqueta ambiental de la DGT, el siguiente paso, por lógica si se toman estos distintivos como rasero, vetar las amarillas. Son las que tienen los coches más antiguos, antes de los que no tienen distintivo. Otra opción es vetar a los vehículos con etiqueta amarilla cuando se declare un episodio de alta contaminación.

El peaje de acceso. El Ayuntamiento y el AMB han encargado a Barcelona Regional que estudie la posibilidad de implantar un peaje de acceso a la ciudad, para disuadir el tráfico, una medida de éxito en otras ciudades. Para evaluarlo las administraciones se apoyarán en los datos de reducción de contaminación que resulten de los primeros seis meses de funcionamiento de la ZBE.

Peajes dentro de la ciudad. Implantar peajes dentro de la ciudad fue una idea lanzada por la teniente de alcalde Janet Sanz durante una jornada sobre la ZBE celebrada en diciembre en la Universidad Politécnica de Catalunya, aunque no concretó más.

Zonas de ultra bajas emisiones. Con peaje o sin él, otra opción es restringir el tráfico en zonas con mucha contaminación. Una idea que casa con la pacificación de entornos escolares, o con las supermanzanas (donde solo pueden circular los vecinos). Son "entornos con especial sensibilidad donde habrá que hacer transformaciones urbanas o restricciones que los protejan", afirma el concejal Eloi Badia.

Última milla sostenible. Badia también afirma que una furgoneta que entra en la ciudad y para delante varios negocios para entregar paquetes y pasa todo el día circulando y arrancando debe repensarse porque contamina, congestiona y ocupa espacio público. "La última milla debe hacerse de forma sostenible", afirma también sin concretar. Algunas ciudades han creado centros de distribución desde los que se reparte con bicicletas o vehículos eléctricos.

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