Los Comités de Defensa de la República, el secesionismo que no obedece a nadie

La pérdida de iniciativa de la ANC da alas a los autoproclamados CDR

Manifestación de protesta convocada por los CDR en Girona el pasado lunes. En vídeo, el enfrentamiento, ese día, entre los mossos y los CDR en las puertas del Parlament.Vídeo: Robin Townsend/EFE | ATLAS

El parlamento catalán sufrió el lunes un intento de asedio por parte de grupos incontrolados convocados por los Comités de Defensa de la República (CDR). Los CDR son colectivos sin jerarquía, autónomos en su territorio y que nacieron en el entorno antisistema de la CUP. Su nombre inicial era Comités de Defensa del Referéndum y se autoorganizaron para defender los puntos de votación de la consulta ilegal del 1-O. Pero hasta el 8 de nov...

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El parlamento catalán sufrió el lunes un intento de asedio por parte de grupos incontrolados convocados por los Comités de Defensa de la República (CDR). Los CDR son colectivos sin jerarquía, autónomos en su territorio y que nacieron en el entorno antisistema de la CUP. Su nombre inicial era Comités de Defensa del Referéndum y se autoorganizaron para defender los puntos de votación de la consulta ilegal del 1-O. Pero hasta el 8 de noviembre de 2017 no estrenaron su insubordinación radical, oponiéndose a la intervención de la Generalitat mediante el 155 con protestas en la calle y cortes en la red de transporte.

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Estas agrupaciones tomaron el nombre de los Comités de Defensa de la Revolución cubanos, unas células de delación vecinal creadas para denunciar señales de oposición al castrismo. Los CDR son el espíritu del independentismo unilateral. Existen casi 300 en toda Cataluña. Su ascenso responde al menor protagonismo que están asumiendo la ANC y Òmnium Cultural en la movilización popular. Con sus presidentes encarcelados —Jordi Sànchez y Jordi Cuixart—, los CDR acusan a ANC y Òmnium de pasividad. El principal encontronazo entre estas organizaciones se produjo el pasado 30 de enero, cuando cientos de miembros de estos comités sitiaron el parlamento catalán para exigir que Carles Puigdemont fuera investido presidente. La ANC se desmarcó de ellos por considerar que utilizaban la violencia. En abril se produjeron nuevas interrupciones en la red de carreteras ejecutadas por estos grupos, en señal de protesta por la detención en Alemania de Puigdemont.

Estos comités se nutren actualmente de independentistas que no ven en la ANC o en los partidos soberanistas una plataforma de acción para defender la proclamación de la república. En las reuniones de debate de estos comités es habitual encontrarse a jubilados o a padres de familia. Pese a esta transversalidad, son los jóvenes cercanos a la izquierda anticapitalista los que se ponen al frente de las acciones más agresivas.

La organización de los CDR es opaca. Poco trasciende de su estructura porque la confidencialidad es clave para burlar la acción judicial. Se celebran reuniones secretas de sus representantes, y sus portavoces se relevan en sus funciones para evitar ser identificados. Aunque hay una comunicación básica entre ellos, no existe una estructura de dirección, la toma de decisiones es asamblearia y cada CDR es autónomo para actuar. Por eso se producen diferencias. Como cuando estos comités pidieron el lunes en Barcelona la dimisión del presidente de la Generalitat, Quim Torra, mientras que en Girona ni siquiera se planteó.

Desde el fin del 155 y la formación del nuevo Gobierno catalán, los comités presionan a Torra para que desobedezca la legalidad española. E, incluso, han realizado escraches en las sedes de PDeCAT, CUP y, la más dura, en la de ERC. “No aceptamos pactos o cambio de rumbo. Tirad adelante con lo que prometisteis en campaña o dimitid”, advirtieron los CDR a Torra en sus redes sociales.

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