“Si yo no me voy a Mali, tú no te vas a casa”

Dantouma K., condenado por acoso familiar, secuestró a la mujer del cónsul para lograr un salvoconducto y huir de España

El hombre que retuvo cinco horas a la mujer del cónsul honorario de Mali y la víctima, durante el secuestro.Albert Garcia

Cuando recibió un extraño mensaje de su mujer, José Luis López supo que algo no iba bien. “Ven al despacho. Solo. Es urgente”. Intentó comunicarse con ella, pero no respondía. Pasados 45 minutos y después de una breve llamada aún más inquietante en la que ella le suplicó, con voz llorosa, que regresara, el cónsul de Mali en Barcelona llamó al 112. “Creo que mi mujer está retenida”, les explicó.

Dantouma K. se presentó en el consulado el lunes 19 de marzo a las 13.30 horas, al borde del cier...

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Cuando recibió un extraño mensaje de su mujer, José Luis López supo que algo no iba bien. “Ven al despacho. Solo. Es urgente”. Intentó comunicarse con ella, pero no respondía. Pasados 45 minutos y después de una breve llamada aún más inquietante en la que ella le suplicó, con voz llorosa, que regresara, el cónsul de Mali en Barcelona llamó al 112. “Creo que mi mujer está retenida”, les explicó.

Dantouma K. se presentó en el consulado el lunes 19 de marzo a las 13.30 horas, al borde del cierre. Quería que le expidieran el laissez passer, un salvoconducto para regresar a Mali. Pero la mujer del cónsul, que trabaja allí como administrativa, le dijo que no podía ser. Un juez les había notificado que prohibía a Dantouma abandonar España tras haber sido sentenciado a seis meses de cárcel por haber quebrantado una condena inicial (a dos meses) por “acoso en el ámbito familiar”.

Dantouma, de 40 años, no aceptó la respuesta. “Si yo no me voy a Mali, tú no te vas a casa”. Empezó así un secuestro que iba a prolongarse cinco horas y que movilizó a grupos especiales de Mossos y de Policía Nacional. El cónsul barajó los peores pronósticos. “No sabíamos si era de Al Qaeda, si iba armado…” Sus sospechas tenían fundamento: dos semanas antes, la policía le había ofrecido protección por la inestabilidad provocada por el terrorismo yihadista en el país africano. Tras discutirlo con la embajada en Madrid, desestimó la ayuda.

El escenario empezó a clarificarse cuando la mujer logró hacer otra breve llamada poco antes de las 16 horas. “No va armado. Es el del laissez passer”, dijo al cónsul, que entonces se ofreció para subir al despacho -una primera planta de la avenida Josep Tarradellas de Barcelona-, y abrir la puerta él mismo. Los Mossos rechazaron el plan por temor a ponerle en riesgo. Y convocaron a un negociador desde la central de Egara. La mujer, mientras tanto, intentaba convencer al secuestrador para que bajaran juntos a comer.

Los alrededores del consulado pronto se vieron rodeados de periodistas y policías. La presencia de estos últimos incomodó a Dantouma, que cerró con llave y “puso unas sillas detrás de la puerta a modo de barricada”. El negociador tomaba nota de las demandas de Dantouma: hablar con el presidente de Mali, disponer de billetes de avión... En ningún momento agredió ni amenazó a la mujer si no accedían a sus peticiones.

Desde la calle, al secuestrador se le veía remover papeles, caminar arriba y abajo, fumar… Al final se vino abajo. Asumió que la situación se le había ido de las manos. “¿Qué vamos a hacer? Tú te vas a casa y yo a la cárcel”, le dijo, resignado, a la mujer. Quiso entregarse al cónsul, que accedió al rellano y le habló en bambara, la lengua local. A Dantouma le hizo gracia ese detalle. “No es normal que un blanco hable bambara”, detalla López. Al rellano le acompañaron dos policías que dijeron que eran "del ayuntamiento". Cuando el hombre abrió la puerta, los agentes arrojaron una granada tipo stunt que le dejó aturdido.

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Dantouma fue detenido e ingresó en prisión. Al día siguiente, su mujer se presentó ante el cónsul para pedirle perdón en su nombre. “Dijo que se le había ido la cabeza”, narra López. Dantouma tiene antecedentes por episodios similares: durante un tiempo acosó a la alcaldesa de Rubí, Ana María Martínez, lo que le valió una orden de alejamiento durante dos meses.

Las medidas de seguridad se han reforzado en el consulado de Mali: ahora cierran con llave. La semana pasada, otro compatriota se presentó pidiendo un salvoconducto. Su hoja penal tampoco estaba limpia (por un delito menor), aunque finalmente el juez le autorizó a salir. Por si acaso, antes de hacer la gestión el cónsul le puso sobre aviso con humor: "Si sale que no, no me montes el lío".

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