Carmena inaugura la plaza de Arturo Barea en Madrid

Madrid recupera la memoria del autor de “La forja de un rebelde” tras 80 años de exilio

Manuela Carmena descubre la placa de la nueva plaza de Arturo Barea en Lavapiés. AYUNTAMIENTO DE MADRID

Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, ha descubierto este sábado una placa en la que se nombra como plaza de Arturo Barea al enclave urbano donde se alzaban las Escuelas Pías de San Fernando, en el corazón del barrio de Lavapiés (oficialmente Embajadores). En él pasó su infancia el autor de la trilogía La Forja de un rebelde, novela considerada por el premio Nobel Gabriel García Márquez como una de las obras literarias en lengua española más importantes de la posguerra....

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Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, ha descubierto este sábado una placa en la que se nombra como plaza de Arturo Barea al enclave urbano donde se alzaban las Escuelas Pías de San Fernando, en el corazón del barrio de Lavapiés (oficialmente Embajadores). En él pasó su infancia el autor de la trilogía La Forja de un rebelde, novela considerada por el premio Nobel Gabriel García Márquez como una de las obras literarias en lengua española más importantes de la posguerra.

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Tras una iniciativa ciudadana protagonizada por dos vecinas del barrio de Lavapiés, Yolanda Sánchez e Isabel Fernández, así como por el corresponsal británico en Madrid, William Chislett, iniciativa inicialmente avalada por más de un centenar de intelectuales y posteriormente rubricada por más de mil firmas, el Consistorio madrileño se propuso con este acto de bautizar la plaza con su nombre reparar una suerte de deuda simbólica contraída por Madrid con uno de sus mejores cronistas, 80 años después de su forzado exilio a Inglaterra durante la Guerra Civil.

El acto, al que concurrió numeroso público, contó con intervenciones de la promotora de la iniciativa cívica, Isabel Fernández, más William Chislett, así como el hispanista Ian Gibson; el primer editor en España de la novela de Barea, José Esteban; la escritora Elvira Lindo; el rector de la UNED, Rafael Triana y la alcaldesa, Manuel Carmena, que pronunció unas palabras.

William Chislett, que siguió los pasos de Arturo Barea en Inglaterra, en su breve alocución, dio la bienvenida a Lavapiés al escritor. Ian Gibson confesó por su parte haber leído tardíamente la trilogía de Barea, si bien destacó haber quedado fascinado tras su lectura y resaltó la importancia de la figura de la madre lavandera del autor desempeñó en la conformación de su sensibilidad literaria. Gibson hizo un llamamiento a la unidad de las izquierdas. La escritora Elvira Lindo señaló que “hizo falta que el escritor se desclasara”, y que experimentara numerosas vicisitudes para llegar a brindar un testimonio como el que la novela incluye.

Para Manuel Carmena, Arturo Barea, "conmovió a toda una generación; mi generación ha sido la que tuvo que encontrar a esa parte de España que no estaba cuando nacimos; los que nacimos en el franquismo tuvimos que ir encontrando a esos abuelos, a esos padres, a esos tíos, a esos escritores, a esos políticos que se nos habían ido; y La Forja de un rebelde fue uno de los libros que encontramos".

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Escrita en el exilio

La obra fue escrita desde el exilio de Inglaterra, donde el escritor republicano, de filiación socialista y adscrito a la Unión General de Trabajadores, hubo de refugiarse al concluir la Guerra Civil. Arturo Barea, huérfano de padre desde que contaba con un mes de edad, había nacido en Badajoz en 1897. Su madre se desempeñó como lavandera en las riberas del Manzanares. Su crianza, vida juvenil y adulta se desarrolló en Madrid, donde Barea ejercería de supervisor y censor de los corresponsales de prensa extranjera en el edificio de telefónica de la Gran Vía de Madrid durante la contienda bélica; con los periodistas estableció estrechas relaciones amistosas y literarias. Barea murió en Inglaterra en 1957, tras haberse desempeñado como comentarista en la radio pública británica BBC, entre otros cometidos. Su obra más conocida, “La forja de un rebelde”, no pudo ser editada en España hasta después de la muerte del dictador, cuya censura prohibió sañudamente sus escritos, como recordó el editor José Esteban.

La plaza ahora recién bautizada con el nombre de Arturo Barea fue anterior e informalmente —nunca de manera oficial— llamada de Agustín Lara, el compositor mexicano y esposo de la actriz María Félix, autor del chotis “Madrid” —ciudad que nunca visitó— que tiene una calle en el distrito de Moncloa.

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