Sanidade retira los fármacos abandonados en un psiquiátrico

La consellería reconoce un “error” aunque insiste en que los edificios del complejo de Toén no están abiertos

Medicamentos abandonados en el psiquiátrico de Toén, sin uso desde enero de 2012. NACHO GÓMEZ

Un error aunque con matices. La Consellería de Sanidade ha retirado cientos de medicamentos psiquiátricos que permanecían abandonados en el hospital Doctor Cabaleiro Goás, en el municipio ourensano de Toén, teóricamente cerrado desde enero de 2012, cuando se ordenó su clausura porque el viejo sanatorio levantado hace medio siglo ya no reúne las condiciones adecuadas para el tratamiento de enfermos.

 Tras inspeccionar nuevamente las instalaciones, fuentes sanitarias consultadas por este diario admiten un “error” porque “los fármacos no debían estar allí”, aunque matizan que el centro “no...

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Un error aunque con matices. La Consellería de Sanidade ha retirado cientos de medicamentos psiquiátricos que permanecían abandonados en el hospital Doctor Cabaleiro Goás, en el municipio ourensano de Toén, teóricamente cerrado desde enero de 2012, cuando se ordenó su clausura porque el viejo sanatorio levantado hace medio siglo ya no reúne las condiciones adecuadas para el tratamiento de enfermos.

 Tras inspeccionar nuevamente las instalaciones, fuentes sanitarias consultadas por este diario admiten un “error” porque “los fármacos no debían estar allí”, aunque matizan que el centro “no es de libre entrada” porque se “bloquearon los accesos”, aunque reconocen que desde la supresión de los vigilantes de seguridad privada que patrullaban el recinto, de casi cuatro hectáreas, los saqueadores “han forzado las puertas y se han producido robos de todo tipo”. “Incluso se bloquearon las carreteras con fosas para evitar que pudiesen acceder con furgonetas”, recuerdan las mismas fuentes.

La Consellería explica que los medicamentos abandonados formaban parte de un “contenedor de desechos” que quedó olvidado en la antigua farmacia hospitalaria, tras la clausura del psiquiátrico y el traslado de los internos al cercano hospital de Piñor, otro de los centros del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. Entre los cientos de fármacos que han permanecido al alcance de cualquiera durante casi tres años figuran anticonvulsivos, antidepresivos para el trastorno obsesivo-compulsivo, antipsicóticos, corticoides contra la esquizofrenia, algún derivado opiáceo o pastillas para el tratamiento del cáncer de mama.

Todos estos fármacos requieren receta médica y algunos incluso tienen un nivel de seguridad mayor ya que precisan de un visado específico emitido por la inspección sanitaria al ser de prescripción restringida. Se trata de medicinas de especial control médico (ECM) de gran eficacia pero que pueden provocar efectos secundarios muy graves. También permanecían sin vigilancia agujas, jeringuillas, botes con polvos, jarabes y otro material sanitario como vías o pañales, muchos en cajas sin estrenar.

A los 10 edificios del viejo hospital público Cabaleiro Goás puede acceder cualquier persona que llegue al lugar tras una caminata de poco más de cinco minutos, ya que la práctica totalidad de las puertas están desbloqueadas y abren sin esfuerzo al empujar con la mano. Ninguna ha sido tapiada con bloques o ladrillos. Sí se bloqueó con vallas metálicas el acceso al viejo centro social, formado por un auditorio, una cafetería, la capilla o una sala de exposiciones, aunque una de las puertas está abierta de par en par. Al otro lado del muro se amontonan colchones, camas, mobiliario y maquinaria médica en una especie de vertedero sanitario que, según Sanidade, se guarda allí “por si llegado el momento pueden ser cedidos a otros países o instituciones para otros usos ya que se han quedado obsoletos”. También han sido retirados los contratos repletos de datos privados de trabajadores, cuadrantes de turnos laborales o nóminas que, olvidados tras la mudanza, sobrevivieron a los robos y a la humedad en las oficinas que ocupaban los sindicatos.

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