Un país entre el amor y el dolor

El fotógrafo Pieter Hugo exhibe en la galería barcelonesa Colectania su mirada agridulce sobre la contradictoria realidad de Sudáfrica

Thoba Calvin y Tshepo Cameron Sithole-Modisane, Pretoria, 2013. pieter hugo

Aunque en Sudáfrica el apartheid fue abolido hace ya más de veinte años, la sociedad aún no ha cicatrizado sus heridas y a las viejas tensiones raciales se han sumado las nuevas fracturas económicas y tecnológicas. Lo explicó el fotógrafo Pieter Hugo (Johannesburgo, 1976) en la presentación de su muestra Kin,abierta en la Fundación Foto Colectania hasta el 10 de diciembre. La exposición, coproducida con la Fundación Cartier-Bresson de París donde se presentará el próximo invierno, despliega 40 imágenes en color, de grandes dimensiones, que exploran por un lado la fractura y e...

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Aunque en Sudáfrica el apartheid fue abolido hace ya más de veinte años, la sociedad aún no ha cicatrizado sus heridas y a las viejas tensiones raciales se han sumado las nuevas fracturas económicas y tecnológicas. Lo explicó el fotógrafo Pieter Hugo (Johannesburgo, 1976) en la presentación de su muestra Kin,abierta en la Fundación Foto Colectania hasta el 10 de diciembre. La exposición, coproducida con la Fundación Cartier-Bresson de París donde se presentará el próximo invierno, despliega 40 imágenes en color, de grandes dimensiones, que exploran por un lado la fractura y esquizofrenia de la sociedad sudafricana y por el otro el papel que juega el fotógrafo en ella.

"Durante el apartheid no existía el concepto de fotografía artística, una imagen era exclusivamente un vehículo de información. Sin embargo yo soy de reflejos lentos y el fotoperiodismo nunca ha sido mi terreno preferido, de modo que he ido evolucionando naturalmente hacia una práctica artística, interesada en explorar el espacio entre el documento y el arte", indicó Hugo, descendiente de holandeses y franceses, aunque su familia ya lleva enraizada en Sudáfrica más de 300 años.

Tras viajar por muchos países africanos denunciando contradicciones y problemáticas en series célebres como Nollywood o The Hyena and Other Men, en esta producción, realizada durante los últimos cuatro años, Hugo se centra en su entorno más próximo. "Kin, que significa familiar, quiere analizar la distancia entre los ideales y la realidad de un país herido y muy violento donde las cicatrices del colonialismo y el apartheid siguen sangrando", explicó Hugo, que ha reunido desde la primera boda de una pareja gay zulú y los ritos iniciáticos de los adolescentes xhosa (la etnia de Mandela), hasta los retratos de su hija recién nacida, los desnudos de su esposa embarazada y los rostros humildes y curtidos por el sol de quienes trabajaron para su familia a lo largo de varias generaciones.

En las grandes imágenes de corte pictórico, que se multiplican en el libro publicado por la prestigiosa fundación estadounidense Aperture, los momentos íntimos y privados se alternan con los espacios públicos y las amistades extemporáneas encontradas en un bar o por la calle. "Lo más difícil ha sido elegir la mirada, porque todo depende de la mirada que se utiliza. Cuando hago una foto, no me interesa presentar la realidad, sino ofrecer una experiencia", aseguró Hugo, que por ello ha eliminado los pies de foto explicativos de sus primeras series, para dejar solo los nombres de los protagonistas.

Los retratos predominan, pero también hay bodegones de memoria flamenca, paisajes y como prólogo o resumen, dos impactantes vistas aéreas de una urbanización exclusiva y un barrio marginal, cuya topografía es la prueba fehaciente de las diferencias que siguen desgarrando la sociedad sudafricana.

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