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La geodesia del 15-M

Los periodistas Rosa María Artal, Ignacio Escolar y Lluís Bassets analizan la topografía de los movimientos sociales en el mundo

Lluís Bassets, Rosa María Artal, Emili Piera e Ignacio Escolar, en la Fira del Llibre de València. JOSÉ JORDÁN

Desde la caída de Lehman Brothers el 15 de septiembre 2008, la crisis financiera se ha extendido como la pólvora en una intereconomía globalizada, provocando un concatenamiento de terremotos sociales y revueltas que tuvieron su máxima expresión en 2011. “Son como placas tectónicas, verdaderos terremotos”, aludió irónicamente el martes el periodista Emili Piera en la presentación del debate sobre Movimientos sociales en la Fira del Llibre de València, en el que participaron Lluís Bassets, director adjunto de EL PA...

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Desde la caída de Lehman Brothers el 15 de septiembre 2008, la crisis financiera se ha extendido como la pólvora en una intereconomía globalizada, provocando un concatenamiento de terremotos sociales y revueltas que tuvieron su máxima expresión en 2011. “Son como placas tectónicas, verdaderos terremotos”, aludió irónicamente el martes el periodista Emili Piera en la presentación del debate sobre Movimientos sociales en la Fira del Llibre de València, en el que participaron Lluís Bassets, director adjunto de EL PAÍS y autor de libros como Primaveras, terremotos y crisis; Rosa María Artal, autora de La energía liberada e Ignacio Escolar, que ayer presentaba junto a Artal el libro colectivo Actúa.

Pero, ¿cuál es la geodesia de movimientos sociales como el 15-M que dieron una mayoría absolutísima al PP? ¿O de las revueltas en el norte de África que han fulminado cuatro férreas dictaduras policiales?

Los jóvenes han sido la clave en el cambio político en África

Las primeras “señales de humo” del alcance de la crisis social, política y económica llegaron de las revueltas en Grecia en enero de 2010 y las protesas sociales por las subidas de tasas universitarias en Reino Unido con la llegada de Cameron ese año, o el estallido del volcán en Islandia que paralizó la aviación europea, apuntó Artal.

“Todo es un caldo de cultivo” azuzado por la rapidez de las tecnologías móviles, que convergen en la primavera árabe o en la toma de la Puerta del Sol en Madrid, resumió Artal. “En España todo confluye en el movimiento 15-M. Pasó lo que tenía que pasar”, en opinión de la periodista. “Y a ese caldo de cultivo”, añadió Escolar, “se unen el factor imitación —la toma de la plaza de Tahrir en El Cairo y en Madrid la de Sol— y las tecnologías. “El monopolio que tenía el viejo oficio de la información, el periodismo, se rompió hace un año. Gracias a las redes sociales como Twitter, Facebook y los blogs, Internet, ya no es patrimonio de lo tecnólogos”, recordó el primer director del recién cerrado diario Público. “Una manifestante en Tahrir con solo 300 seguidores y el hashtag adecuado y repitiendo el mismo tuit creó un efecto de bola de nieve”, subrayó.

Los movimientos demuestran que hay que usar la cabeza y actuar
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Bassets, experto en las revueltas árabes, coincidió en el caldo de cultivo común a las revueltas y la rapidez de las tecnologías móviles, pero añadió el factor demográfico y las inquietudes y malestar de los jóvenes en países en desarrollo, frente al envejecimiento en el primer mundo, como clave del éxito de los movimientos en el norte de África, además de un desplazamiento del poder en mundo y un nuevo escenario geopolítico.

La toma de Tahrir y de la plaza de Sol no tienen nada que ver y tienen todo que ver. El fenómeno no se ha producido en 2011, es una cultura de una década, que cristalizó en 2011”. ¿Cuál es el futuro del 15-M? Es una pregunta de Nobel, ironizó Artal. Pero la herencia que ha dejado y pervive es: “Actúa. Usa la cabeza. Y mira a Grecia, Portugal o Islandia”.

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