Paz, naturaleza y buen vino: cinco lugares para disfrutar de un pedazo de cielo
De Fompedraza, en cuyos viñedos a 900 metros de altura tiene origen Celeste, al valle de los neardentales o el bosque encantado de Eume. Recorremos España para encontrar lugares en los que desconectar del ruido y reconectar con uno mismo.
El ruido del día a día nos aleja de nosotros mismos. La vida urbana y frenética puede estar repleta de estímulos, pero también nos lleva a perder nuestro centro y nuestra paz interior. En momentos como esos buscamos un lugar de retiro en el que poder respirar, conectar con la naturaleza y disfrutar de algunos de los mayores placeres de la vida. Para hacerlo un poco más sencillo, hemos seleccionado cinco destinos dentro de España en los que poder encontrar ese sosiego perdido.
Fompedraza: viñedos que tocan las estrellas
Este pequeño pueblo de la comarca de Campo de Peñafiel, en Valladolid, es uno de esos destinos que nos ofrecen todo eso que buscamos para escaparnos y recuperar nuestra esencia. Allí, a 900 metros sobre el nivel del mar, se encuentran los viñedos de Pago del Cielo, de los de mayor altitud dentro de la Denominación de Origen de Ribera del Duero. En ese paraje salpicado de casas de piedra se crea Celeste, un vino que recoge la mejor tradición de uno de los paraísos vitivinícolas de España y que nace bajo el influjo de las estrellas.
La elevada altitud de sus viñedos proporciona a la uva noches frescas, donde las vides encuentran sosiego del calor diurno. Ese balance entre frío y calor amplifica sus notas ácidas durante su maduración y proporciona al vino una intensa expresión frutal, un cuerpo voluminoso y firme estructura. Su recolección, realizada de noche para garantizar el máximo frescor de la uva, es el siguiente paso para dar forma a un vino que captura la emoción y la intensidad de una noche estrellada. Un destino ideal para disfrutar de la comunión entre naturaleza, paz y el mejor sabor.
Fragas do Eume: el bosque encantado
Hay lugares en los que la naturaleza es tan elocuente que cambia nuestro estado de ánimo al instante. El Parque Natural de Fragas do Eume, en A Coruña, es uno de ellos. Uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa, es conocido en la zona por el sobrenombre de “bosque encantado”, algo que se entiende al recorrer a pie alguna de sus rutas. Atravesado por el río Eume, en él encontraremos numerosos parajes que parecen salidos de un cuento, además de un lugar que hará las delicias de los amantes del senderismo.
El monasterio de Caaveiro, construido en el siglo XII y declarado Bien de Interés Cultural en 1975, es uno de esos lugares en los que el tiempo parece detenerse, algo similar a lo que sucede en As Pontes, Pontedeume y Monfero, los tres pueblos que delimitan el bosque. En una zona en la que viven menos de 500 personas, es el lugar perfecto si buscamos paz y contacto con la naturaleza más pura.
Albarracín: el pasado mágico
Seleccionado a menudo como uno de los pueblos más bonitos de España, esta localidad turolense hace honor a su fama. Situado en las faldas de una montaña, y cerca del río Guadalaviar, esta antigua capital de un reino de taifas nos habla a cada paso de su historia a través del poso islámico y medieval que impregna sus rincones. Su imponente muralla da paso a un conjunto de calles empedradas que nos llevan al castillo del Andador, la torre de Doña Blanca, y dos recintos amurallados.
Monumento Nacional desde 1961 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sus monumentos históricos y la impresionante vista desde sus murallas crean uno de esos entornos embriagadores en los que el tiempo parece detenerse.
Órgiva: el corazón de la Alpujarra
Situada a las faldas de la sierra de Lújar y Sierra Nevada, la localidad granadina de Órgiva es el centro neurálgico de la Alpujarra, una zona conocida por la belleza de sus paisajes y la suavidad de su clima. Con poco más de 5.000 habitantes, el pueblo ofrece numerosos atractivos que dan testigo de su historia, desde la Casa palacio de los condes de Sástago (su actual ayuntamiento) a la Iglesia de Nuestra Señora de la Expectación, construida sobre una antigua mezquita musulmana.
Pero es su carácter multicultural lo que le diferencia de otras localidades de la región. Antiguo lugar de culto para comunidades hippies, en sus alrededores viven personas de diversas nacionalidades, creando un auténtico enclave para todos aquellos que buscan convivir con la naturaleza y encontrar un ritmo de vida reposado
Pinilla del Valle: el valle de la vida
A poco más de una hora en coche de Madrid se encuentra uno de los parajes naturales más impresionantes de España. Situada en el llamado Valle de los Neardentales por sus yacimientos paleontológicos, dos cadenas montañosas delimitan la zona, atravesada por el río Lozoya, que a su vez va a parar al embalse de Pinilla. En este enclave privilegiado se encuentra esta pequeña localidad desde la que se pueden realizar numerosas rutas a pie.
Los robledales y pinares cercanos, así como su proximidad con el embalse ofrecen numerosos lugares para perderse o viajar en el tiempo en los Yacimientos del Calvero de la Higuera, testigos de nuestro pasado más remoto.
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