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‘La fiesta’, de Tessa Hadley: dos hermanas descubren el mundo

Con un aire clásico, la novela traza un retrato evocador del paso a la edad adulta y sus potencialidades de futuro en el Bristol de la posguerra

La fiesta, de Tessa Hadley, es una novela breve, con un aire casi clásico y una aparente sencillez llena de capas y matices, protagonizada por dos hermanas en el Bristol de la segunda posguerra. Evelyn, la menor, estudia filología francesa y es tímida y autoconsciente. Moira, que estudia mo...

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La fiesta, de Tessa Hadley, es una novela breve, con un aire casi clásico y una aparente sencillez llena de capas y matices, protagonizada por dos hermanas en el Bristol de la segunda posguerra. Evelyn, la menor, estudia filología francesa y es tímida y autoconsciente. Moira, que estudia moda, es más audaz y desenvuelta. La estructura tiene tres partes: primero, las hermanas van a una fiesta, tontean, bailan, conocen a unos hombres mayores. Se despiertan en casa, conocemos algo de su vida familiar. Unos días más tarde, acuden a otro encuentro en una casa semiderruida: una nueva fiesta que se mueve entre el disparate y el tedio, lo divertido y lo siniestro.

Hadley traza un relato de aprendizaje rico, evocador y sutil concentrado en un periodo muy breve. En poco espacio logra crear personajes, plantear los asuntos que angustian a los personajes, introducir referencias que van del jazz a Racine, pasando por bebidas repugnantes a base de sidra. Con un narrador en tercera persona que inicialmente parece focalizarse en Evelyn, pero no se limita a su punto de vista, y con diálogos abundantes e ingeniosos, muestra el clima de las fiestas de la época y presenta a una familia de clase media baja, donde el padre tiene una relación con una mujer más joven y el hermano pequeño juega a fabricar explosivos. Hay una mezcla de aceptación y secretismo. Moira cree que su madre se ha abandonado, cena con los rulos puestos; no lo haría, leemos, si estuviera el padre. Las hermanas se encuentran en un camino de ascenso social, que no es fácil ni está exento de ansiedades. Otros personajes quedan bien definidos con pocos trazos: Sinden, la familia o Donald, enamorado de Evelyn, pero demasiado agradable como para que ella pueda considerarlo atractivo.

La fiesta es un libro sobre el comienzo de la vida adulta, sobre los papeles que se pueden asumir en un momento de marcados roles de género y sobre el encuentro excitante y amenazador con el sexo —una combinación de placer y cutrez, con más sordidez que éxtasis—. Habla de un momento de desconcierto con uno mismo y con la imagen que proyecta, pero también lleno de vitalismo y energía que contrastan con la presencia constante, al fondo, de la muerte y el peligro. En la ciudad quedan las huellas del bombardeo; permanece la memoria del racionamiento. La experiencia de la guerra se percibe también en las conversaciones: en la forma de hablar de la renovación urbana y de la muerte, por ejemplo. Pero también en los conflictos de la época, aunque sucedan lejos: el noviete de Moira, Cass, muere en Malasia, en algo que llaman eufemísticamente emergencia en vez de guerra, tras decirle que se alistaría si ella no se iba con él a París. Moira siente que su fallecimiento la apena un poco menos de lo que debiera. Moira y Evelyn visitan a la antiguamente vivaz señora Magnus, postrada por una apoplejía: una condición, piensa una hermana, en la que ella no querría vivir. Un vecino atropella al perro de la familia y lleva el cuero a casa en brazos. Evelyn, sola, deja el animal tendido en una mesa.

Pese a la atmósfera realista y las tonalidades deliberadamente apagadas y casi enmohecidas (con una excelente aportación, como señalaba una reseña de The Guardian, a la literatura urinaria), La fiesta tiene también algo de cuento de hadas: la transgresión, ese aire de amenaza y de prueba acaso necesaria para avanzar hacia la independencia. Ese breve periodo de la vida de las dos jóvenes hermanas parece contener las potencialidades de su futuro: “Estaban llenas de dudas, se sentían sucias y defectuosas y eran conscientes de que llevaban la ropa desaliñada de la noche anterior, pero en realidad justo entonces parecían tal como aspiraban a parecer enigmáticas y opacas y deseables como las jóvenes misteriosas de una película francesa, con unas vidas llena de significado y poder”.

La fiesta  

Tessa Hadley   
Traducción de Margaret Palmer
Sexto Piso, 2025
108 páginas, 17,90 euros

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