Así lee Mariana Enriquez, así escribe la maestra del terror
Adentrarse en el rescatado debut de la autora argentina junto al volumen de sus gustos literarios es una lección de cómo las observaciones lectoras se transforman en escritura
Qué maravilla para quienes leemos a Mariana Enriquez en España que se hayan publicado simultáneamente su nuevo libro, Archipiélago, algo así como una memoria de lectora (sus libros favoritos, el modo en que llegó a ellos, los lugares, las resonancias que establecen con la música o el cine, etcétera), y el rescate de...
Qué maravilla para quienes leemos a Mariana Enriquez en España que se hayan publicado simultáneamente su nuevo libro, Archipiélago, algo así como una memoria de lectora (sus libros favoritos, el modo en que llegó a ellos, los lugares, las resonancias que establecen con la música o el cine, etcétera), y el rescate de su segunda novela, Cómo desaparecer completamente, original de 2004 e inédita en España. El primero es un libro para quedarse a vivir en él, y el segundo, una buena novela, pero el caso es que, al compaginar ambas lecturas, a uno lo va ganando la sensación de asistir a una lección magistral (aunque sin tarima, engolamiento, pretensiones ni magisterio, es decir, que en realidad no es una lección magistral en absoluto, sino una invitación a la complicidad) y a su demo: ¿quiere usted saber cómo las observaciones lectoras se transforman en escritura a lo largo de un proceso creativo? Pues en esta combinación hallará muchas respuestas, y muy valiosas.
Aborda a contemporáneos como Bret Easton Ellis a Elaine Vilar Madruga, por citar dos al tuntún, con un hambre insaciable de lenguajes con que experimentar el hecho de estar viva.
Por supuesto, esto no significa que exista obligación alguna de leerlos juntos. Es el azar quien los ha unido en las librerías. En cuanto a Archipiélago, se trata de un libro adorable en el que Enriquez alterna capítulos más extensos con otros que son un solo párrafo, entre tres y doce líneas, unos y otros al servicio de la tarea común de explicar su relación con los libros y la conformación de su gusto literario. La peripecia de Enriquez, eso ya lo sabíamos de antes, ha sido peculiar, con sus fuertes raíces en lo popular mezclándose con el acceso a lo que el purismo considera canónico y el terror como piedra de toque constante. Que la autora llegue a los clásicos por el camino inesperado del pop o el rock, por ejemplo, condiciona el modo en que los interpreta y facilita que los lea como algo vivo, no material de estudio, y como documentos venerables, sí, pero no al modo de un archivista sino acercándose a Rimbaud con el mismo abanico de emociones que la llevan a Nick Cave. En cuanto a los contemporáneos, de Bret Easton Ellis a Elaine Vilar Madruga, por citar dos al tuntún, los aborda con un hambre insaciable de lenguajes con que experimentar el hecho de estar viva.
El asunto, entonces, es que Archipiélago está escrito con un entusiasmo que roza lo mágico: siendo adulto, en él late la adolescencia, y una cosa y la otra están vivas por igual en estas páginas. Así, Enriquez construye un libro modélico, una preciosidad accesible y profunda, marcada por una transparencia y luminosidad constantes que, paradójicamente, se parecen inmensamente a la oscuridad de su narrativa, y recordemos que la autora escribe novelas y relatos que están muy en deuda con esta confesión en Archipiélago: “La América Latina que me gusta leer: la que no tiene luz”.
Enriquez construye un libro modélico, una preciosidad accesible y profunda, marcada por una transparencia y luminosidad constantes que, paradójicamente, se parecen inmensamente a la oscuridad de su narrativa
En cuanto a Cómo desaparecer completamente, es una novela sin presencia de lo sobrenatural, ambientada en un terrible barrio porteño y protagonizada por un personaje que viene del abuso en el seno familiar y se dirige no se sabe adónde, a la delincuencia, a la huida, al amor o a la enfermedad. Cruda y seca, en ella resuenan la crisis económica, un realismo extraño, los relatos adolescentes y, desde luego, el imaginario under. A mí me ha impresionado el retrato de Matías, con ese peso del trauma que lo lleva a sentirse desplazado, impotente e insuficiente, cortocircuitado en su relación con el mundo. Es, insisto, una buena novela, y desesperada.
Ocurre que disfruté especialmente prestando atención a las pistas que Archipiélago disemina para entender mejor de dónde nació la novela o cómo se forjó. Por ejemplo, hay diálogos sequísimos y desorientados en Cómo desaparecer completamente que suenan a Menos que cero, pasajes en tren o a pie atravesando la ciudad que son pura psicogeografía a lo Iain Sinclair, y pasajes queer o tomados por el aura del fenómeno fan que ilustran todo lo que Enriquez explica sobre ambas realidades en su ensayo. Y está también, como un pedazo suelto de realidad soñada, esa chica leyendo en el autobús frente a una gasolinera Shell, esa chica que podría ser Enriquez llorando ante el final terrible de un libro de Cormac McCarthy, esa chica que provoca el deseo triste de otro lector que se creía demasiado herido para desear a nadie, hasta que…
Archipiélago
Ampersand, 2025
300 páginas. 15 euros
Cómo desaparecer completamente
Anagrama, 2025
200 páginas. 19,90 euros