De Gutenberg a Elon Musk: historia, poder y tecnología
‘Calculating Empires’, la premiada obra de Kate Crawford y Vladan Joler, traza un apasionante mapa de la estrecha relación entre poder y tecnología a lo largo de los siglos como instrumento de dominación y control social
Kate Crawford and Vladan Joler no son cartógrafos normales. La académica australiana asesora a gobiernos de todo el mundo sobre el desarrollo y gobernanza de la IA, incluyendo el nuestro, y está de guardia permanente desde que Donald Trump y Elon Musk llegaron al poder. De hecho, ha volado a Gijón desde Nueva York para hacer e...
Kate Crawford and Vladan Joler no son cartógrafos normales. La académica australiana asesora a gobiernos de todo el mundo sobre el desarrollo y gobernanza de la IA, incluyendo el nuestro, y está de guardia permanente desde que Donald Trump y Elon Musk llegaron al poder. De hecho, ha volado a Gijón desde Nueva York para hacer esta entrevista, robándole unas horas a la cumbre de urgencia que ha convocado Emmanuel Macron en París. El artista e investigador serbio vive y da clases de la facultad de Bellas Artes de Novi Sad (Serbia), donde acaba de estallar una revolución. Calculating Empires (calculando imperios), su segundo proyecto juntos, se acaba de estrenar en España como parte de Máquinas digitales, tecnología, industria, sociedad, la última exposición comisariada por Pablo de Soto en el centro LABoral de Gijón.
El subtítulo de Calculating Empires es A Genealogy of Technology and Power Since 1500 (una genealogía de tecnología y poder desde 1500). “Nos proporciona una especie de piedra Rosetta para interpretar críticamente los últimos 500 años de imperialismo occidental y las nuevas formas de imperialismo lideradas por Donald Trump junto con tecnoligarcas estadounidenses como Elon Musk, así como por Vladimir Putin y Xi Jinping”, escribe la arquitecta catalana Olga Subirós. “Esta obra es esencial para quienes buscan entender las dinámicas de poder y tecnología que han moldeado y continúan diseñando nuestro mundo sin el mundo.” Su versión original, montada en blanco sobre negro, podrá verse a partir del próximo 21 de febrero en Matter Matters. Diseñar con el mundo, una exposición que Subirós ha comisariado en el Museu del Disseny-Dhub, con más de 600 piezas de la colección y varias obras contemporáneas.
La obra es un mapa de 24 metros de largo por tres metros de alto con miles de ilustraciones y textos elaborados, abarcando siglos de expansión, conflictos, y colonizaciones, que explica cómo los avances tecnológicos han sido utilizados históricamente para centralizar la autoridad y ejercer control. Un ensayo visual diseñado para entender las interconexiones, los patrones y las dinámicas que definen el comportamiento y la evolución de los sistemas de control y explotación que se ocultan bajo nuestra existencia digitalizada. “En un siglo XXI en el que democracia, industria y ámbito digital están cada vez más interconectados, Calculando Imperios cuestiona la arquitectura actual de los procesos de innovación, defendiendo que el diseño de las máquinas digitales del futuro debe tener en cuenta las repercusiones ambientales y sociales a largo plazo y apostar por tecnologías justas, éticas y sostenibles”, dice De Soto.
Pensar en sistemas
Crawford y Joler se conocieron hace 10 años en el Centro Bellagio de la Fundación Rockerfeller. Mozilla los había reunido en un taller con un grupo de intelectuales especializados con la idea de intentar reconstruir Alexa, la IA de Amazon. “Vladan y yo fuimos los únicos que se dieron cuenta de que no bastaba con reconstruir el hardware”, explica Crawford desayunando en el Parador de Gijón. “Y tampoco podíamos centrarnos sólo en la capa algorítmica o en la capa de interfaz. Había que describir la enorme infraestructura que la respalda y que la hace posible a escala planetaria, con un enorme costo ambiental”. Fue el principio de una relación basada en una obsesión compartida: cartografiar el uso de la tecnología como instrumento de poder del imperio, con la infraestructura y la economía política como ejes.
Fue lo que se dice un matrimonio hecho en el cielo. Joler llevaba un tiempo tratando de romper la invisibilidad de las infraestructuras y las “cajas negras” tecnológicas con diagramas visuales como The Facebook Algorithmic Factory (la fábrica algorítmica de Facebook) bajo el paraguas de Share Lab, y escribiendo ensayos sobre el nuevo extractivismo en colaboración con el pensador italiano Matteo Pasquinelli o la formidable artista catalana Joana Moll. Crawford era la investigadora principal en Microsoft Research en Nueva York, cofundadora del AI Now Institute en la Universidad de Nueva York.
El primer fruto de sus poderes combinados fue Anatomy of an AI System (anatomía de un sistema de Inteligencia Artificial), donde describen la trazabilidad “del campo a la mesa” del altavoz inteligente de Amazon, ahora parte de la colección del MoMA y del Victoria & Albert de Londres. Poco después Crawford publicó uno de los libros fundamentales para entender la industria que domina el mundo: Atlas de la IA, (Ned, 2023). Ella estudia en profundidad la cadena de suministro de la IA, y calcula el impacto ambiental de la minería de litio y otros materiales para fabricar el hardware, el consumo energético de los centros de datos y la explotación laboral que se esconde detrás de la presunta automatización. Tardaron 9 años en producir Calculating Empires, financiada por la Fundación Prada. Este año ha recibido el Premio de la Unión Europea S+T+ARTS de Innovación en Ciencia y Tecnología.
Los artistas han buscado inspiración en los grandes frescos y tapices históricos, como el Tapiz de Bayeux, o el Atlas de Abby Warburg. La obra se expande en el espacio y en el tiempo, pero lo impactante es la escala. “En este momento”, dice Crawford, “el poder de la tecnología tiene que ver con acumulación a gran escala”. Este concepto se materializa claramente en el imperio creciente de Elon Musk. Sus empresas (Tesla, SpaceX, The Boring Company, la plataforma antes conocida como Twitter y Neuralink) le ofrecen el control de una flota de infraestructuras interconectadas y extractivas que se expanden en nombre del progreso mientras destruyen la estabilidad ecológica, política y social.
Una revolución inesperada
Las protestas empezaron en noviembre, cuando el tejado de la estación de tren de Novi Sad se desplomó, matando a 15 personas. El 31 de enero de 2025, día de la inauguración en Laboral, miles de estudiantes iniciaron una marcha de 80 kilómetros desde Belgrado a Novi Sad. Las ciudades los iban recibiendo por el camino con ropa, alimentos y ovaciones. El 1 de febrero, tres meses después del accidente, los manifestantes bloquearon los tres puentes de Novi Sad, conmemorando a las víctimas y exigiendo responsabilidades políticas. Todos esperaban que el gobierno declararía la ley marcial. En su lugar, llegó la dimisión de Milos Vucevic. Pocos días más tarde, Vladan pudo volar a Barcelona para revisar la instalación. Su cabeza sigue en Serbia con sus estudiantes; han derribado el Gobierno de la ciudad pero no al presidente.
A diferencia de la Primavera Árabe y otros movimientos similares como el 15M, hay un extraño vacío informativo. Ni siquiera las redes sociales ofrecen información actualizada de lo que está sucediendo allí. ¿Hay un bloqueo del Gobierno o son los propios estudiantes los que han renunciado a las redes porque las consideran herramientas de opresión? Dice que está pasando algo mucho más raro: los activistas han cambiado de actitud con respecto a los medios. No los odian ni los temen. Sencillamente, les dan igual.
“El Gobierno en Serbia hizo todo para controlar la televisión, los periódicos. Dijeron que esa era la principal batalla mediática y, en los últimos 12 años, han implementado muchas técnicas diferentes para reaccionar e intervenir en la esfera de Internet”, explica. “Por ejemplo, cada vez que escribes algo, tienen personas obviamente pagadas, haciendo comentarios de supuesta lucha contra el discurso de odio. Ha sido así durante tanto tiempo que la gente ya no les presta atención”.
También se están comunicando de otra manera. “Yo ya no consumo información de los medios tradicionales. Sigo involucrado en el espacio de la información, pero ya no es ni a través de los medios, ni de Instagram, ni de Twitter. Hemos empezado a conectarnos de manera más organizada entre pares, evitando el algoritmo”. Los estudiantes se comunican sólo en persona y a través de estos grupos, principalmente en Viber y Signal, la clase de aplicaciones de mensajería encriptadas que favorece Edward Snowden. “Tienes asambleas con cientos de profesores, pero nadie se da cuenta de que la organización de un grupo en Signal es un acto político”. La criptografía ha llegado al mainstream.
También han cambiado los followers y los likes por la acumulación de cuerpos: en marchas, en asambleas, en universidades. El efecto es muy distinto. Joler cuenta que la primera protesta fue una explosión de dolor emocional que se transformó en rabia. Los estudiantes gritaron, pintaron de rojo un edificio. Después convocaron 15 minutos de silencio. “Este tipo de proceso meditativo común transformó esta ira en algo más importante”. John Berger dijo que la función de la protesta no es cambiar al tirano sino a los manifestantes. Joler cree que la tristeza compartida en silencio fue un evento catártico que cambió la naturaleza del colectivo. Estar juntos en la pena trajo algo parecido a la felicidad.
Y los cuidados. Han constituido una brigada de profesores para garantizar la seguridad de los estudiantes, que también tienen su propia seguridad. “Nadie sabe nada sobre seguridad pero, después de tres meses, saben cómo moverse por la calle, cómo protegerse de los golpes”. Han establecido patrullas de protección en los que hay círculos que protegen a otros círculos. No sólo de la violencia física; también están tratando de proteger el silencio. Tienen protocolos para resguardarse de las campañas de propaganda externas. No quieren proyectarse hacia fuera, quieren proteger este nuevo vínculo por encima de todo lo demás.
No tienen una ideología concreta. “Las asambleas estudiantiles están tratando de protegerse de cualquier tipo de influencia política”, dice Joler, “incluso de las onegés. El movimiento es altamente político, en el sentido de que quieren acabar con este Gobierno corrupto, pero están protegiendo este tipo de espacio no-político. Es realmente raro. Nadie sabe cómo terminará. Es como una especie de sociedad post-post… política”. Le pregunto si les sirven de algo los mapas que ha hecho con Crawford. Dice que no mucho, al menos de momento.
“Extraen ideas del centro del mapa, como modelos de organización de asamblea”, explica. “Creo que lo que veremos será una especie de nivel post-post-post o meta, donde diferentes partes del mapa se combinan en algo nuevo”. En cualquier caso, cartografiar el uso de la tecnología para ejercer el control nos ayuda a predecir el comportamiento de las fuerzas del orden pero no para anticipar la reacción de la población. Esta revolución ha sido una sorpresa.
“Fue completamente inesperado, y con esos estudiantes”, dice riendo. “Todos pensábamos que esta era, literalmente, una generación con el cerebro podrido, en un sentido completamente apolítico, y de repente se transformó en la forma más política posible. Al final, la conexión humana es impredecible, incluso en un contexto completamente absurdo”. ¿Significa esto que la apatía con la que hemos recibido los últimos acontecimientos políticos podría ser temporal, o esconder movimientos subterráneos más profundos? “El futuro es completamente desconocido”, dice, “pero también es raro, y bonito, y extraño, y aterrador, y todo al mismo tiempo”.
Es una conclusión inusual para alguien que lleva décadas investigando las formas de opresión que nos han conducido a este momento. Si Serbia puede cambiar el curso de la historia, cualquier cosa puede pasar. Mirando su último mapa, es difícil imaginar el final del imperio. Como dijo Audrey Lorde en su famoso discurso: “las herramientas del poder nunca podrán servirnos para desmantelar el poder”.
La dominación imperial
En el corazón de Calculating Empires están, por supuesto, la computación de Von Neumann, que transforma por completo el siglo XX, y la Revolución Industrial. Pero también procesos más sutiles e insidiosos. Por ejemplo, cómo la habilidad de medir el cuerpo y de las emociones evoluciona a través de los sistemas de cálculo para convertirse en políticas de discriminación, corrección y sometimiento. La tecnología ortopédica nace para corregir al niño que no sabe sentarse derecho, usar la derecha, crecer de la manera correcta, con los dientes derechos. O las emociones derechas. “Las emociones se veían como la representación de la moral, con cuatro tipos de humanos que se manifiestan en el color de tu bilis: amarilla, negra, blanca. Después pasa a ser una cuestión de género”, explica Crawford, señalando en el mapa la palabra histeria, un concepto que genera su propia ortopedia física y química, su propio sistema de censura y control. En el siglo XX, la emoción se convierte en algo que se puede medir, calcular, clasificar, medicar y, finalmente, monetizar. “Desaparece el concepto de emoción como un fenómeno natural inherente a la experiencia humana”, dice Crawford. Aparecen los psicólogos de Instagram.
El mapa empieza en el año 1500 en honor a dos inventos. “Está la imprenta, que de repente ofrece la capacidad de crear redes globales de información”, explica Crawford, “y, en segundo lugar, la navegación de largo alcance. De la combinación de las dos surge esta especie de militarización de la distancia, la capacidad de colonizar a pueblos indígenas a distancias mucho mayores. Y la capacidad de, esencialmente, codificar el conocimiento y que ese conocimiento alcance a una audiencia mucho más amplia”. Crawford, sin embargo, conecta más especialmente con la invención de la perspectiva artificial, en el Renacimiento, porque nos hizo lo mismo que nos está haciendo ahora la inteligencia artificial. “Está cambiando cómo literalmente vemos el mundo, nos vemos a nosotros mismos y entendemos a los demás, un cambio realmente importante en la forma de pensar sobre lo que finalmente se convierte en formas de capital y control”. Componer el mapa le hizo darse cuenta de la importancia de esa influencia a través de los siglos. Piensa que estamos en un momento similar.
Máquinas digitales, tecnología, industria, sociedad. LABoral centro de arte y creación industrial. Los Prados, 121, Gijón. Asturias. Hasta el 27 de septiembre.
Matter Matters. Diseñar con el mundo. Disseny Hub Barcelona. Plaça de les Glòries Catalanes, 37-38, Barcelona. A partir del 21 de febrero.
Atlas de la IA. Poder, política y costes planetarios de la inteligencia artificial
Traducción de Francisco Díaz Klaassen
Ned Ediciones, 2023
448 páginas. 25,90 euros