‘Tiza y pancarta’, entre una ikurriña, una hoz y un crucifijo
La primera novela de Carlos Mayor Oreja tiene el valor de ser un testimonio sincero de un complejo proceso de aprendizaje de ciudadanía en el País Vasco de los años setenta
Un pasado embarrado por la violencia suele convertirse en territorio fértil para experimentos literarios que combinan la memoria personal y la ficción. Como si el hecho de narrar permitiese amortiguar los ecos de un ayer que atormenta en presente continuo. Carlos Mayor Oreja se viene a sumar a la ya larga nómina de vascos que sostienen sus novelas en experiencias autobiográficas de una forma más o menos directa. Podemos pensar en ...
Un pasado embarrado por la violencia suele convertirse en territorio fértil para experimentos literarios que combinan la memoria personal y la ficción. Como si el hecho de narrar permitiese amortiguar los ecos de un ayer que atormenta en presente continuo. Carlos Mayor Oreja se viene a sumar a la ya larga nómina de vascos que sostienen sus novelas en experiencias autobiográficas de una forma más o menos directa. Podemos pensar en Fernando Aramburu, Gabriela Ybarra, Antón Arriola o María Jesús Orbegozo. Tiza y pancarta bucea en los convulsos años setenta a partir de las notas manuscritas de un protagonista que, tras la muerte de su mujer, decide dejar su trabajo de funcionario en un ministerio para regresar a San Sebastián. En ese territorio familiar de su infancia, le tocará asumir la espinosa tarea de impartir Formación del Espíritu Nacional en las aulas de un colegio religioso, lo que le señalará como franquista y probable objetivo de ETA.
Católico y conservador, Carlos Ruiz Elósegui descubre que la sociedad vasca está cambiando a tal velocidad que ya es incapaz de comprender todo lo que sucede a su alrededor después de varias décadas en un Madrid acomodado. Eran las consecuencias de la resaca de una triple crisis de identidad que se originó en torno a 1968. Una época que estuvo caracterizada por la reconfiguración del nacionalismo vasco (aunque tampoco estaría de más hablar del español), las tensiones entre lecturas marxistas contradictorias y la complicada convivencia de dos maneras de vivir el catolicismo después del concilio Vaticano II. Estas son las conflictivas circunstancias de los personajes de Carlos Mayor Oreja, ya sean reales o imaginarios, que pugnan interiormente con los dilemas de un futuro que está por descubrir sin saber si abanderar una ikurriña, una hoz o un crucifijo. O dos a la vez. O todas ellas. O, incluso, ninguna.
Escrita con una prosa clara y directa, Tiza y pancarta posee algunos de los problemas habituales de una primera novela. La novela resulta excesiva, por ejemplo, cuando descubrimos que el protagonista está presente en la mayoría de los acontecimientos de 1976 o cuando no se disimulan algunas acotaciones, casi enciclopédicas, que pretenden ayudar al lector actual en un contexto que ya no es el suyo. Con todo, tiene el valor de ser un testimonio sincero de un complejo proceso de aprendizaje de ciudadanía que no olvida los múltiples vasos comunicantes de convivencia que hubo en aquel entonces. Solamente hace falta ver quiénes socorren al protagonista y quiénes le ponen la zancadilla.
Tiza y pancarta
Almuzara, 2023
400 páginas. 23,95 euros
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