‘El valor guiaba sus pasos’, el alegato de Manuel Valls contra el deterioro de la clase política
El ex primer ministro francés asegura en su libro de perfiles de personajes históricos relevantes que la Historia la hacen personas capaces de enfrentarse a las más crueles situaciones
Respecto al terrorismo, “toda la reflexión de Camus se centra sobre los medios de detener esa violencia… Una primera vía de acción, para los intelectuales, consiste en no legitimarla”. Podría haber elegido otro personaje u otra cita para encabezar esta reflexión acerca del excelente libro de Manuel Valls El valor guiaba sus pasos. En él describe, con pasión literaria tanto como política, los perfiles de un buen puñado de personajes históricos cuya valentía para oponerse a las amenazas de los ...
Respecto al terrorismo, “toda la reflexión de Camus se centra sobre los medios de detener esa violencia… Una primera vía de acción, para los intelectuales, consiste en no legitimarla”. Podría haber elegido otro personaje u otra cita para encabezar esta reflexión acerca del excelente libro de Manuel Valls El valor guiaba sus pasos. En él describe, con pasión literaria tanto como política, los perfiles de un buen puñado de personajes históricos cuya valentía para oponerse a las amenazas de los enemigos de la libertad merece reconocimiento universal. Si he escogido esta mención, frente a otras muchas memorables, es porque la obra de Albert Camus inspiró a Valls sus primeros compromisos. Admiraba su coraje intelectual a la hora de “trazar un surco reformista” sin rendir pleitesía ni a la derecha conservadora ni a la izquierda vinculada al comunismo.
El discurso sobre la legitimación de la violencia trae a las mientes la zafiedad de algunos análisis sobre los acontecimientos políticos que vivimos en España. Lo que se ha dado en llamar blanqueamiento de la banda terrorista ETA a través de los pactos de los socialistas con Bildu, al margen de que este sea un partido legal y con legítimas aspiraciones de poder, por mucho que se nieguen a reconocerlo los portavoces de Sánchez constituye una manera de legitimar el uso de la violencia en política. El terrorismo etarra no era el resultado de excesos o desvaríos de algunos jóvenes nacionalistas inquietos. Fue el camino elegido para construir un proyecto político que finalmente legalizó su situación y aspira a tener reconocimiento social fuera de sus filas. Eso explica que Bildu no colabore en la tarea de aclarar los asesinatos de casi 400 víctimas de ETA, y no condene abiertamente los asesinatos de la banda, que asesinó entre otros muchos a militantes y dirigentes del PSOE. Manuel Valls, un socialdemócrata intachable, que como ministro del Interior y primer ministro francés colaboró con los gobiernos de España en la lucha contra los etarras, considera que “es repugnante e inmoral que el futuro de España dependa de quienes nunca han roto realmente con ETA y sus sangrientas acciones”. Para terminar proclamando que “las víctimas de ETA son los verdaderos héroes de la democracia española”.
A esta última, por cierto, dedica en su libro todo un capítulo. Es además muy explícito en el reconocimiento del papel insustituible del rey Juan Carlos en la creación y defensa de nuestra democracia, del que destaca “su sentido del deber y el valor que demostró. Hizo posible la transición de la dictadura a la plena democracia sin derramamiento de sangre. Desbarató un golpe de Estado. Fue la encarnación de un país moderno y dinámico”. Y recupera unas palabras que yo mismo firmé en este periódico en junio de 1979: “… cabría preguntarse de qué manera se hubiera podido dar la amnistía política, legalizar los partidos y establecer las bases democráticas del nuevo Estado si el vacío de poder creado tras la muerte de Franco no lo hubiera llenado la Corona”. Por eso, al margen de las acusaciones que han pesado sobre el rey emérito, de su abdicación y actual ausencia de España, nuestra democracia y sus actuales dirigentes tienen una deuda de gratitud con él y la institución monárquica, por mucho que renieguen de ella.
Este libro se publicó en Francia y la edición española incluye incursiones hispanas no solo referentes a la actualidad sino también a la historia de nuestro antiguo imperio. Cuando ingresó en el Senado de Estados Unidos, John F. Kennedy publicó un ensayo sobre los perfiles de históricos colegas bajo el título de Coraje civil. Ambas obras coinciden en un punto: señalar que la Historia la hacen las personas, hombres y mujeres capaces de enfrentarse a las más crueles situaciones sin rendirse ante ellas ni escudarse para justificar sus fracasos, sus carencias o sus estupideces, en circunstancias ajenas a su gestión.
El libro es fruto de la inmensa erudición de su autor, de su pasión por la Historia, su admiración por los líderes consecuentes con sus convicciones morales
El valor guiaba sus pasos es además fruto de la inmensa erudición de su autor, de su pasión por la Historia, su admiración por los líderes consecuentes con sus convicciones morales que no están dispuestos a traicionar a cambio de sus intereses. En unas fechas en que otros presidentes o primeros ministros han presentado también sus memorias plagadas de desmemoria y llenas de autocomplacencia, este libro nos ayuda a comprender hasta qué punto las tribulaciones por las que pasan tantos países democráticos tienen su causa, y su ausencia de solución, en el deterioro progresivo de la clase política, la ausencia de liderazgos, la polarización y el sectarismo de sus representantes. Enfermedades que también afectan a muchos intelectuales orgánicos del poder para quienes Malraux, Camus o Unamuno, citado repetidamente por Valls, deberían servir de ejemplo.
Por último es de señalar su brillante prosa, capaz de comunicar emociones, narrar hechos y sugerir propósitos. En definitiva, una gran obra cuyos editores no olvidaron que un libro puede y debe ser, también, un bello objeto que merece atención, cuidado y reconocimiento.
El valor guiaba sus pasos
Traducción de Eduardo Gallarza y Juan Max Lacruz
Funambulista, 2023
304 páginas. 18,50 euros
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