Una investigación sobre el robo de bebés durante la dictadura argentina
A ritmo de ‘thriller’, Federico Bianchini reconstruye en ‘Tu nombre no es tu nombre’ el caso de Claudia Poblete Hlaczik, criada como Merceditas Landa por un militar y su esposa hasta que descubrió que estos eran sus secuestradores
Es una mañana de sábado. El jardín es modernista. Gatos, silencio, otoño. De repente, un mosquito se posa sobre la página 36. Lo aplasto —en defensa propia— contra el papel. Su carga de sangre explota y mancha el libro. Esa página habla de la Triple A argentina y su brutal cometido: secuestrar, torturar y asesinar a marxistas. En la página de al lado, un militante de los Montoneros dice al nuevo afiliado izquierdista: Si caés en manos del enemigo tenés que aguantar veinticuatro horas sin delata...
Es una mañana de sábado. El jardín es modernista. Gatos, silencio, otoño. De repente, un mosquito se posa sobre la página 36. Lo aplasto —en defensa propia— contra el papel. Su carga de sangre explota y mancha el libro. Esa página habla de la Triple A argentina y su brutal cometido: secuestrar, torturar y asesinar a marxistas. En la página de al lado, un militante de los Montoneros dice al nuevo afiliado izquierdista: Si caés en manos del enemigo tenés que aguantar veinticuatro horas sin delatar a nadie. La simbólica sangre del mosquito adquiere entonces el valor moral de las 30.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos, de la dictadura argentina (1976-1983). Todas esas víctimas son el trasfondo de este libro, un gran reportaje al más puro estilo The New Yorker donde Federico Bianchini centra su mirada en un solo caso. La historia de una identidad robada. La vida de Claudia Poblete Hlaczik, criada como Merceditas Landa por un militar y su esposa hasta que descubrió que aquellos padres eran sus secuestradores y que sus progenitores reales habían sido dos revolucionarios desaparecidos.
Este libro es una investigación periodística, pero no solo. Es también la indagación reflexiva de cómo una dictadura es capaz de penetrar en lo más íntimo de una vida. Cómo se apropia de un cuerpo y de una biografía, como un gusano invasor. Qué significancia histórica y política tienen los actos individuales y los hechos colectivos. Qué contornos tiene la épica minúscula: ciegos que hacen pintadas de “Abajo la dictadura” en paredes que no ven y mutilados que montan guardia en la esquina por si llega la policía y ellos no pueden correr. Es una meditación sobre la revolución romántica y el maoísmo prêt-à-porter de los setenta. Sobre la dificultad emocional de atreverse a saber y el dolor de las heridas que no cauterizan. Es un descenso a la historia de un país entero convertido en una inmensa prisión. De cómo hay jaulas construidas con mentiras y de cómo, pese a la angustia en el pecho y el miedo que nubla la vista, hay algo en la verdad que resulta tranquilizador.
Bianchini escribe que, sin relato, la historia se diluye. Sin rostro, también. El de Claudia es el rostro de aquella Argentina que nunca se fue. La escritura de Bianchini —con hálito poético y tics martíncaparrosianos— traslada lo inasible de aquella atmósfera opresiva y sanguinaria. Los centros de tortura en comisarías, barcos, fábricas y escuelas. La búsqueda de desaparecidos por hospitales, iglesias y psiquiátricos. La inyección de pentotal sódico, la somnolencia profunda, el avión, el vuelo antes de ser arrojados —semidesnudos e inconscientes— al mar. El olor a neumático quemado en el centro de tortura del Olimpo para borrar esa pestilencia que deja la carne quemada. Los gritos. Su eco en la memoria.
El de Claudia Poblete Hlaczik no es un caso más. Fue la primera condena por robo de bebés a un militar argentino. El caso que permitió juzgar de nuevo a los responsables del terrorismo de Estado. En los 17 años siguientes se condenó a 1.117 personas por crímenes de lesa humanidad. Pero todos esos datos palidecen ante el coro de vidas aquí narradas. Esa constelación de sufrimiento, resistencia y lucha que rodea a Claudia engrandece esta historia, narrada como thriller y reflexionada como ensayo, pero sustentada en el fulgor de la crónica. No es el autobús, es el 126. No es Claudia Grumberg, sino Claudia Grumberg, la chica de la voz dulce. “Pero nadie, nada, nunca”, escribe Bianchini, sin miedo al estilo. Es un libro intenso. Con un magnífico arranque, bien estructurado, quizá con abundancia de comillas y un final demasiado abrupto. Y con dudas que elevan a la no ficción. Como esta: “¿Qué es, en un campo de concentración donde día y noche se escuchan gritos de tortura, la esperanza?”. Tal vez sea la única escapatoria para un mosquito.
Tu nombre no es tu nombre
Libros del KO, 2023
198 páginas, 18,90 euros
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