Una historia de la fotografía a través del amor y el deseo
Una exposición y un libro invitan al espectador a valorar el potencial de las imágenes a la hora de mostrar los sentimientos que rodean a las relaciones sentimentales
Cuenta Simon Baker, director de la Maison Européenne de la Photographie de París, que en cierta ocasión, mientras ojeaba un catálogo de Noyuyoshi Araki con el fotógrafo, al llegar a una imagen de su mujer, el artista exclamó algo así como: “Durante todo el tiempo que pasé con ella creí que estaba fotografiando el amor, que era el tema de mi obra, pero ahora cuando miro estas fotografías de Yoko, creo que falta el amor, que de alguna forma no supe capturarlo”. Esta desmitificadora declaración por parte del autor ...
Cuenta Simon Baker, director de la Maison Européenne de la Photographie de París, que en cierta ocasión, mientras ojeaba un catálogo de Noyuyoshi Araki con el fotógrafo, al llegar a una imagen de su mujer, el artista exclamó algo así como: “Durante todo el tiempo que pasé con ella creí que estaba fotografiando el amor, que era el tema de mi obra, pero ahora cuando miro estas fotografías de Yoko, creo que falta el amor, que de alguna forma no supe capturarlo”. Esta desmitificadora declaración por parte del autor de Sentimental Journey, el diario visual que recorre los 19 años en los cuales fotografió obsesivamente a su amada, reconocido como una de las obras más influyentes y tempranas de la fotografía autobiográfica, sirve de introducción al catálogo de Love Songs. Photography and Intimacy. Una exposición tan romántica como cruda que invita al espectador a valorar el potencial de la fotografía, inexorablemente asociada a lo real, a la hora de mostrar el amor; algo tan invisible y elusivo como complejo y subjetivo en su definición.
Son 16 los artistas de distintas partes del mundo que ofrecen diferentes visiones del amor y del deseo, todos ellos desde una perspectiva personal. Un abanico que parte de 1952 hasta nuestros días estructurado como una playlist visual, como aquellas recopilaciones caseras de música que hace años estaba de moda intercambiar con amigos, familiares y amantes, ¿se acordarán algunos de las cintas de casete? De manera que, en la cara A se encuentran las fotografías que datan de 1950 a 1990 y, en la B, desde el 2000 hasta hoy. La exposición es una nueva versión de la celebrada en el MEP el año pasado. Bajo el comisariado de Sara Razi se ha expandido la iniciativa incorporando la obra de cinco nuevos artistas.
En el núcleo de esta muestra se encuentra una observación realizada por Nan Goldin, cuando su poderosa The Ballad of Sexual Dependency fue incluida en una exposición colectiva que exploraba el voyerismo. La autora planteó la imposibilidad de ser voyeur de su propia vida. Y si así fuera, ¿qué espacio ofrecen al espectador estas series fotográficas para dar sentido a las intimidades qué comparten con nosotros?, se pregunta Baker. ¿Nos invitan sus autores a identificarnos con ellos?
La muestra ofrece un amplio repertorio sobre el amor y el deseo. Desde el tierno y melancólico relato de L’oeil de l’amour (1952) que ofrece René Groebli de su luna de miel en París ; a las íntimas fotografías realizadas en 2019 por Clifford Prince King, un canto a la libertad a través del amor negro queer, mediante escenificaciones inspiradas en momentos tanto reales como imaginarios; pasando por el amor en tiempos de la guerra, On War and Love (2006), donde Fouad Elkoury revela las heridas que deja en su vida amorosa y en su entorno la guerra del Líbano, a través de montajes fotográficos, y anotaciones; o el amor en tiempos de sida, reflejado a través de la apasionada y literaria relación de Hervé Guibert con Thierry Juno, quien da nombre a la serie Thierry (1976–1991).
Es la mano del artista se deja ver en los collages de Aikaterini Gegisian que dieron forma a su libro titulado Handbook of the Spontaneous producido con materiales procedentes de revistas pornográficas y catálogos de viajes turísticos utilizados para subvertir las nociones mercantilistas y fetichistas con que se representa el placer en la capitalista cultura occidental. Mientras Collier Schorr echa mano del performance en el proyecto Angel Z (2020-2021), en el cual la cámara se erige como una tercera presencia; un testigo para explorar la figura de la musa. “¿Qué ves cuando te miro?” se pregunta Angel Zinovieff pareja y colaboradora de la fotógrafa.
La vulnerabilidad se palpa en Lovesody (2008) de Motoyuki Daifu, que tiene como protagonista a una joven embarazada y madre de un niño de dos años que trastocará la mente del fotógrafo durante seis meses. Mientras, en Proud Flesh (2003–2009) es la incisiva y cruda pero también tierna mirada de Sally Mann, la que profundiza en los estragos de la enfermedad en el amor, documentando el avance de la distrofia muscular en su marido, Larry. Una obra que alude a la dignidad y a la aceptación de la vejez.
No podrían faltar el desamor y la venganza en esta muestra. Leigh Ledare pidió a su ex mujer que le permitiera fotografiarla a lo largo de cuatro días en una cabaña, para más tarde volver a pedirle que repitiera la experiencia pero esta vez siendo fotografiada por su nueva pareja, el también fotógrafo Adam Fedderly. Con este material Ledare dio forma a Double Bind (2010) donde se plantea una comparación de la misma situación vista a través de dos circunstancias completamente distintas; la de una relación condenada a la imposibilidad y la de otra salpicada de promesas. La traición y el engaño afloran en la ficción autobiográfica que presenta Karla Hiraldo Voleau, Another Love Story (2021). Tras descubrir que su pareja estaba llevando una doble vida, contrató a un modelo de gran parecido con su ex amante para escenificar momento pasados. “En esta historia de mentiras y cosas por decir, la noción del doble es central”, escribe la artista desposeída de su propia historia.
Entre el miedo y el deseo
Cuando Caroline Tompkins estudiaba fotografía en Nueva York, comenzó a salir con un compañero de la universidad. Él la fotografiaba desnuda de manera continuada y subía sus fotos a Internet en un perfil de Reddit, en el que se hacía pasar por ella sin que ella lo supiera. Este fue el primer capítulo de una larga secuencia de malas experiencias que dieron forma a la percepción de las relaciones de la autora y forman la base de Bedfellow. Un fotolibro que indaga en la relación entre el placer y el peligro, donde la vulnerabilidad se expresa mediante bucólicas tomas del paisaje americano o sanguijuelas deslizándose sobre el torso desnudo de un joven. “Soñar con sanguijuelas es entender que algo te está quitando el vigor”, confiesa en un texto salpicado de toques de humor. “Me sirvió para dominar la situación y sentirme más poderosa. Para recuperar el control y la dignidad. El exponer mi intimidad necesitaba utilizar el humor para sentirme segura”, explica la fotógrafa durante una videoconferencia.
“Me planteé hacer un trabajo sobre el sexo y la lujuria en mis relaciones. Enseguida me di cuenta de que muchas de las imágenes eran bastantes aterradoras. Muy poco sensuales. Un pene erecto podía parecer cualquier cosa menos sexy. Creo que lo que más me fascina son las cosas extremas; el sexo y el amor por un lado, y el miedo y la ansiedad por el otro”, asegura Tompkins. “Las mujeres llevamos dentro muchas contradicciones y algo tan liberador como amar a un hombre puede significar también sentirse presa de él. Incluso el propio acto sexual puede resultar complicado y violento. Los dos lados de una misma moneda se expresan cuando tienes una cita y te aseguras de decirle a tu amiga dónde vas a ir. Existe un implicación de miedo y violencia en las citas de la vida moderna, una forma que varia el significado del deseo”.
La publicación introduce al lector a través de un primera foto donde la autora reinterpreta la famosa imagen de Stephen Shore, Michael y Sandy Marsh, en la que un hombre mira atentamente a la cámara mientras abraza a una mujer en un sofá, invirtiendo el papel del hombre por el de una joven en cuya expresión quedan encerradas más incertidumbres que certezas. “He querido hacer referencia a la ansiedad que pueden experimentar tanto los hombres como las mujeres. No todas las mujeres ni los hombres sienten igual”, advierte. Al tiempo que reconoce que “la objetivación sigue siendo propiedad de la mirada masculina. Cuando vemos una foto de un hombre posando como podríamos ver a una mujer sexy, a menudo la leemos como homoerótica, no las asociamos al deseo de una mujer. ¿Por qué las fotos sexys de hombres hechas por mujeres tienen un aspecto diferente? Al menos en mi experiencia, las fotos sexys de hombres tienen en cuenta el miedo, la violencia, las diferencias de poder, algo que las concede otro matiz”.
‘Love Songs. Photography and Intimacy’. International Center of Photography. Nueva York. Hasta el 11 de septiembre.
‘Bedfellow’. Caroline Tompkins. Palm* Studios. 128 páginas. 52, euros.
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