‘Pensar la ciencia’, y hacerlo desde la deriva mística
El filósofo brasileño Bernardo Kastrup realiza un “ardiente” alegato contra el materialismo de la sociedad actual, pero peca de mesianismo
El mar de signos incomprensibles para el profano que conforma el gran relato de la ciencia se suele abordar a través de los llamados libros de divulgación, donde, a veces los científicos, a veces los amantes de la ciencia, intentan hacer comprensibles los misterios del universo recurriendo a un lenguaje que no es propiamente científico, que es en realidad literario. ¿Es el libro de Kastrup Pensar la ciencia un manual de divulgación? A pesar del título, que puede sugerir que nos hallamos ante un p...
El mar de signos incomprensibles para el profano que conforma el gran relato de la ciencia se suele abordar a través de los llamados libros de divulgación, donde, a veces los científicos, a veces los amantes de la ciencia, intentan hacer comprensibles los misterios del universo recurriendo a un lenguaje que no es propiamente científico, que es en realidad literario. ¿Es el libro de Kastrup Pensar la ciencia un manual de divulgación? A pesar del título, que puede sugerir que nos hallamos ante un proyecto epistemológico destinado a hacer pensable la ciencia, el libro de Kastrup sigue fielmente la estela de su ensayo anterior, ¿Por qué el materialismo es un embuste?, y lleva a cabo una crítica obsesiva del materialismo científico.
Hablando en román paladino, podríamos decir que Kastrup le achaca a la ciencia fijarse solo en la materia, como masa cuantitativa más que cualitativa, olvidando la esencia, la del yo, la del mundo, la del universo; una esencia que para Kastrup es origen y matriz de la conciencia. Defiende la tesis de que la conciencia humana surgió, en un momento dado de la evolución, como emanación de una conciencia cósmica ya existente. Aunque Kastrup quiere presentar su pensamiento como innovador, es fácil advertir que en su crítica a la ciencia utiliza los mismos elementos que las religiones cuando se enfrentan al empirismo. También asombra que esa idea de Kastrup sobre una intervención de la conciencia cósmica en el ser del hombre se parezca tanto a la teoría de Teilhard de Chardin cuando postula la acción divina sobre la naturaleza humana en un momento determinado de la evolución. Teoría que a su vez recuerda la de los ideólogos de los antiguos extraterrestres, que postulan que somos lo que somos porque en algún momento de la historia de nuestra especie hubo una intervención exterior. Y tampoco hay que olvidar que la idea de conciencia total que sobrevuela todo el ensayo de Kastrup podría muy bien relacionarse con la noosfera de Vernadski y del citado Chardin.
El planteamiento de este libro es de una mística con mucha vocación teológica y mucho ardor profético
Bernardo Kastrup se confiesa discípulo de Kingsley, que en su acercamiento a los presocráticos cita alguna vez a Heidegger. Kastrup, en cambio, ignora al pensador que está en la base tanto de la deconstrucción y sus secuelas como del pampsiquismo new age, del que Kastrup no escapa aunque lo critique. Estamos ante otro libro que lamenta y denuncia el olvido del ser, si bien con otras palabras, y todos los libros que tratan del olvido del ser son, lo sepan sus autores o no, básicamente heideggerianos. Ocurre, sin embargo, que ese fondo y ese poso heideggerianos se corrompen cuando se mistifican, como pasa en los ensayos de Kastrup, que capitanea el presunto renacer del “idealismo metafísico”: expresión más bien redundante y que puede equivocar al lector, pues, según mi modesto entender, el planteamiento de este libro y de otros de Kastrup es claramente místico y en modo alguno metafísico, advirtiendo, además, que se trata de una mística con mucha vocación teológica y mucho ardor profético.
No en vano, Kastrup define su texto como un alegato “ardiente” contra el materialismo estéril de nuestros días. Con contundencia mesiánica, Kastrup nos asegura en la última página que “tenemos un destino que cumplir” y ordena que avancemos. Un libro nunca tendría que finalizar con una orden, y aún menos uno que “pretende acercarnos a la verdad”, pero no hay que olvidar que los textos proféticos incluyen a menudo invocaciones que tienen mucho que ver con las órdenes y que desde luego sobran en una reflexión sobre la ciencia y sus métodos.
Pensar la ciencia
Traducción de J. Rafael Hernández Arias
Atalanta, 2023
334 páginas. 26 euros
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