‘Monkey Boy’, la dura y hermosa tarea de buscarse a sí mismo
¿Latino? ¿Judío? ¿Las dos cosas? Francisco Goldman, bostoniano de origen guatemalteco, mezcla ficción y autobiografía en una brillante novela que se convierte en una historia alternativa de Estados Unidos
En Monkey Boy, al protagonista, novelista primerizo, le sobreviene una acusación peculiar: una lectora escribe al periódico donde le han dedicado una página. Les dice: Frank Goldberg no es “latino”. Yo fui a clase con él y es judío. Ni siquiera hablaba español. Frank responde al periodista que lo interroga: “Lo admito. Soy judío, y todos estos años he estado escondiendo mi verdadera identidad detrás del apellido Goldberg”. El sarcasmo de la respuesta esconde una complejidad trágica: Frank, o...
En Monkey Boy, al protagonista, novelista primerizo, le sobreviene una acusación peculiar: una lectora escribe al periódico donde le han dedicado una página. Les dice: Frank Goldberg no es “latino”. Yo fui a clase con él y es judío. Ni siquiera hablaba español. Frank responde al periodista que lo interroga: “Lo admito. Soy judío, y todos estos años he estado escondiendo mi verdadera identidad detrás del apellido Goldberg”. El sarcasmo de la respuesta esconde una complejidad trágica: Frank, o Francisco, es estadounidense, hijo de madre guatemalteca y de padre judío con orígenes rusos. Su identidad es un difícil ejercicio de apropiación: es, precisamente, la obra de ficción que va desgranando esta maravillosa novela.
Francisco Goldman (Boston, 1954) concentra la acción narrativa de Monkey Boy en un breve viaje de Nueva York a Boston, donde se crio el narrador. Apenas una visita a su madre en una residencia de ancianos y a una vieja amiga del colegio con la que no ha mantenido el contacto. Todo mezclado con el orden imperativo de recuerdos en busca de la solución de unos acertijos: ¿quién soy y quiénes son los míos? Y, ¿he sabido vivir? Añadamos los mensajes intermitentes de una amante. Es decir: el pasado sigue siendo una herida abierta y reinterpretable, casi siempre a un paso de la epifanía que nos cure.
Una forma en cierto modo clásica, aunque Goldman ha elegido tensar las posibilidades de la digresión para eludir cualquier convencionalismo estructural. Y lo ha conseguido gracias a su virtuosismo narrativo, al ritmo y la frescura sintáctica (traducida con brillantez por el novelista Daniel Saldaña París) y a la dosificación de escenas de una altísima emocionalidad durante los años de formación de su protagonista: un padre que lo maltrata, una madre a la que quizá no sabe perdonar sino retrospectivamente, una hermana pequeña a quien envidia. Goldberg, amigo de quienes lo humillan en el colegio, unas veces judío y otras monkey boy latino. Quien no supo sentirse querido y vivió sucesivas relaciones con un extraño talento para el masoquismo emocional. El joven periodista de guerra en Guatemala. El escritor sorprendido de su éxito.
Y no es que esta sea una novela encerrada en el narcisismo de su protagonista (y mucho menos “quejica”), el grandísimo talento de Goldman lleva a cada experiencia y a cada personaje a un territorio prismático, tierno y levemente irónico: nadie ni nada es juzgado y tampoco nadie ni nada es perdonado. La ambición de Monkey Boy va más lejos: narrar desde lo personal “otra historia” de Estados Unidos más allá de las buenas intenciones, que incluya su siniestro juego político en América Latina y la intemperie de unas identidades intraducibles, de unos ciudadanos borrosos.
He obviado hasta ahora la dimensión autobiográfica de Monkey Boy: evidentemente Frank Goldberg es un alter ego de Francisco Goldman. Coordenadas y experiencias también coinciden. Pero esto es una obra de ficción. Evidentemente, la ficción es la herramienta de la que nos servimos para otorgar un sentido a nuestras vidas, un secreto orden que hermane causas y efectos. De la ficción nos servimos para perseguir esa sombra propia que llamamos identidad. Y es nuestra capacidad narrativa la clave para ser empáticos: imaginar al otro en su claroscuro, superar el rol de víctima o verdugo. Y estas son algunas de las lecciones literarias, es decir vitales, de esta hermosísima novela.
Monkey Boy
Autor: Francisco Goldman.
Traducción: Daniel Saldaña París.
Editorial: Almadía, 2022.
Formato: tapa blanda (384 páginas, 23 euros).
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