Martín Chambi, el fotógrafo que dio voz a su pueblo a través de su mirada
Una exposición y un libro profundizan en la obra del fotógrafo peruano que a principios del siglo XX dio a conocer la esencia de su tierra a través de las ruinas incas y del retrato de las distintas clases sociales
En abril de 1979 se inauguraba en el MoMA una pequeña exposición retrospectiva del fotógrafo peruano Martín Chambí (Coasa,1891- Cuzco, 1973). La imagen de un grupo de seis indios, iluminados por la luz natural de una de las salas del Palacio de Justicia de Cuzco abría la muestra. Sus pies descalzos descansan sobre la mullida alfombra, mientras resignados aguardan a prestar declaración. Al otro lado de la sala un funcionario trajeado toma nota junto a otros compañeros. Dos universos ...
En abril de 1979 se inauguraba en el MoMA una pequeña exposición retrospectiva del fotógrafo peruano Martín Chambí (Coasa,1891- Cuzco, 1973). La imagen de un grupo de seis indios, iluminados por la luz natural de una de las salas del Palacio de Justicia de Cuzco abría la muestra. Sus pies descalzos descansan sobre la mullida alfombra, mientras resignados aguardan a prestar declaración. Al otro lado de la sala un funcionario trajeado toma nota junto a otros compañeros. Dos universos dispares inmortalizados en un instante. Una alegoría de la injusticia que, al igual que las 31 impecables imágenes que reunía la exhibición, permaneció oculta desde los años veinte entre el vasto número de negativos que componen el archivo del artista. Rescatadas las imágenes por el también fotógrafo y estudioso de la cultura inca, Edward Ranney, catapultaban a su autor, hasta entonces una celebridad local, a la fama internacional.
Desde entonces Chambi ocupa un lugar preferente dentro de la fotografía latinoamericana. A través de su peregrinación por las regiones andinas del Perú, escudriñó los rincones de las ruinas donde floreció un imperio. De forma sistemática mostró el mestizaje colonial en sus escenas urbanas, así como la desigualdad de la sociedad cusqueña, mediante sus retratos de burgueses y campesinos. Trascendería los límites del género del retrato, todo ello con el fin de que “testigos imparciales y objetivos vieran este acervo”, según sus propias palabras. Aquellos negativos de vidrio evidencian el magistral dominio técnico de su autor y vigor y la agudeza de su mirada. Una mirada que, aún ciñéndose a los hechos, penetra más allá, en las entrañas del misterio para dar forma a la realidad. Daba así a conocer al mundo la esencia de su tierra, el alma andina, marcada por el choque de herencias culturales, dando paso al discurso indigenista que comenzaba a cobrar forma en el territorio, al tiempo que el artista proponía una mirada unificadora del Perú. “Siento que soy representativo de mi raza; mi gente habla a través de mis fotografías”, decía.
Durante aquella determinante muestra neoyorquina, The New York Times publicó una reseña en la cual se refería a “la ausencia de protesta social o crítica” en la obra del artista indígena de origen quechua y hacía hincapié en su condición de fotógrafo favorito dentro de la élite peruana. El crítico de Max Kozloff refutaba dicha observación en The Art in América: la aportación de Chambi era presentar el sistema de dominio a través del coste humano. “No deja lugar a dudas en cuanto a su producción de víctimas”, argumentaba, enfatizando la visión del fotógrafo como la de un historiador, que ejerce no por decisión propia sino por instinto. Ambas publicaciones se hacían eco de las similitudes de los teatrales retratos del peruano con los realizados por Irving Penn en Cuzco. Durante tres días de la Navidad de 1948, el artista americano alquiló el estudio de Chambi. Los modelos no salían de su asombro cuando Penn les pagaba por posar, en vez de ser ellos los pagadores por las fotos. De aquellas sesiones salió la famosa Cuzco Children. Penn “hizo algo mucho más elegante” con sus modelos, aseguraba Gene Thornton en NYT. “Pero nunca fue capaz de suscitar y luego capturar la postura enloquecida e indomable del indio Paruro”, apostillaba Kozloff, en referencia al famoso retrato del harapiento Juan de la Cruz Sihuana, enfermo de acromegalia, a quien el fotógrafo inmortalizó en su estudio.
Establecer un diálogo entre la obra de Chambi y aquellos fotógrafos que visitaron y documentaron Cuzco y el altiplano peruano durante el mismo periodo que el autor es parte del propósito de la exposición Martín Chambi y sus contemporáneos. Los Andes fotografiados. Compuesta por 100 copias originales pertenecientes a los fondos de la colección de fotografías de Jan Mulder, quien posee la mayor cantidad de originales del autor, la muestra se exhibe en la Fundación Foto Colectania de Barcelona. Penn, Eugene Harris, Werner Bischof, Robert Frank, Pierre Verger, Max T. Vargas, Luigi Gismondi y Manuel Mancilla, entre otros fotógrafos, establecen una confrontación de miradas que amplía la construcción del imaginario colectivo sobre la milenaria cultura andina de esa época. La muestra abarca la figura del Chambi desde cinco ángulos, Machu Picchu, Retrato de estudio, Gigantes en estudio, Gusto pictorialistas y Autorretratos, a través de los cuales los comisarios, Andrés Garay y Stefano Klima, profundizan en la totalidad de la obra. Se complementa con un cuidado monográfico publicado por RM , Martin Chambi. Fotografía.
Chambi tenía 15 años cuando le comunicó a su padre, un campesino de Coasa, al norte del lago Titicaca, su decisión de ser fotógrafo. Estaba impresionado por el retrato que le tomó un fotógrafo inglés en la mina de oro de Carabaya, donde el joven indígena vendía alcohol a los mineros. Su talento suplió desde sus comienzos las limitaciones de su existencia, alimentado por una insaciable curiosidad. De ahí que ingresó como ayudante en el mejor estudio de Arequipa, en un momento en que la fotografía ganaba impulso de la mano de retratistas como Max. T Vargas, su mentor. En Cuzco estableció su estudio. Entre 1920 y 1950 consolidaría su estatus de ‘fotógrafo artista’, a través de la coherencia y profundidad de su obra, lo que le distinguió de sus coetáneos. Reportero, retratista, empresario o peregrino, “fue muchos sin dejar de ser él mismo”, tal y como apunta el historiador Horacio Fernández en uno de los textos que incluye el monográfico. “En las fotos de Chambi, los secretos se desvelan y la Madre piedra, espuma de los cóndores se toca con la punta de los dedos”, escribe Fernández haciendo referencia a las imágenes tomadas en el Machu Picchu. Aquel viaje realizado en 1924, a la ciudad perdida descubierta por Hiram Bingham trece años antes, tendría en él un efecto determinante. En aquellas montañas, sobrecogido por la magnitud del pasado, daría forma a una visión inédita, más allá del mero documento. “Empieza a concebir sus imágenes como los posibles emblemas de una nueva mirada peruana contemporánea”, destaca Garay.
En 1950, un gran terremoto sacudió Cuzco derrumbando gran parte de su arquitectura colonial. “Las murallas incas monolíticas de la vieja capital permanecieron en pie en perfectas condiciones”, recordaba Kozloff. “Se dice que Chambi se desesperó por la destrucción de su ciudad y gradualmente perdió su espíritu. Murió en 1973″.
‘Martín Chambi’. Fotografía. RM. 194 páginas. 45 euros.
‘Martín Chambi y sus contemporáneos. Los Andes fotografiados’. Fundación Foto Colectania. Barcelona. Hasta el 12 de junio.
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