Equipo 57, ingenua y fecunda abstracción
El C3A de Córdoba dedica una gran exposición al colectivo andaluz, que persiguió un arte social que obviara lo figurativo, lo expresionista y lo propagandístico. Su utopía fracasó, pero su legado teórico pervive
Tres artistas cordobeses, Juan Serrano, José Duarte y Juan Cuenca, y uno extremeño, Ángel Duarte, viajaron a París en 1957 para aprobar la que entonces era la última asignatura de las escuelas de Artes y Oficios de provincias: conocer a Picasso. Una vez conseguido, podrían proclamar su posición artística, con cierto desdén impostado, a cualquiera que pasara por el café Le Rond Point. Allí conocieron a Agustín Ibarrola, un discípulo de Oteiza que había acudido a París con la misma intención, y con él redactaron el mani...
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Tres artistas cordobeses, Juan Serrano, José Duarte y Juan Cuenca, y uno extremeño, Ángel Duarte, viajaron a París en 1957 para aprobar la que entonces era la última asignatura de las escuelas de Artes y Oficios de provincias: conocer a Picasso. Una vez conseguido, podrían proclamar su posición artística, con cierto desdén impostado, a cualquiera que pasara por el café Le Rond Point. Allí conocieron a Agustín Ibarrola, un discípulo de Oteiza que había acudido a París con la misma intención, y con él redactaron el manifiesto de Equipo 57. Comenzaron a exponer en la capital francesa apoyados por el artista Richard Mortensen y la galerista Denise René, aunque a su vuelta a España decidieron situar el núcleo de su producción en Córdoba. De su esfuerzo colectivo nacieron muchas obras en menos de cinco años, de las que el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo posee cerca de 200 en su colección.
La sede en Córdoba de la institución, el C3A, dedica ahora la mayor exposición hasta la fecha consagrada a este colectivo que, atento a los informalismos, al constructivismo ruso y a las vanguardias históricas, buscó formular un arte social que no cayera en lo figurativo, en lo expresionista o en lo propagandístico. Para ello, era preciso en primer lugar acabar con la expresión individual del artista en pos de la investigación colectiva. “El arte es más una disciplina de proyección social que un trabajo de justificación social”, rezaba su manifiesto. De forma paralela a otros colectivos de investigación, como Arte Concreta, surgido en Milán en 1948, o el Grupo El Paso, que integraron Rafael Canogar o Antonio Saura en los cincuenta, Equipo 57 quiso hacerse un hueco en el arte español desde una posición crítica con el franquismo a través del lenguaje abstracto.
Sus objetivos eran múltiples, imposibles, totalmente naífs y candorosamente idealistas: vendieron multitud de obras a precio de costo “para acabar con el mercado” y elaboraron un cuerpo crítico amplísimo y contradictorio que, en su propia conceptualización ideológica, remaba a veces en contra de las propias obras. Decidieron no acudir a la Bienal de Venecia para conservar su fuerza como colectivo crítico y plantearon la “interactividad del espacio plástico”, como titularon un breve texto en el que defendían la intersección de la forma, el color, la masa, la política y la acción artística. El escultor vasco Jorge Oteiza había sido mentor espiritual de Ibarrola y conoció al grupo en París, pero rechazó firmar el manifiesto de Equipo 57 debido a la ingenuidad utópica que vio en esos planteamientos.
De la gran cantidad de archivo que donó Equipo 57 al CAAC en 2007, del que aparecen expuestas cartas, catálogos y recortes de prensa, se desprende un idealismo nostálgico y candoroso, por lo que resulta comprensible la posición de Oteiza. Sin embargo, hay algo en su juventud idealista que hace que Equipo 57 ocupe un lugar singular entre los siempre breves y accidentados intentos de las vanguardias de medio siglo en España. Agotado el resistencialismo y la ortodoxia revolucionaria que dominó en los círculos de izquierdas hasta bien entrados los cincuenta, se hizo necesario plantear prácticas artísticas comunes que resistieran a la decepción que iba penetrando en el país y que se asentaría con el desarrollismo y el turismo intensivo. Equipo 57, uno de los mejores representantes de ese espíritu, materializó su investigación en dibujos, pinturas, gouaches, esculturas, estampaciones y mobiliario. El grupo se disolvió definitivamente en 1966, aunque ya desde la detención y tortura de Ibarrola, cuatro años antes, se había hecho patente que la investigación de un arte social desde la abstracción y contra el expresionismo individualista se topaba con dureza con la prosaica y nada abstracta represión franquista.
Si la decepción fue prácticamente inevitable, como ya había pronosticado Oteiza, la exposición del C3A logra intercambiar la nostalgia condescendiente del visitante por un respeto distanciado hacia la obra de estos artistas. La proyección remasterizada de Film Experiencia nº 1. Base teórica, ensayo fílmico de 1957 que les sirvió para explicar e investigar su teoría de la interactividad del espacio plástico, y una pequeña muestra de obras de Juan Serrano, que realizó una vez terminada la experiencia del colectivo, son claves para evitar el paternalismo. En la película se entiende de forma admirable la conjunción entre investigación y producción, lo que da cuenta de la gran fecundidad y coherencia formal y teórica del colectivo. Por otro lado, Serrano, arquitecto municipal de Córdoba desde 1967, siguió pensando modelos teóricos sobre la intersección entre geometría y experiencia como un medio para plantear la evolución de la ciudadanía, llevando a la práctica —si bien de forma limitada y realista— parte de las investigaciones de su juventud a través de obras públicas. Al fallecer en 2020, donó al museo una gran cantidad de maquetas y una recreación inmersiva de una de ellas, el proyecto Alhambra, que se puede visitar actualmente. De Equipo 57, a pesar de su fracaso, quedan huellas en la ciudad, pero también un deseo colectivo de aunar forma, espacio y política desde lo abstracto.
‘Equipo 57′. Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A). Córdoba. Hasta el 28 de febrero.
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