Carlos García Gual descifra la fórmula de la alegría de Demócrito

El 15 de abril de 2021 se conmemoró el 180º aniversario del doctorado de Karl Marx en la universidad alemana de Jena. El título de su tesis fue Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro. Ese mismo día se terminó de imprimir en los pequeños talleres de una imprenta de Oviedo, para una editorial que publica bellos libros, el último trabajo de...

El 15 de abril de 2021 se conmemoró el 180º aniversario del doctorado de Karl Marx en la universidad alemana de Jena. El título de su tesis fue Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro. Ese mismo día se terminó de imprimir en los pequeños talleres de una imprenta de Oviedo, para una editorial que publica bellos libros, el último trabajo de Carlos García Gual. Del filósofo de Samos sabíamos que la física fue un saber necesario en el arduo camino hacia la felicidad, la verdadera preocupación, la ética, de la mayoría de filósofos helenísticos. A Demócrito lo ubicamos con los presocráticos, el paso del mito al logos y la reflexión sobre el fundamento último de la naturaleza, el arjé, un materialismo vertebrado por átomos y vacío. Pero de sus casi 300 fragmentos conservados, poco más de 200 son de ética, algo que no debería sorprender de un filósofo que predicaba el ánimo sereno y el buen humor en su búsqueda de la felicidad, y que según Séneca nunca se mostró en público sin una sonrisa, como en el cuadro de Rubens Demócrito y Heráclito, que ilustra la portada de este libro tan necesario. Algo tendría que ver el haber nacido en Abdera, un Lepe de la antigüedad, a cuyos habitantes consideraban estúpidos en Atenas, a decir de Cicerón, sin duda por haber confundido el sentido del humor con la estulticia, algo que se contradice con que entre sus hijos ilustres se encontrasen el mismo Demócrito o Protágoras.

No voy a descubrir a nadie que Carlos García Gual es el decano de los filólogos clásicos de nuestro país, solvente polígrafo sobre el mundo clásico y su tradición y alma de la Biblioteca Clásica Gredos, una empresa hercúlea que si no fuéramos españoles no hubiésemos dejado fenecer. Pero hay otra faceta de este filólogo, vencido siempre por la curiosidad hacia la historia de la filosofía, que quizás sea algo menos conocida para sus lectores; García Gual nos ha regalado, entre otros hechos memorables, enjundiosas páginas sobre Epicuro o las filosofías helenísticas y una portentosa traducción de Diógenes Laercio y sus vidas y opiniones de filósofos ilustres.

Su nuevo trabajo consiste ahora en ofrecernos una edición y comentario de los fragmentos morales de Demócrito, una rehabilitación de la ética del último de los llamados presocráticos, sugerente todavía para la modernidad por ofrecernos una sencilla y exigente receta para ser feliz consistente en la búsqueda de la medida, la sensatez y el respeto a uno mismo, de la euthymía o el buenánimo; más del deleite que del placer, como señaló otro apologista del hedonismo como Michel Onfray, para dejarnos campo libre a los hombres para ser amos de nuestro destino en la tierra. Nos auxilian libros como este para lograr la tranquilidad del alma, esa buena disposición moral que nos brinda, a través del humor, del reír, un antídoto contra la bilis de nuestra época, tan enojada con el pasado y con el presente como esclava de placeres cuya satisfacción casi siempre incluye la insatisfacción.

Felicitémonos, pues, porque García Gual nos brinde un pequeño manual de cálculo utilitarista para ser felices y de que haya reflotado de las profundidades del olvido el pecio del naufragio en hora temprana de la ética de Demócrito. No pocos fragmentos justifican la lectura necesaria de un apologista de la educación, adorno para los afortunados y refugio para los desventurados, y del cosmopolitismo, la única vía posible para acercar las soledades; una receta sencilla para ser felices consistente en tender siempre hacia la alegría y en no temer ni a nada ni a nadie.

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