Nicolás Márquez, biógrafo de Milei y agitador de la ultraderecha argentina: “Los desaparecidos no eran personas, eran guerrilleros”
El autor del libro ‘Milei, la revolución que no vinieron venir’ es un ariete de la derecha argentina más radical. Negacionista de la dictadura, defiende al dictador Jorge Videla y ataca a homosexuales y feministas
A las siete de la tarde del primer domingo de febrero Nicolás Márquéz (Ramos Mejía, 49 años) se asomó al borde de la piscina de la residencia presidencial en Olivos, Buenos Aires, y vio a Javier Milei sumergido con pantalones largos de gimnasia, el torso desnudo y blanco y sólo la cabeza a salvo del agua. Márquez, que vive en la ciudad balnearia de Mar del Plata y lleva 20 años sin entrar en el mar, vestía un bañador oscuro que le prestó Mario Suli, asistente personal del Presidente. En el agua, Márquez y Milei se abrazaron efusivamente y empezaron a caminar de lado a lado durante 80 minutos. En esa ejercitación rutinaria, Milei expuso ante la grabadora de Márquez una visión muy optimista del año electoral 2025 gracias a los buenos resultados que prevé en la economía. Sólo los interrumpió un aviso de Suli: sus perros ya habían comido y paseado.
— Al desgrabar tuve que poner los parlantes a todo volumen -cuenta Márquez- porque la voz de Javier era muy suave. Ya no es explosivo y lo veo muy aplomado. Me contó que va los martes y jueves a la Casa Rosada, marca el rumbo y no está tan pendiente de los ministros. Disfruta en los lugares hostiles, como la apertura del año legislativo en el Congreso de la Nación. No lo veo saliendo del poder destrozado ni arruinado por un estrés galopante.
Márquez le había avisado que el libro pronto a publicar abarcaría diferentes ángulos de su personalidad y pretendía ser un aporte a la batalla cultural con giras de promoción por Argentina y América del Sur. “Nosotros en las redes hemos militado y somos gente en la que puede confiar”, dice Márquez. Cuando el Presidente recibió la tapa del editor la subió a sus cuentas y desde entonces ha agitado la obra para que no quedaran dudas sobre su aprobación.
Pregunta. ¿Usted se presenta como un gladiador ¿Qué quiere decir?
Respuesta. Un francotirador, un guerrillero que hace las suyas, no tengo frenos ni condicionamientos. Tengo un público que me compra los libros.
P. ¿Se identifica con el estilo de Milei?
R. A mí me cae bien su autenticidad y que no claudica con las ideas. El estoicismo. Se banca todas. Cierra Télam [la agencia estatal de noticias], desfinancia el Incaa [Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales]. “A mí me sacan muerto”, adelanta. “Cumplí con mi deber: puse patas para arriba a la Argentina”.
En los últimos 20 años, Márquez -abogado de profesión con estudios de posgrado en Estados Unidos y España- publicó quince libros: la primera tanda reivindicó el accionar de las Fuerzas Armadas en los setenta, la segunda impugnó severamente a Ernesto Guevara, Evo Morales, Rafael Correa y y luego lanzó un manifiesto antifeminista -El libro negro de la izquierda latinoamericana- junto a Agustín Laje, con quien dice compartir una relación de hermandad en la batalla cultural.
P. Este libro es el primero que reivindica una vida, que es la de Milei.
R. Yo tengo una estructura psicológica de combate y este era un desafío porque siento afinidad por la persona y el proceso que lleva adelante. Tuve la ventaja que me dio una entrevista y me agarré de temas que a mí me gustan como su relación con el rock y los Rolling Stones y los detalles de esa estadía en la Quinta de Olivos. A pesar de ser una biografía elogiosa me resultó divertida, entretenida.
Un día antes de la presentación de la biografía de Milei en la Feria del Libro, Márquez, vestido con camisa verde desabrochada y con dos rosarios y un escapulario en el pecho, conversó con EL PAÍS durante cinco horas y media en un café del Barrio Norte de Buenos Aires. En los breves intervalos atendió el llamado de un coronel para organizar un evento en el Círculo Militar, llamó a Laje y, entre otras cosas, le dijo que lo quería mucho, recibió a una amiga y pudo confirmar su teoría de Buenos Aires como capital gay de América Latina. Dos mujeres se besaron en la mesa de atrás mientras hablaba en contra del matrimonio igualitario.
P. ¿Por qué dice que están en guerra y no hay lugar para tibios?
R. Cuando hablo así me refiero a ese dialoguismo, claudicante, centrista. Después de décadas y décadas de putear hay que comprometerse, aunque salga mal. Hay que poner el cuerpo.
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Hijo de una docente y de un viajante de comercio, Márquez se mudó a los 5 años del conurbano oeste a Mar del Plata por un trabajo para su padre en una empresa frigorífica. Después de divorciarse, el padre volvió a la casa familiar por una diabetes que hizo que le cortaran ambas piernas, como a su abuelo, también diabético.
-Yo quería recibirme antes de que él se muriera por esos mandatos familiares. Su padre fue abogado, pero él estudió y no se recibió. Cada vez que salía de un examen llamaba para saber si aún estaba lúcido. Casi ciego, sin piernas, tenía un constante frío en las manos y usaba guantes. Supo que me recibí.
Márquez simpatizaba con el líder que seguía su padre -el ingeniero, capitán del Ejército y ministro Alvaro Alsogaray- y en la semana que cumplió 18 años se afilió a la liberal Unión del Centro Democrática n (UCD), cooptada por el gobierno peronista de Carlos Menem (1989-1999), pero aún a cargo de la intendencia de Mar del Plata. A los 20 años armó una agrupación de derechas en la Facultad de Derecho que llegó a sacar, en su recuerdo, el 25% de los votos aunque promoviera el arancelamiento. Fue candidato a presidente del Centro de estudiantes; era vocal y redactaba comunicados.
— En paralelo a la carrera me formé en el Opus Dei, donde me bauticé a los 20, ya que soy el único católico de mi familia. Estuve siete u ocho años, aunque me sentía más afín a [la organización] Familia, Tradición y Propiedad, pero no tenían sede en Mar del Plata y la sede del Opus Dei quedaba a tres cuadras de mi casa.
P. ¿Cómo era su vida en el Opus Dei?
R. Los sábados iba al evento del sacerdote. Me daban mucha preparación porque hay una gran cultura del estudio y eso me ayudó también a recibirme de abogado. Se pasan la vida estudiando y todos los sacerdotes tienen un título. Hay que rezar media horita y una confesión semanal de una hora.
P. ¿Cuál era el tema central de sus confesiones?
R. Lo sexual. Decía “pequé contra la santa pureza” y el sacerdote me respondía: “Tranquilo, rezá el rosario, pedile a la Virgen”. Aparte, en mi época, yo era bastante mujeriego. Así me fue.
En 2004 Márquez publicó su primer libro, La otra parte de la verdad, en el que pretende refutar la narrativa de las organizaciones de derechos humanos -y la del naciente gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007)- sobre la última dictadura militar y asume la defensa de las Fuerzas Armadas en la lucha contra las organizaciones guerrilleras a quienes atribuye el comienzo de una guerra civil.
—Vendí 30.000 copias con ese libro y compré mi primer departamento, que fue mi primer logro. Y dije: “Dejo el estudio de abogados y me pongo a vender libros”. Y empecé a dar conferencias para 500 personas. A precios de hoy la copia me costaba 4 dólares, la vendía a 25 y podía llegar a vender 150 en un evento. Era una torta de plata. Empecé armando todo desde Mar del Plata, alquilaba hasta las sillas de los eventos y no tenía auto. Si me puedo sentir orgulloso de algo, es que la remé.
P. ¿Su público era la familia militar ampliada?
R. Era la familia procesista [en referencia al Proceso de Reorganización Nacional, como los militares llamaron a la última dictadura entre 1976 y 1983] que ya no existe. Muchos se murieron, otros se cansaron o están presos. En esa época todos se aferraron a ese libro. Los militares eran, además, familias numerosas. Y me compraban de ocho a diez libros. Hay muchos fantasmas: “Lo banca el proceso”, decían. ¿Sabés que es el Proceso? Militares que no pueden pagar ni el abogado.
P. Usted sostiene que no hubo robo de bebés.
R. Yo afirmo que no existió plan sistemático. En la página de Abuelas de Plaza de Mayo se dice que son 130. O eran 130 en 2020.
P. Son 133 los recuperados y se estima que son 500 en total los apropiados.
R: No, eso dice [Hebe de] Bonafini, [Estela de] Carlotto [presidentas de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo]. O sea, como los 30.000 desaparecidos. Yo también te puedo quintuplicar cifras, triplicarla. Los militares entregaron 227 bebés, o sea, el plan sistemático fue la entrega.
P. ¿Y la desaparición de personas no fue un plan sistemático?
R. Vamos por partes. Eso fue un plan sistemático, pero no de personas. Fue la desaparición de guerrilleros.
P. Como católico, ¿cuando en el 2000 la Iglesia pidió disculpas por el silencio durante la dictadura militar no le hizo revisar algunas de sus posiciones?
R. No sé por qué tenía que pedir perdón la Iglesia Católica. Todo el mundo apoyó al gobierno militar.
P. ¿Cómo fue su encuentro con [el ex dictador] Jorge Videla en el verano de 2012?
R: Le dije: “A mí me gustaría hacer un reportaje donde usted se defienda a fondo de todo lo que quiera”. Me costó años convencerlo y me dijo que estaba dispuesto a hablar. Viajo de Mar del Plata a Campo de Mayo y me dice: “Yo voy a hablar, pero deme un tiempo. Un colega suyo, [Ceferino] Reato, me acaba de entrevistar. No quiero que salgan las dos al mismo tiempo. No me parece ético”. ¿Pero te da regalías Reato?, me pregunté y me agarré una bronca de la gran puta. Podemos avanzar un poco, le pedí, y agarré y puse el grabador. La publiqué después de que muriera.
P. ¿Qué pasó con Victoria Villarruel [la vicepresidenta de Milei, negacionista de la dictadura] con quienes compartían la defensa de las Fuerzas Armadas?
R. Tuve mucha relación de 2004 a 2008. Ella armó su ONG y se generó un divorcio, un distanciamiento. Hace muchos años que no tomo un café con ella. Las diferencias se producen porque Villarruel pone el foco en la víctimas de las guerrillas y otras organizaciones en la libertad de los militares presos y a mí, eso último, me parecía algo urgente.
P. ¿Está a favor de los indultos?
R. No quiero comprometer al Gobierno a algo que no prometió. Yo sigo estando a favor de la libertad, pero políticamente es inviable.
P. Uno de los argumentos de sus libros es que la izquierda siempre ha fracasado y da como ejemplo la Unión Soviética y Cuba. ¿Qué experiencias virtuosas tuvo la derecha de libre mercado que defiende?
R. La Alemania Federal, Estados Unidos con Ronald Reagan, el Reino Unido con Margaret Thatcher. En América latina es más complicado, y yo sé que esto es incorrecto, pero el Chile de Pinochet. Es el país más moderno en América Latina.
P. ¿Los crímenes de Pinochet no fueron condición para ese programa económico?
R. El programa económico no tiene nada que ver con los crímenes. La experiencia económica liberal que también fue muy próspera fue el Perú de [Alberto] Fujimori.
P. Fue también bajo un Gobierno no democrático por el cierre del Congreso.
R. Rescato algunas cosas del gobierno de [Carlos] Menem (1989-1999), donde se hicieron reformas económicas muy importantes. Luego se desnaturalizó con el cambio de la Constitución, la corrupción que es propia de los que se enquistan. Menem, que era peronista, no tenía ideas liberales y Milei sí tiene convicciones.
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Márquez publicó en 2015 Perón, el fetiche de las masas, una revisión de literatura existente, en la que subraya que Perón tenía, según él, un “perverso apetito sexual”, relaciones sexuales con adolescentes de 14 años y que “algunos autores le adjudicaron haber sido un homosexual esporádico con el boxeador norteamericano Archie Moore”.
Milei, a quién Márquez no conocía ni de nombre, lo contactó y asistió a la presentación del libro en el Centro Oficial de las Fuerzas Armadas con una amiga que compró 15 ejemplares, y también a la de la Fundación Atlas. El economista empezó a consultarlo cada vez que discutía en televisión con un dirigente peronista. “¿Perón creó la Triple A (la Asociación Anticomunista Argentina)?”, era el tipo de preguntas que me hacía, cuenta Márquez.
P. ¿Milei es antiperonista?
R. Yo nunca se lo pregunté. El dice que no es peronista ni antiperonista. Ahí no sabés si no quiere enemistarse con un sector de la población donde sacó muchos votos.
P. Siguieron en contacto por mensaje de texto, compartieron marchas en contra de la legalización del aborto y usted lo contrató en 2018 para que diera una charla sobre Economía en Mar del Plata ¿Cómo era ese Milei que usted llama preMilei?
R. Ni se me ocurría que podía ir a lo político. Era un histriónico, cercano al rol de showman, pero no tanto como lo fue después. No teníamos plata ni luces. En ese evento me sorprendió la afluencia juvenil. No cobró cachet y cuando le pregunté si se podía quedar en un cuatro estrellas me dijo que era hijo de un colectivero. Tenía hábitos de monje. A la noche fuimos con un grupo a una cervecería y pidió jugo de naranja. Luego compartimos escenario con él y con Laje en una histórico evento en 2018 en el teatro Belgrano donde cobramos entrada y me pidieron que cerrara yo, aunque era el menos convocante. Creo ser el más gracioso de los que estamos en la batalla cultural, el que más euforiza, el que más petardea.
P: Dijo que adhiere al 80% de lo que cree Milei y discrepa en el 20% ¿Qué hay en ese 20%?
R. Que los militares están legítimamente presos. Yo creo que están injustamente detenidos. Discrepo en su visión en el matrimonio igualitario. No son temas que tienen que ver con la prosperidad del país, pero son temas que me inquietan.
P. ¿Por qué está en contra del matrimonio igualitario?
R. No es un matrimonio. El matrimonio es la unión en la que existe la posibilidad o potencial de la maternidad. Si dos personas del mismo sexo quieren vivir juntos o irse de vacciones, pueden hacerlo. Lo que me jode es que se institucionalice. Lo pueden hacer de facto.
P. ¿También está en contra de que puedan adoptar?
R. La adopción es un derecho del niño a ser adoptado. Quieren armar un andamiaje jurídico para utilizar un niño para satisfacer una apetencia.
P. Es un deseo legítimo.
R. Si estás con una persona del mismo sexo, no vas a tener un hijo. Todos tenemos deseos legítimos. Algunos deseos se pueden concretar, otros no.
P. ¿Por qué los homosexuales no podrían adoptar?
R. Según los informes que yo tengo, las secuelas psicológicas son intentos de suicidio, tendencia a la homosexualidad en un porcentaje más alto y a la drogadicción. Por los caminos de la vida a mí me quitaron algo [en referencia a la relación con su hija, a la que no ve desde hace años], me generaron una tristeza personal y no le pido al Estado que me restituya nada.
P. ¿Esa experiencia que dice tan dolorosa de no ver más a su hija no le ha hecho pensar que hay varias maneras de ser padre o madre?
R. Bueno, yo lo que digo es que en la vida podes hacer lo que quieras, tenés que hacerte cargo. Si sos sacerdote, no vas a tener hijos. Si sos homesexal, y no tuviste hijos, es porque priorizaste otras cosas.
P. ¿Qué problema tiene con los homosexuales?
R. Ninguno. Todos los ataques van dirigidos al lobby, no al individuo homosexual que vive su vida, que no molesta a nadie. Hago esa diferenciación.
P. ¿Lobby de quien?
P. De los que quieren qué se enseñe ideología de género en el colegio. Yo no quiero que esos asuntos de valores que corresponden a la vida familiar los maneje el Estado. Cuando el Estado te ideologiza no es bueno, no es liberal.
R. ¿Qué Estado no ideologiza?
P. El que aspira Milei no.
P. ¿Derogar el aborto legal es aún parte de la agenda de gobierno?
R. En el 2025 el tema del aborto puede salir porque va haber una oportunidad por la nueva composición del Congreso. Y de acá al 2025 es muy importante pensar en eso. Los que mejor defienden al Gobierno no son los diputados. Suelen ser los periodistas, los economistas o los analistas que defienden el Proceso. Tenemos que dar la batalla cultural y orientar a los diputados para que tengan mejores argumentos cuando van a la televisión a defender determinadas cosas. Por eso invité a varios a la presentación del libro.
P. Han propuesto que usted sea diputado por la provincia de Buenos Aires. ¿Le interesa?
R. Yo no estoy para rosquear. Soy un tipo honesto. No me sobra el dinero pero tengo una vida digna. No sé cuánto gana un diputado. Si consideran que puedo aportar yo estaría [para ser candidato]. Pero no soy el ideólogo ni el vocero de Javier como dijeron estos días. No quiero inflar una importancia que no tengo. Y no quiero afectar a Javier con mis declaraciones.
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Milei lanzó su último libro, Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica, casi al mismo tiempo que Márquez y Duclos y desistió de presentarlo en la Feria del Libro alegando un clima de hostilidad en su contra. La presentación de Milei, la revolución que no vieron venir pretendió ser el gran evento libertario de la Feria. Asistió aquel público procesista que sigue a Márquez desde hace veinte años, como la activista Cecilia Pando, y el mundo libertario juvenil integrado al Poder Ejecutivo o que descolla en las redes. Un encuentro de señores con gomina y escarapela y tiktokeros con nucas rapadas.
Laje, en su intervención grabada desde España, contó una reciente conversación de Milei.
-Me dijo que sólo habíamos ganado un set, que había que seguir con la batalla cultural.
El otro presentador, el economista Miguel Boggiano, arengó de pie:
-A ustedes les pido: no se queden callados. Está prohibido tener vergüenza.
Unos días más tarde, Márquez impugnó la cobertura de los medios del evento, que remarcaron la baja concurrencia, y en un tuit dijo que el evento había sido a sala llena.
P. ¿Por qué dice que hubo más gente de lo esperado?
R: La sala era para 1.200 personas y se calcula que hubo 800 y la feria cerraba a las diez de la noche. Los medios hegemónicos de izquierda, como Clarín, dijeron que había 200 personas. Nos ridiculizan sacando fotos artificiales y eso es parte de la batalla cultural. La Nación, que es una de las vertientes de la izquierda, dijo que había 750. A pesar del frío, de la crisis económica y de que había un paro el día siguiente hubo un número muy bueno. Nos quedamos firmando ejemplares en la calle hasta la una de la mañana.
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