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El campo argentino advierte a los candidatos de que con diez tipos de cambio distintos “no hay inversión”

Empresarios agroindustriales reclaman previsibilidad, unificación cambiaria y reducción de impuestos al próximo gobierno

Un hombre trabaja en un establo en Salta, Argentina.
Un hombre trabaja en un establo en Salta, Argentina.SOPA Images (Getty Images)

El campo argentino quiere pasar página a 2023. Viene de una de las peores sequías de su historia y se ve zarandeado por una tormenta cambiaria en plena campaña electoral que complica la toma de decisiones. Desde Rosario, la capital agroexportadora de Argentina, empresarios del sector reclaman a la política un volantazo que ponga fin a la inestabilidad permanente del país y garantice previsibilidad.

“Todas las veces que hay inestabilidad cambiaria no es buena. Esa es la realidad del mercado, de las empresas y es lo que tenemos que tratar de corregir”, señaló este lunes el presidente rosarino de la organización empresarial IDEA, Enrique Humanes. “Es muy difícil manejarse en una empresa con diez tipos de cambio diferentes”, advirtió durante el evento Experiencia IDEA Agroindustria, al que asistieron 350 participantes del sector. “Con brecha cambiaria no hay inversión. Sin inversión no hay empleo”, agregó el director ejecutivo de la organización, Daniel González.

Hasta hace diez días, las exportaciones agrícolas se liquidaban a unos 285 pesos por dólar, la cotización oficial. Por decisión del Gobierno pasaron a 340 pesos. Pero desde entonces el peso argentino se ha despeñado escaleras abajo, con nuevos récords en todas las demás cotizaciones. Este martes, el conocido como dólar bolsa o MEP, que es el que usan las empresas para hacerse de divisas, se cambió a 521 pesos, mientras que en las calles de Buenos Aires se ofrecían billetes verdes a 598 pesos. Los operadores dan por descontada alguna intervención oficial para evitar que el dólar blue o paralelo supere la barrera de los 600 antes del domingo, cuando Argentina celebra elecciones primarias para elegir a los candidatos a presidente de cada fuerza política.

La Sociedad Rural Argentina (SRA), que reúne a grandes productores agropecuarios del país, advierte que el Gobierno de Alberto Fernández no puede seguir poniendo parches a una economía que hace agua por todos lados. “El maíz a 340 puede haber solucionado algo y se ve porque ha habido mucha venta de maíz estos días, pero por otro lado ha roto la normal comercialización de quienes usan maíz como materia prima para su producción, como productores de cerdo, de pollo, feedlots, tamberos (propietarios de granjas de ordeñe)… todos vimos alterados nuestros números de producción”, señaló el titular de la SRA, Nicolás Pino.

Los resultados del domingo darán pistas sobre las posibilidades del peronismo de mantenerse en el poder o de perderlo a manos de la oposición en las elecciones generales del 22 de octubre. El campo argentino no oculta su preferencia por la coalición opositora Juntos por el Cambio, pero sus referentes están convencidos de que gane quien gane deberá cambiar de rumbo. “Esperamos que la política de una buena vez se dé cuenta que por este camino que estamos yendo en los últimos veintipico de años no va más”, dijo Pino a EL PAÍS.

Nicolás Pino, Presidente de la Sociedad Rural durante su participación en el evento de IDEA Agroindustria en Rosario, Argentina.
Nicolás Pino, Presidente de la Sociedad Rural durante su participación en el evento de IDEA Agroindustria en Rosario, Argentina. Nicolas Sanz

Déficit comercial récord

La sequía ha dejado al Estado argentino sin su principal fuente de ingreso de divisas. Las pérdidas ascienden a unos 20.000 millones de dólares. Las exportaciones primarias —lideradas por la soja— se hundieron un 40% en el primer semestre de 2023 respecto a un año antes; las de manufacturas de origen agropecuario, un 26%, según datos oficiales. La suma de ambas representó dos de cada tres ventas al exterior de Argentina en los primeros seis meses del año pasado, lo que ayuda a entender el déficit récord de la balanza comercial en este 2023, que fue de 1.727 millones de dólares en junio.

“Miro países como Uruguay, como Paraguay, como Brasil y ellos no agarraron el camino nuestro, que nos llevó a tener índices vergonzantes de pobreza y de inflación. Al contrario, han tenido la sequía que tuvimos nosotros y son países que van para adelante porque tienen reglas claras y justas”, opinó Pino.

Según los empresarios del sector, los demás países agroexportadores han sacado rédito de las turbulencias políticas y económicas de Argentina. Mientras la agricultura brasileña avanza impulsada por políticas de Estado, los productores argentinos sienten que las autoridades nacionales obstaculizan su desarrollo con decenas de impuestos y restricciones cambiarias. “¿Cuántos países tienen impuestos a las exportaciones? Se pueden contar con los dedos de la mano”, criticó el presidente de la SRA. “El productor está harto de pagar”, advirtió.

Argentina tiene una carga impositiva superior a la de muchos otros países latinoamericanos, pero la evasión impositiva es también moneda corriente. Algunas empresas subfacturan exportaciones, una maniobra ilegal que les permite burlar los controles estatales y quedarse con divisas en el exterior. Otras contratan a mano de obra no declarada. Muchas se muestran reticentes a pagar por las semillas modificadas genéticamente.

Según Ignacio Bartolomé, director ejecutivo de GDM, el respeto a la propiedad intelectual de las semillas está por encima del 60% en la mayoría de países, mientras que en Argentina es inferior al 30%. “Es decir, siete de cada diez [productores argentinos] no pagan por la tecnología que desarrollan compañías como la nuestra”, remarcó Bartolomé. La presencia de un extendido mercado ilegal de semillas —conocido en Argentina como bolsa blanca— limita el acceso del mercado local a nuevas variedades mucho más productivas que se cultivan en otros países y espanta posibles inversiones de desarrolladores de biotecnología agrícola. Durante la gestión de Mauricio Macri se intentó aprobar una ley de Semillas que buscaba regular esta situación, pero en cuatro años esa norma “quedó vieja” por la aparición de nuevas tecnologías, según Bartolomé.

Mirada cortoplacista

Los avances en biotecnología, la amenaza del cambio climático y las nuevas exigencias medioambientales obligan a los productores a modernizarse para reducir riesgos y mantener la competitividad. Los que apuestan por la innovación chocan con el escaso acceso a créditos y las dificultades para hacer planes a mediano y largo plazo en un contexto de enorme volatilidad.

Para el director de IDEA Rosario, la mayoría de empresarios hace tiempo que limitan sus inversiones al mínimo, a aquellas necesarias para el mantenimiento de lo que tienen, en vez de pensar en expandirse. “No puede ser que todo el día estemos hablando de lo mismo, de cuánto vale el dólar, de cuánto es la brecha [entre el dólar oficial y el blue] o de cuánto son las retenciones. Porque mientras esa sea la discusión, el tema de las inversiones no va a estar”, concluyó Humanes.

Pese a los problemas, el agro mira con optimismo hacia el horizonte. Las lluvias de los últimos meses son aún insuficientes para unos suelos sedientos por tres años consecutivos de sequía, pero auguran una cosecha mejor que la última. La cercanía de un cambio político, y la esperanza de que el nuevo presidente tenga algún gesto hacia el sector, hace que cuenten los días para el 10 de diciembre.

Daniel González Director Ejecutivo de IDEA durante su participación en la edición IDEA Agroindustria 2023 en Rosario, Argentina.
Daniel González Director Ejecutivo de IDEA durante su participación en la edición IDEA Agroindustria 2023 en Rosario, Argentina.Nicolas Sanz

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