Argentina se niega a sacudirse la alegría mundialista a un mes de la victoria en Qatar
El triunfo en la Copa del Mundo del pasado 18 de diciembre ha marcado un verano atípico en un país en crisis
Benito acaba de cumplir nueve años y la gente reunida en un salón infantil de Buenos Aires lo rodea para cantarle. “¡Dale, dale campeón!”, gritan los presentes. Con la camiseta número 10 de Lionel Messi en su espalda, Benito todavía no sopla las velas de un pastel. Primero levanta la Copa del Mundo.
Celebrar en enero, en medio del verano austral, podía ser triste para los niños que cumplen años en medio de las vacaciones de fin de curso. Pero, a un mes de la victoria de la selección argentina en el Mundial de Qatar, hay muy pocas tristezas en el país de los campeones. Los argentinos todavía no dan señales de sacudirse la alegría del triunfo del pasado 18 de diciembre ante Francia.
“Me gustaría algún día levantar la copa de verdad”, cuenta Benito tras soplar las velas de su pastel, que es una pelota de futbol. “Este fue mi mejor cumpleaños”. Cumplir años imitando el festejo de los jugadores argentinos con la Copa del Mundo se ha convertido en una tendencia en Argentina. En las últimas semanas lo han hecho niños y niñas de todo el país e incluso señores de 78 años. En un vídeo que se hizo viral este martes, un hombre mayor rodeado de su familia también levanta la copa vestido con una capa negra, imitando el bisht tradicional del mundo árabe que se le colocó a Messi cuando levantó la copa en Qatar.
La euforia mundialista no solo ha invadido los cumpleaños. Las playas están llenas de tatuajes conmemorativos y toallones con las caras de los jugadores. Las fiestas, los asados y muchas reuniones callejeras no pueden terminar sin cantar el himno mundialista que recorrió el mundo: “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”. Y en la calle, en medio de las olas de calor que azotan Buenos Aires, mucha gente aún opta por usar la camiseta de la selección argentina. Algunos llevan ya la que conmemora la victoria del pasado diciembre con las tres estrellas mundialistas. Y no hay tabú con usar una falsa: Adidas, la marca que viste a la selección argentina, sacó a la venta la prenda oficial el pasado 26 de diciembre y solo la vende en su tienda en línea, aunque hoy está agotada y la primera tanda se vendió en solo tres horas. A 22.999 pesos –unos 125 dólares al cambio oficial– la camiseta del campeón del mundo cuesta un tercio del salario mínimo. Pero una trucha se consigue en casi cualquier esquina al 10% del precio de la original.
“Qué hermosa locura vivimos durante todo este tiempo que terminamos levantando la Copa que tanto deseábamos todos”, escribió este miércoles Lionel Messi para conmemorar la victoria en su cuenta de Instagram. “Gracias Dios por tanto. Como lo dije, sabía que me la ibas a dar, dijo el capitán argentino. “Lo que no podía imaginarme era el después de haberlo logrado y no estaba equivocado, porque nunca podría haberme imaginado la locura de la gente en los festejos”.
Millones de argentinos paralizaron la ciudad de Buenos Aires durante dos días tras la victoria mundialista. Fue un diciembre atípico para la capital argentina, acostumbrada a liberar la tensión de la permanente crisis económica a fin de año: desde el corralito de diciembre 2001, el inicio del verano es el momento en que los gremios exigen ajustes para igualar salarios con la inflación y los más afortunados reciben aguinaldos o preparan vacaciones aumentando el gasto. Para mediados de este enero, mientras el Gobierno acaba de anunciar la recompra de más de 1.000 millones de dólares de deuda externa para frenar la sangría entre el dólar oficial y el que se vende en la calle, el conflicto previsible todavía no ha asomado.
El país espera la vuelta a la normalidad para febrero, cuando terminen las vacaciones, con la inflación más alta desde 1991 –un 94,8% en 2022–, una guerra abierta por la reforma de la Justicia entre el Gobierno y el Poder Judicial, y el inicio de la campaña electoral para las generales de octubre de este año.
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