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El juicio por presunta corrupción contra Cristina Kirchner entra en su fase final

La fiscalía rechaza los pedidos de nulidad de la fiscalía y solo resta la sentencia, prevista para fin de año

Cristina Fernández de Kirchner
Cristina Fernández de Kirchner, mientras habla a sus simpatizantes frente a su casa en Buenos Aires, en agosto de 2022.Prensa Cristina Fernández de Kirchner (efe)
Federico Rivas Molina

El juico por presunta corrupción contra Cristina Fernández de Kirchner está cerca del final. Los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola rechazaron el lunes todos los pedidos de nulidad presentados por la defensa de la vicepresidenta argentina. Solo falta que los acusados digan sus palabras finales y estará todo listo para la sentencia. Si los tiempos procesales se cumplen, antes de finales de años Kirchner sabrá de boca de los jueces si es condenada o absuelta. Kirchner ha sostenido durante los dos años y medio que duró el juicio, el mismo tiempo que lleva en la Casa Rosada como segunda del Alberto Fernández, que todo el expediente es un montaje de la oposición y “el partido judicial” para encarcelarla. Los fiscales, en cambio, la acusan de montar una asociación ilícita durante su Gobierno, entre 2007 y 2015, para beneficiar a amigos del poder con contratos de obra pública a cambio de sobornos.

El fiscal Luciani dijo el lunes que su acusación “se sostiene por si misma” y decidió ni contestar ni replicar las denuncias de los abogados defensores de Kirchner y los otros 12 acusados. En la lista están quien fuera su ministro de Planificación, Julio de Vido, y el exsecretario de Obras Públicas José López, preso desde 2016 tras ser atrapado in fraganti cuando intentaba ocultar bolsos con nueve millones de dólares en un convento. También está Lázaro Báez, un empresario de la construcción acusado de recibir los beneficios de los contratos y condenado en otra causa por lavado de dinero.

Luciani pidió el 23 de agosto pasado contra Kirchner 12 años de cárcel y la inhabilitación política perpetua. La expresidenta se defendió un día después ante una cámara que colocó en su despacho del Senado. Denunció que la investigación era en realidad “contra todo el peronismo”, una “ficción” sin pruebas ni sustento jurídico. Colocó detrás de la jugada al expresidente Mauricio Macri (2015-2019), representante de “aquellos que van por todo, por los salarios, los derechos de los trabajadores y los jubilados”. Cuando se apagó la cámara, Kirchner salió a uno de los balcones del Congreso y saludó con los brazos en alto a unos cientos de personas allí reunidas para aclamarla.

Fue el inicio de una estrategia de defensa que se plasmó en las calles. Sus seguidores acamparon desde entonces cada día frente a su piso en el barrio de Recoleta, el más acomodado de la ciudad. Las manifestaciones provocaron la ira de los vecinos y el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, opositor al peronismo, colocó vallas. Hubo jornadas de violencia. Pero todo terminó abruptamente la noche del 1 de septiembre, cuando un hombre de 35 años llamado Fernando Sabag Morel gatilló dos veces su arma contra el rostro de Kirchner, sin que saliese la bala. La vicepresidenta redujo entonces sus apariciones públicas y el operativo clamor pareció apagarse.

Pero este jueves volverá con nuevos bríos, en un estadio en las afueras de Buenos Aires. Kirchner será la única oradora de un mitin organizado para conmemorar los 50 años del primer intento de regreso de Juan Domingo Perón tras su exilio en España. La multitud gritará “Cristina presidenta”, una opción que su sector político impulsa para neutralizar las aspiraciones reeleccionistas de Alberto Fernández, con quien han roto todo vínculo. El juicio por la obra pública tendrá un gran impacto mediático, pero no alterará los planes políticos. Kirchner no tiene posibilidad alguna de ir presa porque tiene fueros. Su defensa podrá además presentar apelaciones que demoren durante años una sentencia definitiva.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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