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Muere Marciano Cantero, héroe tranquilo del rock latinoamericano

El cantante argentino, líder de Los Enanitos Verdes, falleció por problemas renales a los 62 años

Marciano Cantero, durante un concierto de 2015 en México.
Marciano Cantero, durante un concierto de 2015 en México.David Martínez (EFE)
José Pablo Criales

Horacio Marciano Cantero (Mendoza, 1960), uno de los iconos del rock latino de la década de los noventa, ha muerto este jueves a los 62 años. El compositor argentino, cantante de la banda Los Enanitos Verdes, estaba internado en terapia intensiva desde el pasado 29 de agosto por una complicación renal. Había sido operado y no resistió la extirpación de un riñón y parte del bazo. La noticia la confirmó su hijo Javier en las puertas de un hospital de la ciudad de Mendoza, 1.100 kilómetros al oeste de Buenos Aires. “Cada día con él fue un regalo. No puedo dejar de estar feliz por el gran hombre que era y por todo el amor que le devolvieron estos días”, dijo. Cantero acababa de volver a Argentina en una pausa en la gira por el 40 aniversario de su banda. Su último concierto fue el 14 de agosto en Estados Unidos y tenían planeado continuar la gira en octubre.

Bajista, tecladista y cantante, Marciano Cantero será recordado por liderar uno de los proyectos con mayor éxito internacional de la historia de la música argentina. La explosión de Los Enanitos Verdes tuvo doble mérito. Eran una banda de provincia, de una ciudad a mil kilómetros de la capital. Dejaron Mendoza a principios de los ochenta, mientras el horror de la guerra de las Malvinas hacía caer a la dictadura militar. Se unían a una legión. La primavera democrática fue tan fértil para la música argentina que hizo florecer desde el new-wave hasta el reggae.

En 1982, Charly García volvió del exilio para publicar su primer trabajo solitario: Yendo de la cama al living. El mismo año, Luis Alberto Spinetta grabó Kamikaze. Andrés Calamaro y Miguel Abuelo formaron Los Abuelos de la Nada y le pusieron sonido a la transición democrática de 1984 con Himno de tu corazón. Mientras bandas como Virus, Sumo, Soda Stereo y Los Redondos llenaban teatros y festivales al aire libre, un pequeño trío de músicos mendocinos triunfaba como revelación en los escenarios de su región y se marchaba por la gloria a la capital.

Marciano Cantero en el bajo, Felipe Staiti en la guitarra y Daniel Piccolo en la batería lanzaron su primer disco en 1984. Habían formado la banda en 1979, con viajes de ida y vuelta entre Mendoza a Buenos Aires que hasta entonces no los habían llevado a nada. Su álbum homónimo cambió las cosas y los hizo sonar en todo el país como estandarte del new-wave. El sencillo de su primer disco, Aún sigo cantando, se hizo clásico a fuerza de sonar en la radio. Para entonces, los rockeros que resistieron la proscripción lanzaban un éxito tras otro, y un grupo de jóvenes encabezado por Gustavo Cerati, Carlos El Indio Solari, y un escocés llamado Luca Prodan arrasaban tras años de escuchar discos traídos del extranjero escondidos en sus garajes.

Los Enanitos Verdes se consolidaron en Latinoamérica por una canción que no era suya. Lamento Boliviano, la reversión del sencillo de una banda de su misma ciudad que publicaron en 1994, los metió en la historia grande de la música en español, pero para entonces ya tenían medio camino hecho. Contrarreloj, lanzado en 1986 (y producido por Calamaro), y Habitaciones extrañas, de 1987, los catapultaron a una de las giras más extensas para un grupo argentino de la época. En seis meses de 1988, hicieron 31 conciertos que tuvieron su auge liderando el festival chileno de Viña del Mar frente a más de 50.000 personas. Canciones como La Muralla Verde, Por el resto, o Te vi en un tren, se convirtieron en himnos regionales y fue el comienzo del romance.

Los noventa llegaron a Argentina con una hiperinflación rampante y reformas neoliberales. Fito Páez, enemigo declarado del Gobierno del peronista Carlos Menem, lanzó Tercer Mundo desde España, y solo volvió al país con el éxito de su sexto disco en todas las tablas. Andrés Calamaro también se instaló en Madrid, donde formó Los Rodríguez con otro argentino, Ariel Roth. El furor del nuevo rock nacional que se hacía en casa para exportación tuvo su bandera en Soda Stereo, que a fuerza de éxitos y por el hambre de su disquera, hizo carrera con videoclips que se distribuían en toda la región. Los Enanitos Verdes fueron los siguientes. Cosecharon su popularidad fuera del país mientras, dentro, bandas como Los Redondos, La Renga y Bersuit Vergarabat se alzaban contra la política de la época.

El éxito regional de los Enanitos se consolidó especialmente en México y con la población latina de Estados Unidos. Buen ejemplo del cariño que recibían en Norteamérica son las primeras fechas que confirmaron para la gira por sus 40 años: la iniciaron con una participación fugaz en un festival a las afueras de Mendoza y continuaron en Acapulco, Monterrey y Zapopan, con escala en el panteón de la música de Ciudad de México, el Auditorio Nacional. El hechizo venía de dos de sus álbumes más recordados. Los discos en vivo Tracción Acústica, grabado en Ciudad de México en 1997, y el En Vivo de 2002, que también incluía versiones hechas en Tijuana y del otro lado del Río Grande, en Arizona.

El amor con el público mexicano era tan grande que Marciano Cantero se nacionalizó a principios de siglo. El cantante se instaló en México en 2003 y vivió en la ciudad norteña de Hermosillo por 14 años. Volvió a Mendoza en 2016, luego de reencontrarse en Facebook con su novia de la escuela. “Me estoy dedicando a mi jardín y a hacer vida doméstica que casi nunca había tenido. Mejoró mi sueño, empecé a hacer gimnasia, cambié mi dieta y dejé de comer harinas”, contaba en una de sus últimas entrevistas, en octubre del año pasado.

Cantero estaba feliz. La marca de guitarras Fender le había dedicado un salón de ensayos en sus estudios de Los Ángeles y preparaba la gira aniversario de Los Enanitos. En 2019, dos figuras de la música urbana lo llamaron para colaborar “en agradecimiento por hacerlos felices en la adolescencia”. Una de sus últimas grabaciones fue para el disco de Bad Bunny y J Balvin, Oasis, donde volvió a cantar sobre el final de un amor fugaz. No fue autobiográfico. “Ahora venimos con el doctorado de la vida: casarse, tener hijos, divorciarse, tener pareja, volver a intentarlo. Así que para mí es fantástico”, contó sobre su matrimonio de 2020 en esa entrevista con el diario local Los Andes. “También volver a Mendoza, como dice mi amigo David Summers: ‘La ciudad que te gusta es donde vive tu novia’, así que disfrutando”.

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Sobre la firma

José Pablo Criales
Es corresponsal de EL PAÍS en Buenos Aires. Trabaja en el diario desde 2019, fue redactor en México y parte del equipo de la mesa digital de América. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Austral y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS.

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