Delfina Pignatiello, una nadadora de élite que se hartó de la presión mediática
La deportista argentina, con tres oros en los Panamericanos de 2019, decide dar un paso al costado a los 22 años abrumada por las críticas después de su eliminación de Tokio 2020
La carrera de la nadadora argentina Delfina Pignatiello, de 22 años, fue tan explosiva como fugaz. Antes de cumplir los 20, logró tres medallas de oro en los Juegos Panamericanos de 2019 y se convirtió en la primera atleta del país sudamericano en la lista de clasificados a los Juegos Olímpicos de Tokio. La joven promesa era una de las grandes esperanzas de Argentina. Pero el sueño se transformó en una pesadilla cuando la nadadora tocó última la pared de la piscina de la capital japonesa. Sus marcas en 800 metros y en 1.500 metros quedaron lejos de las obtenidas por sus rivales e incluso de las suyas propias. El golpe personal por la descalificación se agravó con las durísimas críticas recibidas a través de las redes sociales. Fue un momento de quiebre del que no salió igual. A menos de un año de su tropiezo en la cita olímpica, Pignatiello ha anunciado que se marcha, hasta nuevo aviso, de las competencias.
“En mi corazón quedará para siempre el orgullo, la alegría y el honor de haber representado nuestra celeste y blanca estos años con tanta pasión. Ahora quisiera contarles que hace unos meses tomé la decisión de hacer un paso al costado del alto rendimiento y la competencia”, arranca la nota que subió el viernes a su cuenta de Instagram acompañado de una fotografía en el podio de Lima 2019, su mayor éxito deportivo. Pignatiello anunció que el deporte ha pasado a formar parte de su vida de un modo distinto al de la última década, centrada en la competición. “Sigo nadando y estar en el agua seguirá siendo siempre mi lugar en el mundo”, agregó.
La deportista ha tomado la decisión después de meditarla durante meses. En Tokio, tras su eliminación, Pignatello se mostraba dolida, pero dispuesta a seguir luchando. “Es una carrera larga. Esto no es ni un antes ni un después. No hay nada tan importante ni nada tan terrible en la vida. Y quiero aprender de eso”, dijo entonces.
Sin embargo, después confesó que lo primero que le vino a la cabeza fue lo que le iban a decir en las redes sociales, donde ya era una influencer con decenas de miles de seguidores. “¿Cómo podía ser que lo que más me importara era la mirada de un montón de personas que no conocía? Ahí registré hasta dónde había llegado mi exposición y la comodidad con la que otros y los medios opinaban de mí, de lo que hacía o dejaba de hacer, de mis sueños y objetivos, tomándolos como suyos. Y yo esclava de eso”, reflexionó en voz alta la nadadora en una charla TEDx.
Pignatiello, al igual que otras deportistas, se sintió identificada con la gimnasta estadounidense Simon Biles, que se retiró por sorpresa de algunas pruebas de los Juegos Olímpicos de Tokio por problemas de salud mental. Por el mismo motivo, la nadadora argentina optó por eliminar las redes sociales de su celular, dar de baja algunas de sus cuentas y borrar contenido de otras. Ahora ha dado un paso radical, al alejarse del deporte competitivo para comenzar una nueva vida y alienta a sus seguidores a que se animen “a patear tableros y a arrancar un nuevo juego”.
“Me compré una cámara de fotos y emprendí un camino artístico que estoy explorando con mucha curiosidad, ganas de aprender y seguir creciendo”, escribió en su último mensaje de Instagram. En una publicación realizada un par de meses atrás, se la ve con esa cámara, orgullosa de ser una de las fotógrafas del festival Lollapalooza.
En la historia de la natación argentina quedarán los récords nacionales y sudamericanos batidos por Pignatiello en 800 y 1.500 metros estilo libre, su especialidad, y las medallas obtenidas en competiciones juveniles y sudamericanas. Deberá esperar, en cambio, el proyecto deportivo que el país esperaba que encabezase la nadadora, espantada por una presión que no quiso soportar más.
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