Una reunión entre los cancilleres de EE UU y Brasil abre el camino a negociar el ‘tarifazo’ de Trump
El ministro Vieira destaca “el tono constructivo” de su encuentro con Rubio en la Casa Blanca sobre los aranceles del 50%
El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha recibido este jueves por la tarde en la Casa Blanca a su homólogo brasileño, Mauro Vieira. El diplomático brasileño ha calificado la reunión de “óptima” y destacado que “durante todo el encuentro prevaleció un tono constructivo y ha versado sobre cuestiones técnicas”, según ha explicado en una comparecencia en la embajada brasileña en Washington. Para los brasileños, el encuentro supone la primera ocasión en que han logrado que EE UU acepte entablar una negociación seria sobre los aranceles unilaterales impuestos por el presidente Donald Trump a las exportaciones brasileñas, que entraron en vigor en agosto. El canciller ha explicado que “el encuentro estuvo volcado en retomar las negociaciones entre los dos países” y que ambas partes trabajan para que los presidentes Donald Trump y Luiz Inácio Lula da Silva se reúnan “próximamente”, sin precisar fecha ni lugar.
Rubio se ha visto a solas con Vieira durante 20 minutos y después han continuado durante 55 minutos más, pero ya acompañados por sus respectivos asesores. Después de que un saludo en la ONU entre Trump y Lula iniciara el deshielo entre ambos países, los presidentes conversaron por teléfono la semana pasada. Lula pidió entonces a su homólogo que retire los gravámenes.
El tarifazo impuesto por el republicano a Brasil alcanza el 50%, el más alto del mundo y el mismo que aplicó a India. En el caso de Brasil, Trump explicitó que estaban motivados por lo que considera “una caza de brujas” de la justicia brasileña contra su aliado Jair Bolsonaro. Este mismo miércoles, el representante de Comercio de EE UU Jamieson Greer, que ha acompañado a Rubio la reunión con Vieira, declaró que el tarifazo contra Brasil obedece a “las serias preocupaciones con el Estado de derecho, la censura y los derechos humanos”.
Brasil desea que EE UU le rebaje el gravamen al 10%, el mínimo. Se esperaba que los cancilleres también abordaran en el encuentro la tensa situación en Venezuela, después de que Trump haya autorizado operaciones de la CIA, la regulación de las tecnológicas en Brasil y las relaciones comerciales tanto con China como con Rusia. El Gobierno brasileño exigió desde el minuto uno que Bolsonaro quedara fuera de cualquier discusión con el argumento de que es un asunto interno y los tribunales, independientes.
Desde julio pasado, la relación bilateral ha sufrido una de las peores crisis en dos siglos. Empezó cuando Trump, ya embarcado en su guerra arancelaria, decidió ensañarse con la mayor economía sudamericana tras poner el grito en el cielo porque Bolsonaro iba a ser juzgado. Impuso aranceles de lo que quedaron exentos cientos de productos, pero no algunos clave como la carne o el café.
Como parte de la formidable campaña de presión, Washington también sancionó a varios jueces del Tribunal Supremo y a sus familiares. La corte hizo oídos sordos a las presiones y, en septiembre, condenó a Bolsonaro a 27 años por urdir un golpe de Estado.
Desde que los aranceles entraron en vigor, la diplomacia brasileña intentó abrir una vía de diálogo con la Casa Blanca. Pidió ayuda a los empresarios brasileños para que desbrozaran el camino. Pero la Administración Trump solo empezó a mostrarse dispuesta a entablar una negociación, como la que ha mantenido con decenas de países sobre los aranceles, a partir del fugaz saludo entre Trump y Lula en la Asamblea General de la ONU.