Taxis con la cara de Maradona o la guerra de las Malvinas: la propuesta de Buenos Aires para mejorar el tránsito
El proyecto busca convertir a los taxistas en agentes de cambio. Los vehículos promueven iniciativas como la adopción de mascotas y la concientización sobre el impacto del ruido en personas con autismo
“Los taxis tienen que ser de un negro brillante en la parte baja y amarillos a partir de la línea inferior de la ventanilla”. Esas instrucciones precisas están una vieja ley de 1966 de la ciudad de Buenos Aires, a partir de la cual los vehículos que prestan el servicio deben estar pintados de esos dos colores. Con el tiempo, se convirtieron en un ícono de la ciudad, como los negros de Londres y los tuk-tuks de Bangkok.
“Acá arriba la gente te habla del novio, del marido, de los baches, del trabajo… Parece un confesionario”, decía el actor Claudio García Satur en Rolando Rivas, taxista, una telenovela icónica de la década del 70. Tenía como protagonista a un taxista que escuchaba tangos en una ciudad en blanco y negro. En Buenos Aires, un taxista es un “tachero”; incluso hay un monumento dedicado al oficio en el barrio de Puerto Madero.
Con la idea de volver a mirar al taxi y dar un mensaje de seguridad vial, el Ministerio de Infraestructura de la Ciudad y un grupo de artistas plásticos de renombre se reunieron para intervenir vehículos con obras de arte. Tomaron al taxi no sólo como un medio de transporte, sino también como una oportunidad y un espacio para cambiar la forma en la que se vive y comparte la ciudad.
En la actualidad, la ciudad tiene unos 18.000 taxis registrados, de los cuales 55 están intervenidos con pinturas o ploteos en las puertas traseras y el baúl. La iniciativa tuvo buena aceptación: hay decenas de taxis y artistas en lista de espera. En una gran mayoría de los casos, hay puntos en común entre las historias del artista y de los taxistas. Circulan taxis intervenidos con temática de la Guerra de Malvinas, figuras icónicas como Diego Armando Maradona y el médico René Favaloro y campañas de bien público. Los funcionarios de la Ciudad dicen que la experiencia genera un cambio positivo en los pasajeros, en los taxistas y en la conversación espontánea que surge durante el viaje.
“Se nos ocurrió impulsar las intervenciones artísticas para que la gente revalorice y vuelva a mirar al taxi. Comenzamos en mayo de 2024 con los primeros 13 taxistas valientes que aceptaron intervenir sus vehículos y 13 artistas que trabajaron ad honorem. Nosotros aportamos los materiales”, cuenta Gabriela Bibas, coordinadora de BA Taxi, la aplicación móvil de taxis de la ciudad, que depende del Ministerio de Movilidad.
La elección de taxistas dentro del espacio público no fue casual. Según datos del Observatorio de Movilidad y Seguridad Vial, son los vehículos con menos siniestralidad vial fatal, pese a que circulan durante todo el día por las calles de la ciudad. “Vemos a los taxistas como agentes capaces de generar un cambio”, agrega Bibas. “A eso le sumamos el arte, que conecta con la sensibilidad de las personas. El resultado es que los pasajeros conversan sobre otros temas, el taxista maneja con más precaución y cuida más su vehículo”.
Uno de esos embajadores es Marvin Escoja, taxista desde hace diez años y papá de Benjamín y Ángeles. Comenzó como chofer de un taxi y, con el tiempo y mucho esfuerzo, pudo comprarse su propio vehículo. Su hijo tiene TEA (Trastornos del Espectro Autista) y un retraso madurativo. Cuando supo de la iniciativa, hizo una petición para intervenir su auto con una obra que hablara del autismo. Ahora, el baúl de su auto tiene una obra de arte pintada y un mensaje claro: “Shhhh! La bocina duele. Hablemos de autismo”. La intervención fue realizada por Carolina Macellaro, una ilustradora e influencer que fue diagnosticada con trastorno del espectro autista.
“Cuando conocí a la artista comenzamos a hablar del tema. Ella me contó que tiene una hipersensibilidad y que le duelen los bocinazos. Pensamos que era un buen tema para concientizar sobre el autismo. A mi hijo, por ejemplo, le dolían mucho los fuegos artificiales. Ahora aprendió a convivir con eso”, cuenta Escoja.
Con su auto intervenido recorriendo la ciudad, Marvin encontró la oportunidad de hablar sobre un tema del que no sabía absolutamente nada. “Muchos pasajeros se sienten tocados cuando ven la pintura. La mayoría tiene un amigo, conocido o pariente con alguien autista en la familia. Antes me sentía más solo y me cerraba porque no sabía nada del tema. Con el tiempo, fui charlando con los pasajeros y me siento más contenido”, dice Escoja, que cree que la obra logró casi un milagro: “Ahora no me tocan más la bocina. Debe ser por el mensaje”.
Además de taxista desde hace 34 años, Walter Perdoménico es un gran amante de las mascotas. “Si fuera por mí, llevaría sólo perros y no humanos en mi auto”, dice con una sonrisa. Su vehículo es pet-friendly y está ploteado con obras de la fotógrafa Nora Lezano y la artista plástica y escenógrafa Renata Schussheim. Son fotografías preciosas de perros que están en adopción en Fundación Viva La Vida, que se dedica a rescatar animales en situación de calle o riesgo de vida. El pasajero que sube al taxi de Walter encuentra dos códigos QR -uno para adoptar gatos y otro perros- e información de las artistas, además de consejos para el traslado de animales de compañía en taxis.
“Cuando me mandaron las imágenes para plotear el auto, acepté de inmediato. Soy mascotero, y los animales siempre me transmitieron mucho. Ahora tengo un bóxer que se llama Nutella y antes tuve un carlino. Muchos pasajeros me preguntan si los perros de la foto son míos. El galgo de la puerta llama mucho la atención”, cuenta Perdoménico.
Las intervenciones aportan, según su mirada, un granito de arena para cambiar la mirada sobre los taxis en el tránsito de la ciudad. “Nadie se refiere a nosotros en singular. Siempre en la calle dicen: ‘Ustedes los taxistas...’ Nos meten a todos en la misma bolsa. Con estas intervenciones, las conversaciones giran en torno a la adopción de mascotas y a los perros que tienen en casa o que alguna vez tuvieron. Me gustó la idea de estar todo el día circulando por la calle con un mensaje positivo. Yo siento que los perros te dan todo a cambio de nada”, agrega.
Laura Rama, fundadora y responsable de la Fundación Viva La Vida, valora el impacto de la iniciativa en el trabajo diario de su institución, que también lleva adelante un refugio en un predio en Hurlingham, una ciudad ubicada en el oeste del Gran Buenos Aires. “La difusión es un pilar importante para lograr adopciones y donaciones. La campaña y la prensa fueron positivas para nuestra organización”, contó.
Las fotografías de mascotas forman parte de un calendario que la fundación hace todos los años. La fotógrafa Nora Lezano, reconocida por retratar a las grandes figuras de la música argentina, es una amante de los animales y está orgullosa de que sus imágenes -y las mascotas que retrató con tanto amor- circulen por la ciudad. “Tengo una conexión profundísima con estos seres. Siempre que puedo trato de vincularme con ellos, desde acariciar a uno en la calle o desde el compromiso. El nuestro como artistas es únicamente concientizar; poner a la luz que la fundación es una institución solidaria sin fines de lucro que rescata perros en situación de riesgo, los recupera y trabaja para darles un hogar definitivo a través de una adopción responsable”.
El gran talismán del arte, según Gabriela Bibas, coordinadora de BA Taxi, está dando sus frutos: “Según lo que nos cuentan los pasajeros y taxistas y nuestros relevamientos, el arte funciona como catalizador para el gran objetivo final: pacificar el tránsito”.
Cuando cae la tarde en una plaza del barrio de Boedo, el taxista Marvin Escoja vuelve a hablar de su hijo Benjamín, de sus terapias y avances. Y deja un mensaje de fe sobre el futuro: “Mi nene tiene una vida y va a salir adelante. La sociedad cambió y tenemos más información que hace 20 años. Las conversaciones que tengo en el taxi me dan una esperanza. Me siento más cómodo hablando con la gente. Más feliz, ¿viste?”.