Cali y Belém, encuentros clave para la sostenibilidad del planeta
América Latina y el Caribe ha demostrado tener una voz influyente en materia de cambio climático y protección de la biodiversidad. Esta voz está respaldada por un capital natural inigualable: 60% de la biodiversidad global
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América Latina y el Caribe está consolidando su papel protagónico en las negociaciones ambientales globales. Este liderazgo se plasmó en la reciente COP16 de Biodiversidad en Cali, se está reflejando en la COP29 de Cambio Climático en Bakú, y tendrá su momento estelar en la COP30 de Belém, Brasil, en 2025.
En todas estas cumbres, y en un momento en que el liderazgo internacional a nivel ambiental está marcado por la incertidumbre, la región ha demostrado tener una voz influyente, especialmente en materia de cambio climático, transición energética y protección de la biodiversidad. Esta voz está respaldada por un capital natural inigualable que representa más del 60% de la biodiversidad global: ecosistemas estratégicos como los bosques tropicales, la Patagonia, la Amazonia, el Caribe, el corredor seco mesoamericano, el Chocó Biogeográfico, la Mata Atlántica, tienen un papel crucial en los grandes retos ambientales de nuestro tiempo, ya que absorben carbono, regulan el clima global y que, utilizados de forma sostenible, pueden convertirse en una referencia para el resto del planeta.
Por ello, cada cumbre internacional sobre cambio climático y biodiversidad representa una plataforma invaluable para posicionar a América Latina y el Caribe como líder en biodiversidad y como actor clave en la lucha contra el cambio climático, a través de iniciativas sociales, financieras y ambientales en sus océanos, páramos, glaciares, bosques, manglares y otros ecosistemas estratégicos, así como en sus ciudades, que acogen el 80% de la población.
A finales de octubre, en la COP16 de Cali, se evidenció el potencial de la región para liderar la lucha contra la pérdida acelerada de biodiversidad que atraviesa el mundo como consecuencia de modelos productivos poco responsables que, desde la Revolución Industrial, están contribuyendo a aumentar peligrosamente la temperatura del planeta. La región está haciendo avances en este sentido. Por ejemplo, en la COP16, se lanzó un programa de CAF de 300 millones de dólares para preservar los ecosistemas estratégicos de la región, se anunció la creación un fondo multidonante impulsado por Colombia, Panamá, Costa Rica y Ecuador para preservar el Chocó Biogeográfico y se configuró un comité científico que asesorará a CAF para asegurar que sus iniciativas y operaciones estén alineadas con las prioridades que marca la ciencia en materia de biodiversidad.
En la COP29 de Bakú, América Latina y el Caribe puede reafirmar su compromiso en la mitigación climática y en la defensa de una transición justa y equitativa hacia una economía resiliente y descarbonizada. En 2023 se superó una línea roja, al exceder la temperatura de la tierra los 1,5 grados con respecto a niveles preindustriales. Si continuamos con esta tendencia, el planeta enfrentará consecuencias irreversibles. Y la región tiene mucho que decir en esta carrera contrarreloj.
Entre los temas de discusión en Bakú destacan la revisión de los compromisos de reducción de emisiones de los países, el establecimiento de nuevos compromisos en materia de financiación, la creación de nuevos indicadores para valorar los progresos en la adaptación y resiliencia al clima, especialmente de las comunidades en situación de vulnerabilidad, y la promoción de consensos públicos y privados para implementar tecnologías limpias e innovadoras.
En todos estos temas, la voz de la región es crucial, y su acción coordinada es clave para esbozar una agenda común regional en la COP30 de Cambio Climático en Belém que favorezca modelos de energía más limpia, garantice la seguridad alimentaria, potencie el rol de sus ecosistemas estratégicos, empodere a las comunidades locales y poblaciones indígenas, y potencie el crecimiento sostenible e inclusivo.
De camino a la COP30 de Belém, es necesario reforzar el diálogo entre los países de la región y promover el desarrollo de políticas sostenibles alineadas con los compromisos globales, con el objetivo de consolidar el liderazgo ambiental de América Latina y el Caribe. La COP30 de Belém se presenta como otra oportunidad única para que la región impulse una agenda unificada y ambiciosa que resalte sus contribuciones a la sostenibilidad global.
Con el respaldo de instituciones como CAF, América Latina y el Caribe puede generar espacios de articulación regional que permitan coordinar acciones entre países, promover políticas de adaptación y resiliencia, y garantizar que los compromisos climáticos incluyan los componentes de biodiversidad y justicia social necesarios para lograr un impacto positivo en la región y en el mundo.
El recorrido de Cali hasta Belém, pasando por Bakú, es una prueba del compromiso de América Latina en la defensa del medioambiente y la lucha contra el cambio climático. La COP30 en Brasil marcará un hito, consolidando a la región como un modelo de soluciones sostenibles y como un actor global en el camino hacia una economía resiliente y baja en carbono.
Junto a estas reuniones, América Latina y el Caribe tendrá igualmente la oportunidad de situarse como un referente en materia de economía azul sostenible en la Tercera Conferencia de Naciones Unidas sobre el Océano (Unoc3) que se celebrará en Costa Rica-Niza en junio de 2025 y en la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, que tendrá lugar en España en julio del 2024.