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Ángel Barajas: el cucuteño que partió en dos la historia de la gimnasia colombiana

En París 2024 se coronó como el medallista olímpico más joven en la historia de Colombia, y en una disciplina en la que el país nunca había logrado preseas. Fue un éxito tras años de esfuerzos y sacrificios, desde un origen humilde

Ángel Barajas, Cúcuta Norte de Santander
Ángel Barajas, en Bogotá, el 11 de septiembre de 2024.ANDRÉS GALEANO

Con apenas 17 años, Ángel Gabriel Barajas Vivas (Cúcuta, 18 años) hizo historia en París 2024 al conquistar la primera medalla olímpica de Colombia en gimnasia artística, en la modalidad de barra fija. Colgarse la plata en una de las disciplinas más antiguas y prestigiosas de los Juegos fue la recompensa a una década de dedicación incansable. “Estaba feliz del trabajo que había hecho y de haber cumplido mi sueño; me sentía muy bien conmigo mismo, agradecido con el profe y con mi familia que estuvieron ahí pendientes”, recuerda con emoción, meses después de aquel momento que marcó un antes y un después para el deporte nacional.

El medallista olímpico más joven de la historia del país fue un niño inquieto y curioso, al que la serie infantil islandesa de televisión Lazy Town le marcó el rumbo de la vida. Pasaba horas frente al televisor imitando las acrobacias de Magnús Scheving, un gimnasta profesional islandés que hacía el papel de Sportacus, el protagonista. “Quería hacer todo lo que él hacía: medialunas, saltos, giros en el aire… Practicaba en mi casa; saltaba del armario a la cama, me trepaba en la reja y hacía cosas que otros niños no podían hacer”, recuerda.

Hoy, agradece no haber subestimado la posibilidad de que un juego infantil se convirtiera en su sueño más grande. Para ese momento, ni él ni su familia conocían la gimnasia olímpica, pero gracias a la recomendación de un vecino se acercaron a la Liga departamental de gimnasia de Norte de Santander. Allí empezó el capítulo que hasta hoy ha sido el más importante de su vida.

Con cinco años pisó por primera vez el Coliseo Eustorgio Colmenares Baptista de Cúcuta –que considera su segunda casa– y desde entonces su carrera ha ido en ascenso. Sin embargo, su pasión por la gimnasia olímpica no surgió de inmediato. Recuerda que, en su primer día de entrenamiento, se sintió fuera de lugar al estar rodeado de tantas niñas. La timidez y la inseguridad lo vencieron, y decidió que no quería volver.

Pero la perseverancia que lo define tiene raíces profundas: su madre, Angélica Vivas, fue quien le insistió en darse una nueva oportunidad, llenándolo de confianza y motivándolo a regresar. Aunque Barajas no tiene del todo claro qué lo llevó a quedarse definitivamente en el coliseo, admite que concentrarse en los saltos y volteretas que podía practicar en aquel espacio inmenso le ayudó a superar sus temores y a descubrir la magia de este deporte.

Es consciente de su virtuosismo, de cierto talento innato con el que fue dotado. Sin embargo, sabe también que solo se ha hecho el mejor a punta del trabajo diario y del progreso que ha tenido de la mano de mentores y referentes como Jairo Ruiz, su entrenador desde hace 13 años, y Yossimar Calvo, reconocido gimnasta colombiano, compañero en la liga y modelo a seguir desde que empezó.

Su infancia no transcurrió como la de otros niños. La intensidad de los entrenamientos y la participación en distintas concentraciones lo llevaron a tener una rutina que, desde muy pronto, le implicó ajustar sus horarios de sueño, su alimentación y su dedicación al estudio. Pero nada de esto lo recuerda con arrepentimiento. Por el contrario, reconoce que ese modo de vida le ha ayudado a crecer no solo como deportista, sino como ser humano.

También reconoce que sus logros son compartidos. En las épocas de mayores dificultades económicas, su familia puso todo el empeño para que no abandonara la práctica. Desde muy jóvenes, Youri y Jeisson, sus hermanos mayores, tuvieron que trabajar para garantizar el sustento del hogar, y en medio de las necesidades económicas no escatimaron en recursos para que él pudiera seguir yendo a los entrenamientos. Confiaron en que el sacrificio traería frutos para todos y no se equivocaron.

Hoy en día, sus jornadas de entrenamiento incluyen la mañana y la tarde completas, con un receso para almorzar. Al finalizar, regresa a casa para avanzar con sus estudios. Actualmente, está concentrado en mejorar el inglés y hace poco culminó su bachillerato, que cursó en modalidad virtual. Asegura que el estudio es igual de importante que su deporte y que “prácticamente, van de la mano”.

Desde hace más de cinco años participa en competencias nacionales e internacionales en las que ha acumulado un palmarés de oros, platas y bronces en distintas modalidades (suelo, potro con arcos, barra fija y paralelas). Este recorrido lo convierte, a su edad, en uno de los gimnastas más importantes de la región.

Su compromiso y disciplina se mantienen intactos, incluso fortalecidos, después de su paso por París. “La barra fija es un aparato complejo y tiene un riesgo importante porque se ejecutan movimientos difíciles, se siente el miedo y la ansiedad. Ahora quiero enfocarme en aprender nuevos ejercicios y elementos, y eso me pone muy feliz, me motiva a ser cada día mejor”, afirma con determinación.

El camino a Los Ángeles 2028 empezó desde el momento en que recibió la medalla de plata el pasado agosto. Sueña con llegar más preparado y con inspirar a la delegación de gimnastas que lo acompañará para que den lo mejor de sí, pero también para que disfruten de esa experiencia única, como él lo ha hecho. “Cuando uno está allá, ya no tiene nada que perder –explica–. El sueño es llegar y todo lo que pase en adelante es ganancia”.

*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.

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