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Fly, el guardián de las tortugas Carey en la isla de Santa Catalina

Desde hace 35 años, el pescador Eusebio Webster lucha por proteger estas tortugas, en peligro crítico de extinción, de la comercialización en el Caribe insular colombiano

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Entre azules y verdes infinitos, a sus 10 años, Eusebio Webster nadaba en la mar de las islas Providencia y Santa Catalina, en el Caribe Colombiano, acompañado de cincuenta o sesenta tortugas Carey que se encontraba mientras buscaba en las profundidades del arrecife peces y langostas para comer. A esa edad aprendió a bucear viendo cómo los pescadores bajaban de los botes y regresaban con pargos y caracoles a sus casas.

Luego lo empezó a hacer él. Salía del colegio a las 4:30 de la tarde, y se montaba a navegar con sus amigos no tan lejos de la bahía, y regresaba con unas treinta langostas a tierra. Ahora, a sus 72 años, ya no es igual. Cuando baja a la mar y su cuerpo flota en el agua, no ve la cantidad de tortugas carey que lo acompañaban desde su adolescencia. En dos meses, apenas ve una o dos, pero aún recuerda lo increíble que era cuando nadaban todas juntas.

Por eso, hace 35 años, decidió crear de manera voluntaria la guardería de tortugas, en un tendal de madera, construido frente a su casa, a orillas de la bahía. Dice que la idea es proteger desde pequeñas a las tortugas para que crezcan y vuelvan a la mar. Quiere que la juventud de Santa Catalina las alcance a ver cuando vayan a nadar en la mar de su maritorio ancestral raizal.

“Lo que hago es cuidarlas, rescatarlas, tenerlas aquí y darles de comer hasta que cumplan ocho meses o un año. Después de este tiempo, las regresamos y comienza el peligro con los seres humanos”, reconoce.

Eusebio o Fly como lo conocen en el archipiélago, dice que, luego de regresarlas a la mar, espera que las tortugas sobrevivan, porque se encuentran en zona roja debido al consumo local, y su comercio para la bisutería. “Aquí en la isla tenemos tres tipos de tortugas marinas: la caguama, la tortuga verde y la carey, que está en peligro de extinción y se encuentra prohibido su consumo y comercialización. La gente la busca mucho porque sus conchas son muy gruesas y las usan para hacer aretes, pulseras y gafas; en cambio, las conchas de las otras tortugas no les funcionan”.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cataloga a la tortuga carey como una especie en peligro crítico de extinción, debido, entre otros factores, al comercio ilegal de sus caparazones.

Fly explica que en Santa Catalina la demanda ha ido aumentando por la turistificación. “En los tiempos de mi abuelo, cuando en las islas vivían de sesenta a cien personas, se cogía una tortuga cada mes o cada dos meses. Ahora somos de 500 a 800 personas, hay muchos turistas y muchas personas viviendo en las islas, y la gente no reconoce que se están acabando, y las cogen muy pequeñas”.

Las tortugas carey en el archipiélago anidan en la playa de Manzanillo en Old Providence, ahí ponen sus huevos y pasan 45 días para que rompan la cáscara y se sumergen en la mar. Sin embargo, hay varias amenazas en esta etapa de anidación: desde perros que escarban y se comen los huevos a cuando estos son pisados por los turistas.

Por eso durante los meses de julio, La Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Old Providence and Ketlina (Coralina), recomienda apagar las luces artificiales, no tocar los huevos ni muchos menos las tortugas, no borrar sus huellas, mantener las playas limpias y restringir el acceso a las playas.

La bióloga Laura Rodrigues, que ha estado monitoreando la anidación y nacimiento de tortugas marinas en Providencia y Santa Catalina, explica que este año las anidaciones se han registrado desde julio hasta septiembre. “Entre julio y agosto tuvimos los picos de anidaciones específicamente para la playa de Manzanillo. En el suroeste también entran tortugas, pero allá nadie ha reportado nidos ni tortugas. Probablemente, sea más alto el número de anidaciones por las condiciones de la playa, pero hay más cacería”.

Frente a esto, Fly explica que, muchas veces, de 150 tortugas que nacen apenas logran sobrevivir una o dos, y ahí es donde su trabajo comunitario cobra sentido: la guardería de tortugas, además de ser un lugar de crecimiento, se convierte en refugio en su primer año.

En el criadero, las ocho tortugas carey nadan de un lado a otro. Están repartidas en las dos piscinas que funcionan con una bomba que limpia y cambia el agua para asegurarse de que tengan oxígeno las 24 horas del día. Allí, Fly les da de comer caracoles, camarones o filetes de pescado rallados. “Cinco o seis días antes de que las tortugas nazcan, estamos pendientes, y cuando vemos que ya se están desplazando a la mar las recogemos”, explica.

Este trabajo lo realiza de la mano de la pedagogía. Durante la estancia de las tortugas carey en las piscinas, la niñez de las instituciones educativas de Providencia y Santa Catalina llega a visitarlas, y Fly, con un cuaderno impermeable donde se encuentran impresas las tortugas, les explica y comparte conocimiento a los niños y turistas, hablándoles sobre la especie, su estado de extinción y la importancia de cuidar cada tortuga que logren ver en la isla. Así mismo, cuando cumplen los ocho meses o el año, las regresa a la mar junto con los estudiantes.

“Cuando las vamos a liberar, nos vamos a buscar a los niños de la escuela, los invitamos a ellos para las regresen y tengan ese amor por las tortugas, así cuando ellos estén grandes no las atrapen tampoco”, dice.

Ahí, en la playa de Manzanillo, Fly dice que si esas mismas tortugas llegan a crecer y logran sobrevivir los 35 años para reproducirse, no importa en qué lugar del mundo estén, van a volver a la misma playa donde nacieron para poner sus huevos. Esa es la naturaleza. También cuenta que las tortugas son animales centenarios, pero eso depende del cuidado y protección que se les brinde. “Nosotros vivimos en esta isla, somos de esta isla y tenemos que rescatar la naturaleza, el mar, las tortugas, las mantarrayas, todas las podemos proteger, y es muy bueno que todo el mundo haga lo mismo”.

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