El envejecimiento poblacional multiplica las muertes por trastornos mentales en Colombia
Los decesos asociados a enfermedades como el Alzheimer o las demencias crecen un 1.910% desde 2008. Las mujeres son especialmente vulnerables a este tipo de trastornos
Poder acceder a una buena atención en salud mental es un tema cada año más urgente para las familias colombianas. Las defunciones asociadas a trastornos mentales y del comportamiento se han multiplicado por veinte en los últimos 16 años, pasando de 328 en 2008 a 6.593 en 2024, según cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). “Es un aumento del 1.910% que no puede explicarse por una sola causa”, dice Piedad Urdinola, directora del organismo. Diego Rosselli, médico neurólogo y epidemiólogo de la Universidad Javeriana, advierte que no es fácil explicar el fenómeno, pero apunta a diversos factores: “La longevidad, la población cada vez más envejecida, así como el mayor acceso al diagnóstico [por tanto, al reporte]”, son para él algunas de las razones del repunte. Las mujeres, además, son quienes mayores riesgos tienen.
Roselli explica que en Colombia hay un fenómeno único en el mundo con el Alzhéimer, en donde “por cada hombre diagnosticado con la enfermedad hay dos mujeres”, una proporción que duplica el promedio internacional de 1,3 a 1. “Eso nos obliga a mirar más allá de la biología”, apunta el experto, para dirigir la atención a disparidades generadas por la discriminación de género. “Quienes hoy son mujeres mayores tuvieron, en promedio, menos acceso a la educación que sus contemporáneos, y la baja escolaridad es un factor de riesgo. Muchas de ellas, además, siguen cumpliendo funciones sociales activas [al ser mayores]: cuidan nietos, cocinan, hacen compras. Si tienen un deterioro cognitivo, se nota más rápido”, concluye el experto. En cambio, “los hombres mayores tienden a estar más aislados, lo que puede retrasar el diagnóstico”.
El aumento de decesos por enfermedades mentales se explica mayoritariamente por enfermedades como el Alzheimer (65,9%) y otras demencias (28,6%), y en menor medida por los trastornos derivados del consumo de sustancias psicoactivas (2,4%). La edad de la población tiene que ver, pues la demografía en el país andino ha cambiado profundamente en poco más de medio siglo. En 1964 las personas mayores de 60 años representaban solo el 4,9% de la población total, según el DANE. Para 2005 constituían el 9% y ya para 2024 representaron el 15% de la población.
El informe ‘Análisis de Situación de la Salud Mental’, del Ministerio de Salud, muestra que la prevalencia de Alzheimer y otras demencias pasó de 139,6 casos por cada 100.000 habitantes en 2019 a 191,7 en 2023. El 91,3% de los diagnósticos se concentra en personas mayores de 60 años, y el riesgo se multiplica con la edad: es 265 veces mayor en quienes superan los 80 años frente a los adultos jóvenes.
El envejecimiento de la población es evidente en las cifras absolutas, así como en los indicadores estructurales. El índice de envejecimiento —que compara a la población mayor de 60 años con la de menores de 15— pasó de 38 adultos mayores por cada 100 menores en 2019 a 47 en 2024, y se proyecta que alcance los 60 en 2029, según el Ministerio de Salud. La presión sobre el sistema también crece: el índice de dependencia de mayores, que mide la carga sobre la población en edad de trabajar, subió de 13,4 a 15,25 en dicho periodo, y se prevé que llegue a los 17,9 en los próximos cuatro años.
El asunto tiene rostro de mujer, con una tasa de prevalencia significativamente mayor, de 246,7 por cada 100.000 habitantes, frente a 134 en hombres. Las mujeres fueron, en 2024, el 56% de la población adulta mayor de 60 años del país.
La transformación demográfica, sumada a las condiciones sociales que enfrentan los adultos mayores, aumenta las probabilidades de enfermedades de este tipo. Pero la naturaleza multicausal —en donde se conjugan factores como la pobreza, la violencia, la exclusión social y de género— hace que la emergencia sea compleja. Carlos López Jaramillo, jefe del departamento de psiquiatría de la Universidad de Antioquia, es claro y no duda en hacer un diagnóstico contundente: “Los datos más recientes permiten afirmar con certeza que tenemos una epidemia de problemas de salud mental [en Colombia]”. Lo clave, entonces, es una buena atención en salud.
El doctor López Jaramillo explica que aunque los médicos cada vez tienen menos temor de diagnosticar, “todavía existe una barrera grande en el tema de buscar ayuda” y las brechas de acceso a la atención profesional agrava el problema. La mayor prevalencia de trastornos psicológicos y psicosociales en zonas urbanas con mejores condiciones socioeconómicas puede ser un espejismo que refleje inequidades en la posibilidad de un diagnóstico, pues en las regiones periféricas existe un gran subregistro por la falta de profesionales y servicios. López Jaramillo apunta a otro factor: “Las tasas de violencia —no solo intrafamiliar, sino también social— son factores determinantes que deben recibir especial atención”. Y agrega que podrían explicar, en parte, “por qué esta curva de problemas de salud mental crece [cada vez más]”.