Grietas donde había agua
Los embalses de la cabecera están vacíos, el turismo de la zona se resiente, muchos negocios languidecen y los lugareños, más allá de la sequía, culpan al trasvase
El río más largo de la Península Ibérica agoniza. La sequía golpea al Tajo y deja aún más en evidencia sus problemas estructurales. La falta de agua en la cabecera y la contaminación lo han dejado en una situación límite. Este es un viaje a través de los 1.000 kilómetros de un río en crisis.
El PaísLos embalses de la cabecera están vacíos, el turismo de la zona se resiente, muchos negocios languidecen y los lugareños, más allá de la sequía, culpan al trasvase
El río es incapaz de diluir todos los residuos urbanos e industriales que le llegan desde sus afluentes
El último tramo del río es una sucesión de pantanos hidroeléctricos que inundaron pueblos y ruinas históricas
El primer tramo del río, entre Cuenca y Guadalajara, conserva todavía excepcionales valores naturales