¿La cárcel o la horca?
¿Qué sociedad putrefacta es esta, en donde la autoridad espiritual viola a los menores de edad y los padres aceptan una compensación económica?
El clero católico ha construido sociedades cínicas, sálvese la que pueda, porque después de la confesión, de llenar las urnas de las iglesias y de cumplir con ciertos rezos, los penitentes podrán reincidir en el pecado, en lugar de preparar personas responsables en lo individual, libres de culpas, intelectuales lúcidos, amantes de las ciencias, de la demostración empírica de los hechos, críticos de cualquier afirmación, estudiosos abiertos a todas las corrientes, pensadores opuestos a los dogmas y a los artículos de fe, en fin, defensores feroces de los procesos racionales y de las verdades científicas requeridas por el país para su sana evolución.
Salvaguardemos a la niñez; evitemos que se inculquen en sus cerebros ideas abstractas carentes de soporte y de demostración científicos. No se deben permitir las escuelas religiosas porque aunque los curas pretendan enseñar principios morales, en la actualidad las religiones están corrompidas y se han convertido en una trama de cuentos y de leyendas, de absurdos, aberraciones y confusiones con las que procuran envolver la inteligencia y el corazón de los niños para apropiarse de su futuro y poder manejarlo a su antojo, siempre con fines bastardos, como los mercantiles. Por algo Jesús, sí, sí, Jesús mismo, largó a los fariseos del templo a la voz más apropiada de: "Serpientes, raza de víboras...".
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Poner la educación en manos del clero católico equivale a renunciar al uso de la razón, porque esta y solo esta nos distingue de los animales... ¿Cómo explicarles a los pequeñitos la existencia de un dogma, esos conceptos antediluvianos, anacrónicos, que impiden a priori cuestionamientos filosóficos y científicos? Así es porque es, no preguntes. Punto. Come y calla. En pleno siglo XXI, cuando se impone la reproducción in vitro y las prácticas y teorías genéticas deslumbran a la humanidad cultivada, entre otras razones, resulta imposible darle cabida a nuevas generaciones de supersticiosos manipulados por una supuesta culpa y a quienes, a cambio del perdón, se les vende un espacio en el paraíso acompañados de arcángeles que interpretan música celestial.
¿Usted, amable lector, que pasa la vista por estas líneas, ha visto tras las rejas a uno de esos diabólicos ensotanados que violan a niños, obviamente indefensos menores de edad, en uso y abuso de su autoridad espiritual? Es evidente que no solo me refiero a los curas pervertidos de México, sino a los del mundo entero que logran evitar las sentencias de cadena perpetua gracias a la inmensa riqueza del clero católico, mismo que ha logrado con arreglo a chantajes, por medio de los cuales prometen la eternidad a cambio de obediencia y de cuantiosas limosnas que invierten en bolsas de valores, fraccionamientos y diversas empresas, entre ellas laboratorios productores de anticonceptivos... Los curas, parásitos sociales, no pagan impuestos, ultrajan, aunque sea una notable minoría visible, a la parte más sensible de la sociedad como son nuestros hijos y no los vemos tras las rejas ni flotando en el vacío después de haber sido colgados en el patíbulo. Un sacerdote pedófilo no teme a la justicia ni al fisco ni a la sociedad ni a su Dios ni al Juicio Final ni al infierno ni a nada porque están absolutamente rotos por dentro.
Esos delincuentes, supuestos representantes de Dios, que ofrecen cantidades gigantescas de dinero a cambio de que los padres de sus víctimas retiren de los tribunales las denuncias con el objeto de evitar un escándalo público, (ya sé que exagero) deberían ser ahorcados en las plazas públicas. Los jefes de familia no deberían desistirse de las acciones penales en contra de los pedófilos a cambio de dinero.
¿Qué sociedad putrefacta es esta, en donde la autoridad espiritual viola a los menores de edad y los padres aceptan una compensación económica, en lugar de perseguir de oficio a esos execrables ensotanados, enemigos arteros de la comunidad?
¿La horca o la cárcel? Bien, primero la cárcel y luego la horca, para no caer en los extremos. En estos últimos días el cardenal mexicano Norberto Rivera fue otra vez acusado por exsacerdotes de haber encubierto a 15 curas violadores de menores que, obviamente, siguen en libertad y, obviamente, continuarán delinquiendo.
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