Los Ángeles, la ciudad con más muertos de nadie
Cada diciembre, desde 1896, la ciudad honra y sepulta los cuerpos olvidados en las morgues. Este año fueron casi dos mil personas fallecidas en 2021, en el apogeo de la pandemia de la Covid-19
Cada diciembre, desde hace más de cien años, la ciudad de Los Ángeles organiza un servicio religioso para honrar la memoria de los muertos que nadie reclama en las morgues y sepultar sus cenizas en una fosa común. Es una tradición que comenzó en 1896, donde participan sacerdotes, pastores y líderes religiosos de distintas denominaciones. Entre cantos sagrados budistas, oraciones católicas, judías y musulmanas pronunciadas en media docena de lenguas e himnos interpretados por la Street Symphony, este año fueron enterrados los restos de cerca de dos mil personas que murieron solas en 2021, durante la pandemia del Covid-19. Quiénes fueron mientras estaban vivos será una incógnita para siempre.
“No sabemos suficiente sobre las vidas de las personas que hoy pondremos a descansar para hacer justicia a su memoria, pero sabemos que muchos de ellos no tenían hogar, que algunos eran niños y que muchos eran inmigrantes, alejados de familias que los amaron y los extrañaron”, ha dicho Janice Hahn, integrante de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles, durante el servicio realizadoen el cementerio y crematorio Evergreen del barrio de Boyle Heights. “Muchos estaban enfermos, algunos sufrieron enfermedades mentales que hicieron sus vidas dolorosas y difíciles. Casi todos ellos eran personas pobres”, agregó.
Cada año decenas de miles de personas mueren solas en Estados Unidos, aislados en la pobreza, las enfermedades mentales, la distancia de sus familias o la adicción. Los Ángeles es la ciudad donde más cuerpos quedan sin reclamar, entre mil y dos mil por año, que es entre el 2 y 3% del total nacional, y también es uno de los pocos lugares del país que les rinde tributo póstumo. La ceremonia religiosa está restringida a menos de un centenar de personas, en su mayoría personal de asistencia social y sanidad, pero el acto es transmitido a través de las redes sociales de los Servicios de Salud del condado.
“Este año el número de personas que estamos honrando es especialmente significativo debido a los retos que representó en 2021 la pandemia de la covid, que impactó profundamente a nuestras comunidades más vulnerables”, agregó la supervisora Lindsey Horvath. Las más vulnerables son las comunidades negras afroamericanas e immigrantes que quedan apuntados en los registros de cremaciones como “otras razas”. Un estudio de los patrones demográficos y sociales de los muertos sin reclamar en Los Ángeles, publicado en 2020, dice que “el porcentaje de inmigrantes es particularmente alto (78.4%) entre los grupos raciales que no son blancos ni afroamericanos. Aproximadamente el 40% de los inmigrantes no son ciudadanos naturalizados de los Estados Unidos”. Este reporte también señala que menos de un 1% llegó al país en el último año previo a su fallecimiento, y que la información sobre el país de origen de los muertos sin reclamar solo comenzó a ser apuntada a partir de 1996.
Del total de 1.865 fallecidos sin reclamar en 2021 que fueron sepultados este año, la mayoría ha sido identificada con nombre, apellido y fechas de nacimiento, muerte y cremación, pero la ciudad aún no ha publicado estos datos. Los registros de las cremaciones de 2012 a 2020 están disponibles en la página web oficial de la ciudad e incluyen números de caso que pueden ser utilizados por el público para dar con más información. El protocolo dicta que, desde que se reporta la muerte y durante los tres años siguientes, los investigadores del condado deben rastrear cualquier pista de familiares, amigos y otras personas que pudieran hacerse cargo de los restos. Y hay casos en los que aparecen las familias pero no pueden pagar los 400 dólares que cobra el condado para entregar las cenizas, que igual acaban en la fosa común.
Muchos de estos cuerpos son recogidos en aceras, callejones, estacionamientos, en los autos y en las tiendas de campaña donde vivieron sus últimos días. En Los Ángeles hay calles enteras pobladas por gente sin hogar que deambula como zombi y se refugia en lonas y vehículos abandonados llenos de trastes. Y es frecuente ver patrullas de policía y ambulancias levantando sus restos. La esperanza de la doctora Christina Ghally, directora del Departamento de Servicios de Salud de Los Ángeles, es que la ciudad también encuentre la forma de llevar dignidad a esos que siguen vivos: “Espero que podamos honrar a esas miles de personas que siguen entre nosotros y que están sufriendo y que también son pobres y están solas, sin hogar, batallando con enfermedades mentales y abuso de sustancias. No debemos reservar estos honores solo para los que mueren. Debemos encontrar maneras de mostrarles amor y compasión cuando todavía están con nosotros y honrar la vida que nos rodea”.
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