La segunda vida de José Parlá tras la covid : “He transformado el miedo en esperanza y celebración”

El artista miamense, creador del mayor mural de Nueva York, estuvo cuatro meses en coma después de un derrame cerebral causado por la pandemia

El artista José Parlá en la feria de arte Art Basel Miami, el 4 de diciembre de 2024.Sean Zanni

José Parlá (Miami, 1973) se excusa a través del teléfono por tener la voz un poco rota, tomada. Hace tan solo unos años, en febrero del 2021, la covid le produjo un derrame cerebral que le llevó a estar cuatro meses en coma, pese a no tener ninguna condición subyacente y encontrarse completamente sano cuando ocurrió. “La covid es misteriosa”, explica el artista por teléfono. “A cada persona le afecta de forma diferente, nadie puede predecir cómo va a responder cada organismo”. Durante ese tiempo en coma, dependió de oxígeno externo y fue sometido a una traqueotomía. Por entonces ya era un artista de prestigio, recomendado por el archiconocido rapero Jay-Z para ser el encargado de pintar el mural de la entrada al One World Trade Center (la Freedom Tower), el edificio que se construyó en el lugar de las desaparecidas Torres Gemelas. También era autor de otros murales emblemáticos, como Diary of Brooklyn en el Barclays Center.

Los médicos no eran optimistas sobre su recuperación, temiendo que no volviera a caminar. Sin embargo, en solo seis meses y tras una intensa rehabilitación, Parlá recuperó su voz, su movilidad y su memoria. Desde entonces, sus pinturas han ganado en profundidad. Actualmente, su obra se exhibe en el Pérez Art Museum de Miami, donde su exposición Homecoming fue uno de los atractivos de Art Basel Miami Beach; así como en el Brooklyn Museum de Nueva York, formando parte de la muestra colectiva Brooklyn Abstraction: Four Artists, Four Walls.

Pregunta. La experiencia que vivió durante la pandemia fue muy intensa. ¿Cómo fue despertar del coma?

Respuesta. Durante el coma estuve soñando y cuando me desperté estaba viviendo esa otra realidad. Estaba convencido de que yo era dueño de muchos hoteles alrededor del mundo y me habían secuestrado junto con mi hermano, en Hong Kong. La psicóloga le dijo a mi hermano que no me dijera cuál era la realidad actual porque necesitaba tiempo para rehabilitarme. Mi memoria estaba muy mal, y hay recuerdos que sé que he perdido para siempre. Mis pulmones no tenían oxígeno, estaba conectado a una máquina y con una traqueotomía. Al ser durante la pandemia mi recuperación también fue difícil. No podía verle la cara a nadie. No vi la cara de mis doctores hasta pasado un año. Por otro lado, las visitas al hospital no estaban permitidas y solo dejaban entrar a mi hermano, vestido con el traje de doctor. Fue todo muy surreal. Le habían dicho a mi hermano que yo no volvería a pintar ni a caminar. Las manos las tenía muy atrofiadas, con un dolor extremo, tenía que tomar muchas pastillas. Al salir del hospital estuve un año haciendo terapia en casa y me tomó casi un año volver a respirar normal.

P. ¿Y cómo volvió a pintar?

R. Me salvó la música. Me trajeron un tocadiscos y discos de vinilo y con la música empecé a recuperar muchos recuerdos. La música me conectó espiritualmente con las memorias de mis padres, de la niñez, de la cultura cubana, de haber crecido en Puerto Rico…y me dio esperanza para disfrutar la vida. Después de conectar con quien yo era y soy, tuve mucha luz. Luego comenzaron a traerme materiales de dibujo; acuarelas, papel. Con la música empecé a pintar paisajes con acuarelas. El arte es un tipo de medicina Pintaba micelios, la red de comunicación entre raíces, que es lo que los científicos llaman el internet de la tierra natural. Si un árbol está enfermo, el micelio lo sabe y es capaz de recoger nutrientes de un árbol sano. El micelio representaba mi comunidad, mi familia y amigos que me apoyaron durante ese tiempo que estuve mal. Los dibujos que hice en el hospital se transformaron en la serie ciclos que ahora puede verse en el Brooklyn Museum.

P. ¿En qué ha cambiado su obra tras su salida del coma?

R. Mis murales tienen una energía diferente y visualmente las pinturas han cambiado, los temas son diferentes. El 14 de noviembre se estrenó Homecoming, una exposición en el Pérez Art Museum de Miami con pinturas que muestran ese cambio, a partir de la pandemia como punto de inflexión. Porque no solo me afectó a mí, sino que cambió la política y la sociedad. Murieron más de 20 millones de personas y ya casi nadie habla de eso. Por ejemplo, hay una titulada Breathing (Respirar). Para mí la respiración se ha convertido en un idioma universal, todos respiramos y eso nos une. Pero también lo damos por hecho y a mí ahora me sigue costando respirar. Yo hablo de mi experiencia como superviviente de covid desde lo que sé, que es pintar. La exposición Homecoming es una forma de regresar a casa después de haber conocido el mundo y casi de morirme.

P. ¿Cómo empezó a interesarse por la pintura?

R. Mi mamá es poeta y dibujante y mi papá estudió cine en Cuba, así que mis padres siempre han estado en contacto con el arte. Los dos escribían en cursiva y fue así como empecé a interesarme por la caligrafía y de ahí por el arte urbano. Durante mi niñez vivimos en Puerto Rico y también me influyó ver dibujar a nuestros vecinos, que eran arquitectos. Ya en Miami me interesaba mucho la historia del arte y mi hermano y yo nos colábamos en una escuela de arte que había cerca de casa para ver lo que hacían. Tuve muchos mentores artistas y muy buena relación con mis profesores. Mi maestra de arte, Judith Motta, que ahora tiene 90 años, vino a ver mi exposición al Museo Pérez. También me ayudó mucho el Dr. Mel Alexenberg.

P. ¿Fue complicado para usted dedicarse por completo a la pintura?

R. Empecé muy pronto. A los 15 años me gané una beca por el sistema de Scholastic Art Awards para estudiar arte en Savannah y a los 17 o 18 años ya estaba terminando la escuela. A mi regreso a Miami tuve mi primer taller de arte en el Art Center of South Florida, cuando el huracán Andrew destruyó la ciudad me mudé a Atlanta y tuve mi segundo estudio y tras la muerte de mi padre sentí que tenía que irme a Nueva York a continuar con mi carrera de artista. En tan solo un año hice muchas amistades y me invitaron a exponer en Japón, Inglaterra, Hong Kong, Australia… Por entonces había un movimiento de conexión entre artistas que lo hacía muy fácil todo.

P. ¿En qué proyectos está trabajando ahora?

R. El mes pasado se inauguró una biblioteca pública en Queens, Nueva York, Far Rockaway Library, en la que he colaborado con el estudio de arquitectura Snøhetta y ha sido un proyecto muy especial. Y ahora estoy trabajando para el Pola Museum of Art en Japón.

P. ¿Cuál es su mayor motivación ahora?

R. Ya no tengo miedo a la muerte, uno siente un agradecimiento gigante por estar vivo. ¿Cuánto tiempo voy a estar respirando? ¿Qué puedo hacer con toda esta luz que llevo por dentro? Quiero hacer cosas que le puedan dar al mundo mucha esperanza, he transformado el miedo en esperanza y celebración.

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