Belén Esteban: “Media España me quiere y media me odia”
La “entretenedora” de televisión vuelve “reseteada y pletórica” a las pantallas digitales con ‘Ni que fuéramos Shhh’, espacio heredero de ‘Sálvame’ en ‘streaming’ un año después de que Mediaset expulsara el programa de su parrilla
A Belén Esteban —50 años de vida, casi 30 en el candelero social y televisivo— la están peinando, literalmente, para la presentación de Ni que fuéramos Sálvame. Estamos en la sede de su productora, Fabricantes Studio, un local a tiro de piedra del cuartel general de Mediaset, que sirve de plató p...
A Belén Esteban —50 años de vida, casi 30 en el candelero social y televisivo— la están peinando, literalmente, para la presentación de Ni que fuéramos Sálvame. Estamos en la sede de su productora, Fabricantes Studio, un local a tiro de piedra del cuartel general de Mediaset, que sirve de plató para el nuevo formato, entre un follón de cables, luces, micros y jovencísimos profesionales pululando por doquier con los nervios típicos de un estreno. Esteban, con la inconfundible estampa y la voz inconfundible de la Esteban, parece, sin embargo, tranquilísima. Posa disciplinada para las fotos, pide permiso para fumar, pregunta mi nombre (“para dirigirme a ti, como si te conociera, que queda mejor”) y se pone a la faena con una curiosa actitud entre coleguita y resabiada. Tablas le sobran. Al día siguiente de esta entrevista, Mediaset exigió a Fabricantes Studio, que no usara la marca Sálvame en sus emisiones, y tuvieron que cambiar el título del espacio por Ni que fuéramos Shhh. El supuesto efecto disuasorio para la audiencia de la exigencia de la cadena fue nulo. El primer programa, presentado por María Patiño y con buena parte de la tropa del elenco original comentando la actualidad rosa y despellejando al prójimo en torno a una mesa, lleva más de un millón de visualizaciones en redes sociales y los vídeos de la segunda entrega superan los 1,6 millones. Pero, cuando hablamos, Belén aún no lo sabía.
¿Qué profesión pongo al lado de su nombre en la entrevista?
Entretenedora. Es lo que hago. Mi trabajo es entretener a la gente. Y me encanta.
Tengo colegas periodistas que presumen de no saber quién es usted.
Mentira. Por bueno o por malo, me conocen. Mis jefes dicen una cosa y tienen toda la razón: media España me quiere y la otra media me odia. Muchos periodistas dicen que no, pero ya te digo yo que todo el mundo sabe quién soy.
¿Y por qué cree que la niegan?
Pues porque a lo mejor, y yo lo respeto, por mi forma de ser y de hablar, no se sienten identificados conmigo, como que piensan que soy una friki. Me da igual. Sinceramente, lo tengo superasumido. Yo sé quién soy, que es muy importante. Pero, vamos, que cualquier periodista de España diga que no me conoce, miente.
O no ve sus programas.
Llevo desde los 25 años en esto, y no solo en la tele. Llevo casi 15 años saliendo a diario en Sálvame, y en el programa de Ana Rosa [Quintana], que estuve con ella nueve años, y le tengo un cariño inmenso. De hecho, fue su socia, Chelo Montesinos, quien me descubrió para esto. Por eso, cuando dicen que los de Ni que fuéramos... hemos venido a cargarnos a Ana Rosa, me duele, porque yo, desde luego, no quiero cargármela.
¿Qué ha aprendido de tele en este tiempo?
Mucho. Yo sé hacer tele, no sé decirte cómo, pero sé. Respeto a los periodistas, tienen una carrera y ejercen muy bien, bueno, unos mejor que otros, sinceramente te lo digo. Yo no lo soy. Me he equivocado 1.500 veces, pero otras veces, no. El otro día hablaba con mi amiga Mariví, que somos amigas desde los tres años. Siempre he dicho que me arrepiento de haber hecho algunas cosas en la tele. Pero, a estas alturas de la vida, creo que tenía que haber hecho más.
Exponerse más que usted es difícil.
Claro que es difícil. He contado mi vida muchísimas veces, pero la gente solo sabe lo que yo he querido contar, porque mi vida afecta también a otras personas. He callado mucho, y lo voy a seguir haciendo, por respeto a lo que más quiero, que es mi madre y mi hija. Pero también me he callado cosas que no me tenía que haber callado. A estas alturas de la vida ya no soy la ex de nadie, ni quiero ser más la princesa del pueblo. Soy Belén Esteban Menéndez, alias La patrona. Me lo llaman mis amigos, cariñosamente, y me lo he tatuado en el brazo, porque me representa.
¿Es la patrona de su vida?
Sí, siempre lo he sido, pero, sobre todo, desde que estuve bien. Y de eso hace 13 años. [Alude a la superación de sus adicciones, que confesó ella misma en Sálvame].
¿Celebra ese cumpleaños, además del biológico?
Nunca, esa es una puerta que he cerrado en mi vida y quiero que permanezca cerrada.
¿Quién la salvó de aquello?
Me salvé yo sola porque quería salvarme, con la ayuda de mis amigos y de mi familia. Soy una persona que tiene una familia normal, mis hermanos, mis cuñadas, mi madre, y mi padre, que murió hace 18 años, pero ha sido importantísimo en mi vida. Lo que más aprecio es la lealtad.
¿Qué cree que nos da para llevar tanto tiempo en el candelero?
Ser yo. Tienes que ser tú, no se te puede subir esto a la cabeza. Cuando me dicen lo de los egos, vale, habrá gente que tenga ego, pero yo no soy así. Siempre he procurado ser la chica que salió del barrio de San Blas, con unos padres obreros, como la mayoría de España. Tengo los mismos amigos que cuando era pequeña.
Ahora también alterna con aristócratas, como Eugenia Martínez de Irujo. ¿Se siente desclasada?
Nunca. Eugenia y yo tenemos una amistad muy bonita. La siento como alguien de mi familia y ella a mí también. Yo, cuando he ido a los sitios, me he sentido siempre muy querida.
En su primera boda, algún diseñador no quiso hacerle el vestido de novia. ¿Eso no es clasismo?
Aquello sí que me lo tomé mal porque yo nunca he pedido un vestido gratis. Los que quedaron mal fueron ellos, no yo. Está muy feo que a una chica como yo, normal, de barrio, de San Blas, que se va a casar y puede pagar un vestido porque quiere agradar a sus padres, a sus abuelos, no te cojan por ser quién eres. Yo puedo decir que Belén Esteban Menéndez ha pagado todos sus trajes de boda. Otras, más ricas, o más finas, o más lo que quieras, no pueden decir lo mismo.
¿Eso le hiere?
Antes sí; ahora, no. Tengo la suerte de que, luego, me he casado con Miguel, que es técnico sanitario y una persona maravillosa. Yo soy como la gaseosa, que exploto y luego no soy nadie. Pero Miguel me pone los pies en el suelo y me baja. Cuando me equivoco, me lo dice, y estoy muy agradecida. Este año casi que he pasado fuera de la tele me ha venido muy bien, me he reseteado a mí misma, he meditado cosas que me han pasado, qué he hecho bien, qué he hecho mal, y las he asumido. Vengo con otro rollo. Sé lo que quiero y quiero ser la Belén de siempre, la de casa, y si me equivoco, que mi gente, mi marido y mis amistades me lo digan. Y si lo hago bien, también.
Hay mujeres que, a los 50, se empiezan a sentir invisibles. ¿Es su caso?
Yo no me siento así. Estoy ahora mejor que con 30. No daría marcha atrás. El otro día salí a cenar con mis amigas, iba con una camiseta y un vaquero y, joder, que ligué, tía. He perdido ocho kilos y me veo muy sabrosona, muy guapetona, superbién. Le enseñé mi alianza de boda y le dije que no.
No hacía falta. Según usted todo el mundo la conoce.
Este era italiano. Luego le dije a mi marido: “Cari, que he ligado”. Y se descojonaba. Me dio subidón, te lo digo, pero yo soy una mujer muy fiel. Mi marido apareció en mi vida en el momento que tenía que aparecer. Él me valora como mujer. Esta mañana me ha mandado un mensaje precioso [me lo lee y se emociona]. Me emociono porque me cuida, se preocupa de mí, y de las personas que más quiero. Cualquier hombre no lo acepta, cualquier hombre no acepta esa responsabilidad.
‘Ni que fuéramos Sálvame’ es un remedo de su célebre frase ‘Ni que fuera yo Bin Laden’. ¿Ha pedido derechos de autora?
Pues se lo dije el otro día, pero no les he pedido nada porque mis jefes, Óscar y Adrián, nunca me han soltado de la mano y yo soy muy leal a los míos.
Sus muletillas se han oído hasta en el Congreso. ¿Cómo se queda?
Mira, yo vivo en un pueblo que se llama Paracuellos [Madrid], donde soy superfeliz, y hablo con todo el mundo. Pues el otro día me dijo un chico de Canadá que vive allí, y juro que es verídico, me dijo que empezó a aprender español con mi programa, y parece una tontería, pero es verdad. Tengo primos en Australia que veían Sálvame y se meaban de risa. De eso me siento muy orgullosa. No soy una tía que tenga una carrera, soy consciente de quién soy y cómo soy, pero siempre estaré agradecida a mis jefes porque me he hecho con ellos.
¿De dónde saca esa chispa verbal?
Mira, yo siempre he sido muy tímida. Cuando acabé mi relación con el padre de lo que más quiero, que es mi hija y que no quiere que hable de ella, me daba vergüenza todo. Pero cuando me metí en la tele me tuve que espabilar. Y yo creo que me espabile muy bien. Sé que he hecho cosas que no han estado bien, que he podido hablar más de la cuenta, pero he hablado de lo mío. Cuando he hablado de otras personas es porque era mi trabajo, y hacer un programa de corazón es muy difícil.
¿Se ríe con sus memes?
Me encantan y me descojono, la verdad: “Ni que fuera yo Bin Laden”; “hasta luego, Mari Carmen”; “me aburro”. Esas frases son mías, pero yo es que estoy en la calle, salgo a andar con mis amigas y me descojono: una está harta de su trabajo, la otra está del marido que no puede más, la otra tiene cuatro niños y no le da la vida. Dicen unas cosas que me quedo alucinada, y alguna la utilizo. Pero, sobre todo digo: “Joder, qué suerte tengo de tener a mi gente”.
¿Le interesa la política?
De política he decidido que ya no hablo porque no me ha venido bien, según está todo.
¿Cómo está todo?
Pues mira, me saca de quicio que se peleen entre ellos y no hagan nada por el país, en vez de llegar a un acuerdo y mirar por esas familias desempleadas, que no pueden comprar los uniformes del colegio, ni pagar esas subidas del aceite, de la luz, del agua, de esos recibos de basura que parece que tienes un hipermercado en casa, coño, con la factura que te viene. Pero, perdona, de política no quiero hablar. No me conviene.
LA PATRONA
Belén Esteban (Madrid, 50 años) saltó a la fama muy joven por su relación y posterior separación con el torero Jesulín de Ubrique, con el que tiene una hija ahora veinteañera. Fue más tarde, sin embargo, cuando alcanzó la cima de su popularidad, hasta el punto de ser llamada "la princesa del pueblo" con su papel de sujeto y, a la vez, objeto de comentarios y críticas sobre la actualidad social y la vida privada de celebridades en programas como Sálvame, de Telecinco, del que fue pilar fundamental durante sus casi 14 años de emisión y hasta su cancelación de la parrilla de Telecinco, el año pasado. Creadora de frases y memes de uso generalizado en las redes sociales y en cualquier conversación informal, como "ni que fuera yo Bin Laden" o "hasta luego, Mari Carmen", Belén Esteban dice sentirse "pletórica" tras superar etapas convulsas de su vida, de las que dio cuenta ella misma en antena. Ahora, la nueva Belén, a quien le gusta autodenominarse como La patrona, estrena Ni que fuéramos Shhh en YouTube y otras redes sociales. No tiene ni idea del mundo digital, dice, pero aprende rápido y dice tener la ilusión y las ganas de aprender de una principiante. Se le notan todos y cada uno de sus años de mili en la tele. Y en la vida.
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