Un buen McCarthy os daba yo para que veáis qué es el puritanismo armado

Por más que las masas enfurecidas y los afanes cancelatorios avienten miedos de censura, no vivimos amenazados por el fantasma del inquisidor

Una imagen promocional de la serie 'Fellow Travelers'.SkyShowtime

“Compañeros de viaje” se llamaba a los que, sin ser militantes comunistas, compartían propósitos, ánimos y tareas revolucionarias. Muchos cayeron bajo el macartismo, con el cargo de complicidad antiamericana. Compañeros de viaje se titula ahora (aunque sin traducir, Fellow Travelers) una miniserie que adapta una novela de ...

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“Compañeros de viaje” se llamaba a los que, sin ser militantes comunistas, compartían propósitos, ánimos y tareas revolucionarias. Muchos cayeron bajo el macartismo, con el cargo de complicidad antiamericana. Compañeros de viaje se titula ahora (aunque sin traducir, Fellow Travelers) una miniserie que adapta una novela de Thomas Mallon sobre el Hollywood macartista, con una trama de amores clandestinos homosexuales, suicidios y persecuciones políticas.

No he leído la novela, que en español se titula Los Lavanda, pero la serie me ha interesado mucho porque se aparta de los códigos del thriller y del panfleto ideológico. Su creador, Ros Nyswaner, se la ha tomado como un capricho de arte y ensayo que imita la textura, el color, el formato y la narrativa de los años 50. El espectador no puede suspender del todo la incredulidad, porque la estética no le permite abandonarse a la emoción de la historia.

Eso atenta contra el propósito de las ficciones históricas, que quieren que el público se sienta transportado a la época. Viendo Fellow Travelers nunca apagamos nuestra conciencia de tipos que ven una serie en un sofá del año 2024, y esto nos vacuna contra el presentismo. No vivimos en el macartismo. Por más que las masas enfurecidas y los afanes cancelatorios avienten miedos de censura, no vivimos amenazados por el fantasma del inquisidor. O, al menos, los aprendices de Torquemada de hoy no se parecen a los Torquemadas de ayer, que te echaban encima al FBI.

La serie de Nyswaner —por lo demás, magnífica— ridiculiza esa hipérbole constante de quienes se sienten ahogados sin que ninguna mano les apriete. Lo cual no quiere decir que las campañas de cancelación y acoso de hoy no sean execrables, pero no pueden compararse con aquel terror. Como decían los abuelos de antes: un buen McCarthy os daba yo para que supierais lo que es el puritanismo armado.

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