‘Nacido en Gaza’: qué serán de mayores los niños criados en el infierno
El documental de Hernán Zin reunió testimonios de chiquillos que no pasan de los 14 años tras la ofensiva israelí de 2014. Impacta la serenidad con la que hablan del horror que han vivido. Te preguntas qué habrá sido de ellos
Cada guerra en Oriente Próximo se parece mucho a la anterior, porque llevamos unos 75 años en bucle, pero el efecto es cada vez peor. Rompe lo ya roto, hiere la herida que no cicatrizó, mata a los que aún lloraban a sus muertos.
El documental Nacido en Gaza, en ...
Cada guerra en Oriente Próximo se parece mucho a la anterior, porque llevamos unos 75 años en bucle, pero el efecto es cada vez peor. Rompe lo ya roto, hiere la herida que no cicatrizó, mata a los que aún lloraban a sus muertos.
El documental Nacido en Gaza, en Filmin, fue dirigido por el cineasta, escritor y reportero de guerra Hernán Zin, con producción de Jon Sistiaga y la cantante Bebe, justo después de la ofensiva israelí sobre la Franja en 2014. Impacta porque reúne los testimonios de una decena de niños gazatíes, de entre 11 y 14 años, que cuentan los horrores que han vivido con una entereza estremecedora. Con un estilo crudo, sin narración ni apostillas, apenas algunos datos sobre la situación en ese infierno de hacinamiento, violencia y bloqueo para dos millones de palestinos.
Uno de esos chiquillos recoge plásticos en el vertedero por un euro al día, y es el único sostén de su familia. Otro busca alguna de sus posesiones entre los escombros de lo que era la casa familiar. Una explica con inocencia cómo fue herida: “Se me salieron las tripas”, pero asume que tuvo suerte porque otros no pueden contarlo. El hijo de un conductor de ambulancia no puede entender que mataran a su padre cuando iba a auxiliar a otras víctimas, si era un héroe. Uno vio morir a su hermano mayor y no puede quitárselo de la cabeza porque sueña a menudo con él. Otro chaval perdió a tres de sus primos tiroteados cuando jugaban al fútbol en la playa. Él quiso tirarse de la azotea pero lo sujetó su hermana. Escuchamos: “Me gustaría poder ir al colegio sin bombas. Como los demás niños del mundo”.
Algunos logran volver a jugar en los columpios, a disfrutar con sus amigos aunque sea por un rato; otros son incapaces, porque envejecieron de golpe. Casi todos estos niños aspiran a tener de mayores oficios que diría cualquiera de su edad: médica, profesor, ingeniero agrícola, pescador, conductor de ambulancia como papá. Solo uno dice sin dudar: “Quisiera unirme a la resistencia para hacer justicia por mis primos”. Te quedas con el temor a que este último sea el único que cumpla sus planes.
Estos chicos filmados en 2014 ya habrán crecido; andarán cerca de la veintena. Te preguntas qué habrá sido de ellos. En un lugar donde la mitad de la población es menor de 18 años, las siguientes quintas se criarán también en el rencor. Algunos estarán dispuestos a cualquier cosa. Esto no justifica nada. Ayuda a entenderlo. Se llama contexto. Había, hay y habrá más víctimas que verdugos.
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