Blanca Paloma y el círculo lorquiano de poder femenino de ‘EAEA’, una de las favoritas del Benidorm Fest 2023
La canción y la puesta en escena de la cantante, elaborada de forma independiente por un grupo de profesionales que proceden del teatro, invoca el espíritu de su abuela Carmen, su referente inicial en el flamenco, y la audacia eurovisiva de Remedios Amaya
Blanca Paloma (Elche, 34 años) temblaba la primera vez que se subió al escenario del Palau d’Esports l’Illa de Benidorm, durante su participación en el primer Benidorm Fest. Un año después, en su regreso al mismo lugar para competir con EAEA, se ha sentido como en casa. Y no tanto por la fuerza de la costumbre. Esa ventana expuesta a millones de personas a través de RTVE sigue siendo intimidante, dice. Pero, esta vez, se ha hecho acompañar de una cortina circular inspirada en el mantón de su abuela Carmen, la mujer que le inculcó el flamenco y a la que define como “matriarca, sevillana,...
Blanca Paloma (Elche, 34 años) temblaba la primera vez que se subió al escenario del Palau d’Esports l’Illa de Benidorm, durante su participación en el primer Benidorm Fest. Un año después, en su regreso al mismo lugar para competir con EAEA, se ha sentido como en casa. Y no tanto por la fuerza de la costumbre. Esa ventana expuesta a millones de personas a través de RTVE sigue siendo intimidante, dice. Pero, esta vez, se ha hecho acompañar de una cortina circular inspirada en el mantón de su abuela Carmen, la mujer que le inculcó el flamenco y a la que define como “matriarca, sevillana, costurera, alma de la fiesta y estrella de sobremesa familiar”. Invocar su presencia en una poderosa, teatral, lorquiana puesta en escena le sirvió el pasado jueves para convertirse en una de las favoritas a ganar el certamen alicantino el sábado y, por tanto, en ser la representante española en Eurovisión 2023.
La propuesta, que juega con los sonidos flamencos y con su legado personal e incorpora una elaborada escenografía, “es el resultado de de una necesidad que llegó justo cuando faltó ella. Fue entonces, cuando murió, cuando tuve como la llamada del flamenco. Coincidió con mi llegada a Madrid, hace unos 10 años”, recuerda este viernes desde su hotel en Benidorm. La discografía de Blanca Paloma, formada en el campo de las Bellas Artes y con experiencia en la escenografía teatral, todavía está dando sus primeros pasos. Su primera grabación fue Secreto del agua, la banda sonora de la serie documental Lucía en la telaraña de RTVE Play, con la que obtuvo un quinto puesto en Benidorm el año pasado. Pero su camino artístico se ha ido gestando poco a poco, con la invisible guía de la abuela Carmen.
La primera vez que se manifestó fue en el taconeo casi fantasmal que oía sobre el techo del mercado del madrileño Antón Martín. En el piso superior se encuentra la escuela Amor de Dios. “Iba caminando por allí y empecé a escuchar esos tacones y a emocionarme, a decir: pero esto ¿qué es? Me dejé llevar por el sonido. Fui entrando al mercado y entre el pescado y la verdura seguía oyendo taconeo. Cuando llegué a la segunda planta, encontré aquel viaje entre el espacio y el tiempo al que me transporté”, prosigue su relato. Supo entonces que tenía que entrar en ese lugar para reconectar con esa esencia de la que se había separado, para llenar el vacío de lo que echaba en falta. Se apuntó a clases de flamenco.
“Fue todo muy revelador, porque me encontré con Lina, una maestra de de baile que que me recordaba a mi abuela, por su forma de ser. Estaba deseando siempre que acabaran sus clases para tener unas palabras con ella, porque así me sentía cercana a mi abuela. Empezamos a tener un vínculo casi familiar. Siempre acababa llorando al final de esas clases”, cuenta. Un día, su maestra le invitó a que intentara cantar como lo hacía Carmen, que traspasara la puerta de al lado en la escuela para dar clases de cante y pudiera así expresar esa pérdida de otro modo.
El legado de Fran y de Carmen
Para Fran Ramos, padre de Blanca Paloma e hijo de Carmen, era importante que sus descendientes mantuvieran la conexión de sus raíces andaluzas a pesar de hacer su vida en Elche, cuenta a pocos metros de su hija, a quien acompaña junto a su esposa Mari Carmen en estos frenéticos días en Benidorm. Lo logró. Blanca Paloma recuerda que, en su casa, en vez de cuarto de juegos había un cuarto de música. “Era muy pequeño, con suelo de moqueta al que entrabas descalzo y te transportaba a otro lugar. Ahí había vinilos, casetes, un micro... Ahí nos hemos criado mis hermanos y yo, cantando, bailando y sintiendo que la música era un espacio de de expresión y libertad. Desde ahí yo creo que es desde donde me conecto y desde donde me quiero expresar”, afirma.
La habitación fue seminal, pero esas clases de canto fueron claves, admite Blanca Paloma. Una cosa llevó a otra. Entró en contacto con un cuadro flamenco con el que empezó a cantar, incluso en Suiza. En 2021, la artista se presentó a una prueba para formar parte de Acciones sencillas, espectáculo del bailarín Jesús Rubio Gamo, Premio Max de las Artes Escénicas al mejor espectáculo de danza en 2020. Se sumó al elenco y con ese montaje, que sigue en activo, ha pasado por escenarios como el Conde Duque de Madrid y el Mercat de les Flors de Barcelona. A través de él conectó con el responsable de la composición musical, José Pablo Polo. Es quien le acompaña ahora en su aventura eurovisiva y una de las personas que le han ayudado a construir la celebrada propuesta escénica (y televisiva) de EAEA, que ya cuenta con un acuerdo con Universal Music pero que ellos concibieron de forma autogestionada.
En esta candidatura a ganar el Benidorm Fest 2023, con coreografía de Paula Quintana y vestuario de Paola de Diego, se rodea en el escenario de un grupo de mujeres, las coristas Desiré Paredes y Saray Frutos y las bailarinas Angélica Moyano, Paula Valbuena y Paloma Fernández. Juntas crean en escena ese “rito de invocación, de trance, de catarsis, donde de alguna manera conectamos con nuestras ancestras, con la fuerza, con el legado que nos han dejado a cada una”, cuenta la artista. La referencia a Lorca es inevitable. “Es una gran inspiración desde que empecé estudiando Bellas Artes. Me he dedicado a la escenografía y el vestuario, y trabajaba siguiendo el espíritu de La Barraca, sacando el arte adelante con los recursos que teníamos”, defiende. Una de las estrofas de EAEA es un homenaje al poeta Álvaro Tato, otro de los responsables de que Blanca Paloma haya saltado a la parte frontal del escenario y uno de sus mentores en el universo lorquiano. Escuchó cómo cantaba y le pidió que le ayudara con su voz a presentar uno de sus libros, Zarazas. Coplas flamencas reunidas.
Su EAEA es una canción que no es flamenco puro y que a los críticos musicales les cuesta definir. “Eso es positivo. Es un éxito haber dado en la clave de hacer algo que no se parezca a nada”, celebra la cantante. Si llega a Liverpool con ella, no le importará invocar también el espíritu de Remedios Amaya, a pesar de que su propuesta flamenca que interpretó descalza quedara en el peor de los lugares en Eurovisión en 1983 con Quién maneja mi barca. “Creo que entonces quizás el público europeo no estaba preparado para aquello, que fue un impacto con una adelantada a su tiempo. Con esta canción me quiero sumar a eso, subir a la barca de Remedios y y ojalá que España se sienta preparada para para ir a Eurovisión con una propuesta flamenca”.
Este sábado, en la final del Benidorm Fest, regresará a ese círculo rojo de protección hecho con los flecos del mantón de su abuela. “Dejo entrever mi intimidad pero no me muestro del todo, para después salir de él con fuerza, a por todas, empoderada”, avanza.
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