Contradicciones, hermetismo y maestría: la historia de Balenciaga se convierte en serie
Visitamos el rodaje de la primera serie original española de Disney +, inspirada en la vida del maestro de la costura de Getaria. Sus directores son los responsables de ‘Handia’ o ‘La trinchera infinita’, un sello de autor que pretende mostrar un retrato psicológico del creador vasco que triunfó en la alta costura de París
Jon Garaño mira concentrado los dos monitores en los que Alberto San Juan, caracterizado como Cristóbal Balenciaga, está en su taller, ultimando un desfile. Una modelo que llega tarde se viste a toda prisa; otras se retocan el maquillaje para salir a la pasarela. La secuencia está medida al detalle, como una coreografía. Garaño grita “¡Moztu!” (corten en euskera), ...
Jon Garaño mira concentrado los dos monitores en los que Alberto San Juan, caracterizado como Cristóbal Balenciaga, está en su taller, ultimando un desfile. Una modelo que llega tarde se viste a toda prisa; otras se retocan el maquillaje para salir a la pasarela. La secuencia está medida al detalle, como una coreografía. Garaño grita “¡Moztu!” (corten en euskera), Aitor Arregi habla con San Juan. Y se repite la escena. Todo esto ocurre en una tarde de julio en plena ola de calor, pero en las pantallas se ve el París de finales de los años treinta, recreado por Mikel Serrano en los estudios Zinealdea de Oiartzun, a menos de 20 minutos en coche del centro de San Sebastián. Allí, entre molduras en tonos empolvados y muebles con pátina dorada, es fácil sentir que se está en otra época, la de Cristóbal Balenciaga, el modisto nacido en la localidad gipuzkoana de Getaria en 1895 que vistió a la realeza, triunfó en el mundo de la alta costura en París, fue respetado por Coco Chanel o Christian Dior (y maestro de Givenchy, Courrèges o Ungaro) y falleció apartado de todo en 1972. Precisamente de ese periodo de su vida, desde su llegada a la Ciudad de la Luz en 1937 hasta su final, va a hablar la serie que están rodando Garaño, Arregi y Jose Mari Goenaga, el trío de directores responsable de películas como la premiadísima La trinchera infinita, Handia y Loreak.
Se trata de la primera serie de estos creadores. Y también de su primera experiencia con una plataforma, porque Balenciaga (título provisional de la ficción) supone el desembarco de los originales de Disney + en España. “El objetivo era buscar una historia que hablara de nosotros, contada por nosotros. Reivindicamos la legitimidad de buscar algo muy local para llegar a una audiencia global”, explica Sofía Fábregas, vicepresidenta de producción original de Disney +. Para ella, se imponía contar con un “sello autoral” en este proyecto en el que Lourdes Iglesias es coguionista y cocreadora y que, asegura Fábregas, será “un retrato psicológico, no historicista”, del creador. “Hemos tratado de huir del biopic, filtrando para quedarnos con lo que queremos contar: descifrar lo que había detrás de una mente creadora con unas capacidades únicas. Con una obsesión por el control, por avanzar. Vanguardia pura dentro de un cuerpo tradicional”, subraya Xabier Berzosa, productor ejecutivo, que destaca el empeño del modisto en “crear prestigio y no fama” a lo largo de su carrera. “A Balenciaga le pasaba como a [Stanley] Kubrick, que era un director muy obsesionado con intentar controlar cada faceta de su obra, hasta los doblajes. Le rodeaba el misterio, era muy perfeccionista… Vimos este paralelismo, que nos sirvió para traer a Cristóbal al terreno que conocemos y visualizarlo desde ese lugar”, confirma Goenaga.
Ninguno de los directores sabía nada del diseñador, pero llevan un año y medio inmersos en su obra: han visitado el museo de Getaria dedicado a su figura y viajado a París, donde la firma que aún hoy lleva su nombre les ha dado acceso a sus archivos; han hablado con gente que trabajó en sus talleres; han leído todos los libros sobre el creador que han caído en sus manos; han visto y vuelto a ver El hilo invisible, la película dirigida por Paul Thomas Anderson en la que el personaje interpretado por Daniel Day-Lewis es un trasunto de Balenciaga. “Nosotros queremos mostrar su viaje vital y profesional. En Balenciaga la revolución estaba en la continuidad. Parecía que iba en llano pero siempre iba subiendo”, explica con una metáfora ciclista Arregi. Para ello han contado con el asesoramiento de Miren Arzalluz, directora del Museo de la Moda de París ubicado en el Palais Galliera. “Muchos de los periodistas, clientas o artistas que conocieron a Balenciaga han dejado sus particulares testimonios sobre el modisto en artículos, libros y autobiografías varias, mostrando una visión de su vida y personalidad más idealizada que real”, señala Arzalluz en su libro Cristóbal Balenciaga. La forja del Maestro (1895-1936) (Ed. Nerea). Y la labor de los directores está siendo recoger esas historias fragmentadas para dar su visión personal.
De él se cuenta que nació en una familia humilde, de padre marinero y madre costurera, que logró su primer encargo cuando se acercó de chaval a la marquesa de Casa Torres y le dijo que podía replicar uno de sus lujosos conjuntos… “Ves que hay mucha fantasía”, reconoce Goenaga. Porque sí, el padre de Balenciaga fue hombre de mar, pero también alcalde de Getaria.
El icono y la aristocracia
El hermetismo que rodeó siempre al creador ha sido un reto, pero también un punto de partida para abordar las contradicciones que le rodearon. De ellas se ha empapado Alberto San Juan. Se sienta a comer en la cantina del estudio caracterizado como Balenciaga. Sigue moviéndose con los gestos delicados del costurero que se veían en los monitores del rodaje momentos antes, cuando grababa una escena en la que Balenciaga cogía unas tijeras para arreglar la manga de un vestido bajo la atenta mirada del actor belga Thomas Coumans, que en la ficción encarna a Wladzio D’Attainville, pareja y socio del creador. La ganadora del Goya Karmele Soler ha tardado una hora y cuarto en maquillar a San Juan para que sea “como el Cristóbal de 42 años”; dice que cuando lo tiene que caracterizar a los 76 puede tardar hasta dos. “La experiencia de las contradicciones la tengo muy presente, porque soy consciente de ella en mi vida real”, apunta el actor. En la serie, se mete en la piel del modisto que vistió a la aristocracia del San Sebastián de los años veinte, pero también a Jackie Kennedy y a ricas herederas estadounidenses como Bunny Mellon. El creador del icónico traje de novia de Fabiola de Mora y Aragón para su boda con el rey Balduino de Bélgica en 1960 y el de Carmen Martínez-Bordiú, nieta de Franco, para su enlace con Alfonso de Borbón en 1972. El innovador que siempre vestía igual, con un traje clásico, pero inventó siluetas que redefinieron la moda, como las líneas barril y saco o los vestidos túnica y baby doll. El gurú que cuando tenía 73 años y nada que demostrar afrontó el reto de uniformar a las azafatas de Air France. “A mí esto me resultó muy llamativo, cómo una persona que siempre hizo alta costura intenta hacer algo diferente a esa edad, cercano al prêt-à-porter, una última intentona al final de su carrera”, subraya Garaño.
“Hacemos una construcción de un personaje basado en una realidad pero que no deja de ser ficticio. Y es muy rico en sus contradicciones. Es homosexual y a la vez católico de misa diaria en un tiempo donde no podía vivir la homosexualidad con libertad. Es un tipo que defiende con firmeza su derecho a ser apolítico en un momento en el que suceden la Guerra Civil en España y la Segunda Guerra Mundial en Europa, cuando se enfrentan el fascismo y la democracia, nada menos. Se trata este conflicto también, la imposibilidad de que la vida no te salpique”, reflexiona San Juan. Ese afán de control que será el eje del relato se plasma de manera especial en su relación con los tejidos. “Es un perfeccionista, nunca satisfecho, siempre buscando ir más allá y tener un control total, hasta el punto de inventar una tela”, subraya el actor, que no sabía nada de costura antes de enfrentarse a este personaje. “Solo había enhebrado alguna aguja para mi madre de pequeño”, admite, “y con la moda tenía el prejuicio de asociarla a un mundo más superficial, de apariencia”.
La tela a la que se refiere San Juan es el gazar, que Balenciaga desarrolló en 1957 junto al empresario textil suizo Abraham. En la serie se podrá ver ese tejido, que la responsable de vestuario, Bina Daigeler (nominada al Oscar por Mulán) ha adquirido para poder replicar algunos de los modelos originales del maestro de Getaria. Harán alrededor de 150. Porque el vestuario es una de las bazas del proyecto. Daigeler y Pepo Ruiz Dorado supervisan uno a uno a los figurantes que llevarán esas creaciones. Justo acaba de entrar en su improvisado taller —abarrotado de prendas y complementos— una mujer que encarna a una de las clientas de Balenciaga. Viste traje de chaqueta rojo, con sombrero a juego y guantes blancos. Todo está en su sitio. “Fuimos al archivo de Balenciaga en París y hemos intentado traer tejidos de París, Londres, Italia y de una tienda de sedas de Madrid. Ahora los figurinistas nos encontramos con el problema de que después de la pandemia hay una escasez de telas muy grande, es complicado encontrar proveedores. Y el Brexit también nos afecta”, explica Daigeler. Esas dificultades no se aprecian cuando se ve el resultado, creaciones que en pantalla parecerán auténticos balenciagas. En la serie se verán desfiles, los directores recalcan que “la plasticidad” del mundo de la moda hace que resulte muy atractivo para llevarlo al universo audiovisual; películas clásicas como Falbalas (1945) o ficciones recientes, como la serie Halston, lo demuestran. Además, Balenciaga es sinónimo de atemporalidad. “Lo que más me ha impresionado es ver modelos que creó que tienen 80 años y son totalmente actuales”, apunta Ruiz Dorado. Para los figurinistas, es un reto emular a este referente, a quien Christian Dior llamó “el Maestro de todos nosotros”. “Hoy en día el nivel de recreaciones de época en las series es muy alto. Y ser fiel y hacer un trabajo digno de Cristóbal Balenciaga es una presión muy grande”, indica Daigeler.
Porque su legado no pierde actualidad. La maison que lleva su apellido recuperó su línea de alta costura en 2021, tras 53 años apartada de estos desfiles, de la mano del actual director creativo, Demna [Gvasalia, de origen georgiano y mente detrás de Vetements], que insiste en mantener el espíritu del fundador en la firma. Lo demostró el pasado julio en las pasarelas de la alta costura parisina, donde desfilaron Nicole Kidman, Naomi Campbell o Kim Kardashian, realeza contemporánea. Coincidiendo con el show, la marca reabrió la tienda que en 1937, cuando se mudó a París dejando atrás la Guerra Civil, inauguró Cristóbal Balenciaga en el número 10 de la lujosa Avenue George V. En un estudio de Oiartzun, esos salones pueden verse ahora como recién estrenados.
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