Las telenovelas se abren hueco en una televisión nueva
Las producciones turcas triunfan en los canales en abierto y varios títulos latinoamericanos llevan semanas entre los más vistos de Netflix en España. Pero no todos los culebrones logran adaptarse al nuevo espectador
En 1990, Cristal fue todo un fenómeno en España. Más de ocho millones de espectadores de media siguieron las idas y venidas de la relación entre la protagonista y Luis Alfredo. Muy lejos de la que todavía es la telenovela más vista en la televisión española, el género vive en los últimos tiempos un resurgir, pero con nuevos componentes en juego. Atrás quedaron los tiempos en los que ...
En 1990, Cristal fue todo un fenómeno en España. Más de ocho millones de espectadores de media siguieron las idas y venidas de la relación entre la protagonista y Luis Alfredo. Muy lejos de la que todavía es la telenovela más vista en la televisión española, el género vive en los últimos tiempos un resurgir, pero con nuevos componentes en juego. Atrás quedaron los tiempos en los que Doña Adelaida (Chari Gómez Miranda) comentaba antes de cada capítulo la trama del culebrón de turno en TVE. Ahora las telenovelas se devoran en plataformas, pelean en el horario de máxima audiencia, han rejuvenecido su público y han diversificado sus orígenes.
Aunque los noventa fue la década en la que la telenovela se hizo un hueco en los canales españoles, estas producciones melodramáticas han logrado estirar su presencia en el tiempo, con grandes fenómenos que surgían puntualmente. En 2001 llegaba Yo soy Betty, la fea. El capítulo en el que se mostraba el cambio de aspecto de la protagonista se emitió en horario de máxima audiencia y fue visto por 8.226.000 espectadores (42,1% de cuota). Amarte así, Frijolito; Pasión de gavilanes y Pobre diabla fueron otras de las triunfadoras de los dos mil, con las producciones latinas dominando el género. Desde hace un par de años, la tendencia ha cambiado de nacionalidad.
“En realidad, la telenovela siempre ha estado ahí, pero ha habido pequeñas modas a lo largo de los años. En España, en los noventa se consumía telenovela latina, especialmente venezolana, mexicana y colombiana. Luego nosotros nos pusimos a producir y luego ha venido la moda turca, que realmente mucha no es original de Turquía, porque son adaptaciones de series coreanas. Es un fenómeno global”, dice Luis Santamaría, productor ejecutivo de Boomerang TV. Santamaría ha trabajado en series diarias como El secreto de Puente Viejo y Acacias 38 y produce Alba, la serie que Antena 3 estrenó en abierto el miércoles 9 (está disponible al completo en Atresplayer Premium) y que se inspira en la turca Fatmagül, el título que en 2018 dio el pistoletazo de salida a la pasión turca en la televisión española.
Al lado del bum de las series de origen turco, que ha llevado a que Tierra amarga domine en su franja de emisión por las tardes o títulos como Inocentes, Mujer y Mi hija engancharan al público en el muy competido horario de máxima audiencia, el fenómeno se extiende a las plataformas. Café con aroma de mujer lleva 10 semanas en los puestos más altos de las producciones más vistas en Netflix en España. En la semana del 21 al 27 de febrero, sumó más de 32 millones de minutos vistos por usuarios de la plataforma en todo el mundo, y la serie está entre las más vistas en 18 países. Se trata de una versión contemporánea de un culebrón colombiano emitido en 1994. Esta adaptación, que sigue el amor imposible entre Gaviota y Sebastián, se emitió en Colombia entre mayo y septiembre de 2021 en el Canal RCN.
Espectadores jóvenes
En su éxito en Netflix está acompañada por La reina del flow, también de origen colombiano, en este caso producida para Caracol Televisión y con dos temporadas de 2018 y 2021. Esta telenovela musical está protagonizada por una mujer cuya vida cambia cuando sus padres son asesinados por los miembros de un cartel y ella acaba en prisión. Lleva 16 semanas en el top 10 de lo más visto en España en Netflix. Santamaría destaca que, frente al público mayoritariamente femenino y por encima de los 45 años que configura la audiencia media de las series que las cadenas en abierto emiten en la sobremesa, los espectadores de estas telenovelas en plataformas son mucho más jóvenes.
“La forma de consumo es distinta, porque en una televisión en abierto das un capítulo al día y en Netflix tienes los 80 capítulos. Si una chica sale de la facultad y ese día no tiene mucho que estudiar o llueve y está aburrida, se puede ver cuatro o cinco capítulos seguidos, es un consumo distinto”, dice el productor. La plataforma también ha apostado por producciones con marcados tintes culebronescos, como ¿Quién mató a Sara?, Rebelde, Ritmo salvaje o próximos estrenos, como Donde hubo fuego o Pálpito.
Pasión de gavilanes comparte origen colombiano con las dos anteriores. Su regreso, casi 20 años después, con nuevos capítulos ha llevado a los antiguos a situarse entre los primeros puestos en la lista de lo más visto en Netflix en España y otros 15 países. La nueva temporada de la serie, con las andanzas de los descendientes de la dinastía Reyes Elizondo, aterrizó en España a través de Mediaset, que se hizo con los derechos de emisión gracias a un acuerdo con NBCUniversal que incluye también otras producciones de ficción, como Chicago Med o La reina del sur. Sin embargo, la serie que llegaba como la gran esperanza para reflotar las audiencias de Telecinco todavía trata de encontrar, sin demasiado acierto, su hueco en la parrilla.
Su estreno, en horario de máxima audiencia, fue un éxito, con 2,3 y 1,8 millones de espectadores en sus dos primeros episodios y una media del 17,2% de cuota de pantalla. La ficción, que fue un triunfo en Antena 3 (se despidió en 2006 ante 5,2 millones de espectadores), no ha conseguido volver a liderar desde entonces. La semana siguiente, Antena 3 puso a Tierra amarga a competir con Pasión de gavilanes y la turca se llevó el gato al agua: los tres capítulos de la telenovela colombiana se quedaron en 1.441.000, 1.217.000 y 966.000 espectadores, respectivamente. El siguiente movimiento fue recuperar capítulos ya emitidos en la sobremesa de Telecinco, una franja habitual para el género, pero la audiencia fue todavía peor, sin llegar a los 800.000 televidentes. Solo duró tres días. El nuevo plan es mantener las emisiones en prime time de los miércoles y de forma diaria en la sobremesa de Divinity.
Las dificultades de Pasión de gavilanes para atraer al público en directo también ocurren en Telemundo en Estados Unidos, donde su principal rival, Mujer, en Univisión, gana con facilidad. Para Santamaría, las complicaciones de Pasión de gavilanes para funcionar en la televisión tradicional están relacionadas con el público al que se dirige. “Creo que en plataforma funcionaría mejor. Está pensada para un público joven, y su manera de consumir ficción ha cambiado una barbaridad en los últimos ocho o 10 años”, opina el productor.
Y al lado de la producción extranjera, la nacional. Las series diarias españolas, muchas de ellas con toques de culebrón, han ido perdiendo presencia en la parrilla en los últimos meses tras el final de títulos como El secreto de Puente Viejo, Acacias 38 o Dos vidas. Santamaría destaca la dificultad de sacar adelante la producción de ficciones diarias, que graban a un ritmo endiablado que supera el episodio diario y en las que el trabajo en equipo de unas 120 personas es esencial. “Nuestras series diarias son melodramas románticos. En España bebemos mucho de la literatura romántica del siglo XIX, de Emilia Pardo Bazán y un componente muy literario, y aunque aparentemente sea algo muy local, en realidad los conflictos son universales”. Eso puede explicar el éxito de muchas de ellas en mercados extranjeros, como ocurrió con El secreto de Puente Viejo o Acacias 38 en Italia que, bajo el título de Una Vita, atrae a casi tres millones de espectadores diarios.
Ahora, la influencia turca también se nota en la producción española, y al estreno de Alba se sumará en breve el de Heridas, versión de la ficción coreana en la que se basa la turca Madre. Además, el propio Santamaría trabaja como productor en Si lo hubiera sabido, serie de Netflix de la guionista Ece Yörenç (Fatmagül), que la plataforma no pudo poner en marcha en Turquía por la orden de su Gobierno de eliminar la homosexualidad de un personaje. El guion se ha adaptado para ambientar la historia en Sevilla, con Megan Montaner como protagonista.
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