Benidorm Fest, ‘twelve points’: comienza el festival para elegir representante español para Eurovisión
La capital turística alicantina se prepara para las semifinales del concurso con el que RTVE quiere reenganchar a España al certamen europeo de la canción
Los responsables de RTVE quieren que España se reenganche otra vez a Eurovisión. Los años de selección por decreto, de experimentos con triunfitos y de democracias chikilicuatres habían dejado a los representantes del país como un invitado inevitable al que se arrincona en la esquina menos iluminada del salón. Un palmarés en blanco y negro, las estratosféricas audiencias de otras televisiones nacionales y las esp...
Los responsables de RTVE quieren que España se reenganche otra vez a Eurovisión. Los años de selección por decreto, de experimentos con triunfitos y de democracias chikilicuatres habían dejado a los representantes del país como un invitado inevitable al que se arrincona en la esquina menos iluminada del salón. Un palmarés en blanco y negro, las estratosféricas audiencias de otras televisiones nacionales y las esperanzas de los irreductibles eurofans españoles exigían volver a buscar el foco para ser otra vez una estrella reconocible, como Norma Desmond en El crepúsculo de los dioses. Desde el ente público mezclaron fórmulas de éxito, nostalgia, la diversidad de los músicos españoles y un bombardeo incesante en las redes sociales. Y nada ilumina más que el sol de Benidorm. Así nació el Benidorm Fest, el proceso de selección del próximo candidato de España al Festival de Eurovisión, que comienza este miércoles.
Tres galas (dos semifinales y una final) pavimentarán el camino de baldosas amarillas de los 14 menos uno participantes que han llegado hasta el escenario del palacio de deportes l’Illa de Benidorm, sede del nuevo certamen. Un jurado mixto, con profesionales del sector reclutados para emitir su veredicto, y otro popular, que podrá votar desde su casa, serán los responsables de enviar uno de los temas seleccionados a Turín, sede de Eurovisión en 2022 tras la victoria de los italianos Maneskin en la gala del año pasado. En el escaparate, fruta de lo más variada. Pop, rock, flamenco, rap urbano, indies y hasta folclore gallego. En el congelador queda el autotune, la herramienta tecnológica que corrige afinaciones cuyo uso está prohibido en Eurovisión, causa de la baja a última hora, el pasado domingo, de la candidata Luna Ki, que optaba con su tema Voy a morir.
La primera semifinal la abrirá este miércoles Varry Brava con la canción Raffaella. Seguirán Azúcar Moreno con su Postureo, Blanca Paloma con Secreto de agua, Unique, con Mejores y Tanxugueiras, con Terra. Cerrará la gala inicial SloMo, de Chanel. El jueves será el turno de Xeinn con Eco, Marta Sango con Sigues en mi mente, Javiera Mena con Culpa, Rigoberta Bandini con Ay mama, Rayden con Calle de la Llorería y, por último, Sara Deop con Make you say. Gonzalo Hermida, que concursa con Quién lo diría, no pisará el escenario por haber dado positivo por covid este martes, por lo que en lugar de actuar en directo, se reproducirá su videoclip. Los cuatro elegidos en cada tanda protagonizarán la final, que tendrá lugar el sábado 29.
El nuevo formato ha nacido ganador. “Sin haber elegido aún la canción que nos representará”, celebra José Juan Santana, presidente de la asociación de eurofans OGAE en España, “ya somos uno de los favoritos en las casas de apuestas”. El secreto para cosechar los 12 puntos que reparte cada contrincante estaba, al parecer, en tomarse en serio el festival. “El Benidorm Fest repite la fórmula del festival de San Remo, en Italia, o el Melodifestivalen de Suecia”, explica Santana, fanático, obviamente, de todo tipo de música festivalera. Así se ha conseguido que se vuelva a hablar en este país de Eurovisión, pero “también fuera”, algo imprescindible para captar la atención y el favor de una audiencia internacional con voz y voto. A juicio de Santana, “los semifinalistas presentan buenos temas, con gran variedad y competitivos”, en los que se mezcla juventud y experiencia, fama y novedad. “Hay material suficiente y bueno para conseguir que salga algo positivo de Benidorm”, zanja.
En la capital turística alicantina, mientras tanto, la llegada del certamen se espera “con ilusión y satisfacción”, sostiene su alcalde, Toni Pérez (PP), amante de la música de cantautor. Ayuntamiento, Generalitat Valenciana y RTVE se aliaron para sacar una propuesta que en verano de 2021, cuando se presentó, se esperaba que estallara como un debut esplendoroso con el fin de “superar la pandemia y recobrar la ilusión”, dijo en julio el presidente del ente público, José Manuel Pérez Tornero. Pero que ómicron se ha encargado de convertir en un ensayo general de lujo. “Somos conscientes de que la situación es compleja”, admite Pérez, “el festival era una apuesta de inicio de la recuperación”. Seis meses después, al borde de la gala, la perspectiva ha cambiado. “El acierto ahora será arrancar bien para que en 2023 todo crezca”.
La marca se vende sola. Benidorm es, en la mayoría de los grandes mercados turísticos internacionales, la chincheta más grande del mapa de los destinos en España. Es una ciudad que se explica desde lo inexplicable. El pueblo pesquero convertido en un Manhattan de alta rentabilidad. Tan cutre como cosmopolita, como decía en este periódico la semana pasada la escritora Esther García Llovet. Mar y montaña; exceso e invierno. “Parece una ciudad para viejos”, añade Santana, que la ha visitado en varias ocasiones, “pero es moderna, un gancho para gente joven”. “Benidorm tiene un protagonismo que no ofrece ningún otro destino español”, asegura su alcalde, que se frota las manos con las oportunidades que llegarán con el fin de la pandemia. “El núcleo duro de los eurofans está en mercados entre los que la ciudad tiene mucho predicamento”, subraya Pérez, “pero la audiencia es tan grande que también abarca países que no suelen mirar hacia el Mediterráneo occidental, como buena parte de los del Este de Europa”. Un poderoso semillero de votos en Eurovisión, por cierto, tras la disgregación de la Unión Soviética y de los países bálticos.
La historia musical de la capital de la Costa Blanca pasa, irremediablemente, por el Festival de la Canción de Benidorm, nacido en 1959 de la cabeza del visionario alcalde Pedro Zaragoza Orts, el artífice de todo lo que vino después. Inspirado en el italiano San Remo, durante sus primeros años fue un certamen con suerte y ojo. La primera ganadora, Un telegrama, interpretada por Monna Bell, sigue incrustada en la memoria de los españoles con su cantinela de “ya lo sabía, ya lo sabía”. Después, artistas como Raphael, el Dúo Dinámico o Julio Iglesias despegaron al estrellato como satélites de Elon Musk. Pero si las raíces musicales benidormíes son italianas, su consolidación es británica. Es un inmenso resort de vacaciones que suena a radiofórmula, a clases de zumba en la playa, a tiovivo y a hilo musical, pero también “todas las tardes y noches, en todos los bares, restaurantes y hoteles de la ciudad, hay espectáculos de música en vivo”, certifica Nuria Montes, secretaria general de la patronal hotelera de Benidorm, Hosbec, y devota del grupo Queen. “Benidorm es una de las poblaciones españolas con mayor número de músicos en activo”, insiste, “algo que vino con los turistas británicos pero que los españoles han extendido por toda la ciudad”. Es la oficina de María Jesús y su acordeón, el refugio de los imitadores de estrellas, la prueba de fuego de intérpretes de estudio con talento.
Montes confiesa que el Benidorm Fest genera un sentimiento agridulce. “La campaña de imagen de Benidorm a través de RTVE, ligada al fenómeno eurovisivo, con millones de adeptos, es brutal”, declara. Pero “cuando se planificó, nadie pensaba que íbamos a estar afectados por una sexta ola y con restricciones”. Dos tercios de los 140 hoteles y 42.000 camas disponibles están amarrados a puerto. La esperada reactivación de la temporada baja no se ha producido. “No hay tirón de reservas”, lamenta Montes, aunque confían en “revertirlo el año que viene”. “La imagen de la ciudad está ligada a la diversión, al ocio ligado a la música”, prosigue. “La conexión con Eurovisión es mágica, no hay otra ciudad con esta vinculación”.
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